Hunts Point, un barrio con despensa

Una zona residencial, comercial e industrial donde hay aún mucho por hacer

La escultura "Puerto Rican Sun", del artista boricua  Rafael Ferrer, adorna la entrada del parque de juegos Fox.

La escultura "Puerto Rican Sun", del artista boricua Rafael Ferrer, adorna la entrada del parque de juegos Fox. Crédito: Gerardo Romo / EDLP

@JoaquinBotero

Los puertorriqueños Adán Morales y Javier Ramírez residen en el vecindario de Hunts Point desde que llegaron de niños. Desde ahí tuvieron que batallar para salir adelante durante los momentos más bajos de la zona del sur de El Bronx, hasta el punto de que se consideran prácticamente supervivientes de guerra.

“En los años 80 era un mal barrio. Esto se parecía a Beirut en esa misma época”, cuenta Ramírez (54), reparador. Se refiere a la capital del Líbano, que fue destruida durante la guerra con Israel en 1982. Así, en el South Bronx había edificios abandonados después de incendios provocados, terrenos sin construir y mucha delincuencia y drogadicción. En los últimos tiempos, el barrio ha renacido de las cenizas, literalmente.

Morales (46), quien trabaja como superintendente, recordó la figura del padre católico y líder comunitario Louis Gigante, quien fue un gran defensor de los derechos de los inquilinos. El padre de origen italiano fundó la South East Bronx Community Organization (SEBCO) y lideró la rehabilitación y construcción de 1,100 apartamentos, aunque esta historia tuvo un giro triste cuando, en 2007, el religioso fue acusado de malos manejos.

El barrio, que mezcla lo residencial, lo comercial y lo industrial, sigue siendo uno de los vecindarios más pobres de la ciudad. Hay muchos refugios y organizaciones comunitarias. Es, además, sede de la mayor despensa de alimentos del país, el Hunts Point Market, y, con tantos camiones pasando, hay contaminación.

Ramírez reconoce que hay mucho por hacer. “Pero los cambios han sido fenomenales. La gente se conoce por muchos años y no se muda. Algunos que se han ido, regresan. La gente es más consciente de limpiar las calles. Ya empiezan a llegar algunos blancos”, resume.

Hunts Point limita con el Bruckner Expressway al oeste y al norte, con el Bronx River al este, y con el East River al sur. Hunts Point Avenue es su principal vía comercial. Su composición demográfica es: 70% hispana, 25% negra, 2% blanca y 3% de dos o más razas. Tiene una población de 46,851 personas que ocupan un área de 2.8 kilómetros cuadrados, según Citi-Data.com.

Andrés Belisaro (40) contador dominicano, trabaja hace 15 años en Hunts Point. Dice que sus clientes son dominicanos, puertorriqueños, ecuatorianos, salvadoreños y hondureños. “Muchos trabajan en factorías, en la industria alimenticia o en el gran mercado”.

La autopista Bruckner (278) separa Hunts Point de Longwood al oeste. Justo a la salida de la estación 149 del tren 6, el caminante encontrará un sector muy exclusivo.

Julio Hernández (73) trabajó como ingeniero en un hospital del sector. Recuerda que en la zona había muchos judíos, pero se mudaron cuando llegaron los afroamericanos y los latinos. “Más hacia la gran marqueta, el barrio se hace más popular y problemático”, señala.

Héctor Martínez (52) lleva 20 años en su casa, que compró “cuando el barrio era malo”. Su inversión se ha disparado por las nubes, pero ha debido gastar mucho en reparaciones a lo largo de los años. Trabajó en publicidad, luego en una imprenta, y ahora siente que vive en un barrio excelente por su posición céntrica en el área tri-estatal por la que se mueve.

José y Grace Alvear, padre e hija ecuatorianos, administran Ecua Cleaners en Southern Blvd., una importante vía comercial. Describen el barrio como de clase trabajadora y con una parte comercial. “Por la noche se hace un poco peligroso, pero cerramos temprano”, dice la hija.

Oscar Soto (70) es dueño del taller Atlantis y consumado usuario de su moto Harley Davidson. Cuando llegó hace 30 años, sólo había venta de chatarra. “Pero con el mejoramiento del barrio y el crecimiento del mercado los impuestos se han puesto muy altos y me tengo que mudar a un espacio más pequeño”, destacó.

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Historia

Los europeos colonizaron Hunts Point en 1663. Edward Jessup y John Richardson compraron la tierra a la tribu Weckquaesgeek. Tras la muerte de Jessup, la tierra fue a parar a su yerno Thomas Hunt Jr., de quien heredó el nombre.

Hasta 1850 otras familias adineradas ocuparon la península, entre ellos H.D. Tiffany, propietario de la famosa joyería.

El estatus como área de descanso y vacaciones del barrio terminó después de la Primera Guerra Mundial. Llegó el metro, nuevos edificios empezaron a reemplazar las mansiones y el barrio se volvió popular y diverso.

La segunda mitad del siglo 20 se caracterizó por el abandono y el crimen. Las décadas de 1960, 70 y 80, fueron periodos duros en la historia del barrio.

Desde entonces han aflorado instituciones culturales como The Point Community Development, The Bronx Academy of Arts and Dance y Mud/Bone Studio 889.

Cómo llegar

El tren 6 en las estaciones Longwood Avenue, Hunts Point Avenue y Whitlock Avenue. También se pueden utilizar los buses Bx5, Bx6 y Bx46.

Biblioteca Pública

Está localizada en el 877 Southern Boulevard

(718) 617-0338

Estación de Policía

Cuartel 41

1035 Longwood Avenue

(718) 542-4771

Oficina de correo

800 Manida Street

(718) 991-1586

Bienes raíces

Para comprar

Un estudio, $120,000

Un estudio en un edificio de lujo, $500,000

Un apartamento de dos habitaciones, $480,000

Una casa multifamiliar, $580,000

Para alquilar

Un apartamento de una habitación, $1,000

De tres habitaciones, fluctúan entre $1,600 y 1,800

De cuatro habitaciones, $2,200

Una casa unifamiliar de dos habitaciones, $2,200

El centro de distribución de comida de Hunts Point cuenta con 1.33 kilómetros cuadrados.

Fue abierto en 1967, se expandió en 1974 y, en 2005, anexó el mercado de los pescados. Contiene más de 800 compañías y emplea más de 25,000 trabajadores.

The New York City Terminal Market reparte frutas y verduras de 49 estados del país y de 55 países extranjeros.

Cada año, 2.7 billones de alimentos son vendidos en esta sección.

La Autoridad de Vivienda (NYCHA) administra 13 edificios en el barrio.

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Cielo Jaramillo

Madre de dos hijos de 35 y 27

Nacida en Manizales, Colombia

Más de 30 años en el vecindario

Cielo Jaramillo no revela su edad, pero lleva más de 30 años en EEUU donde adelantó sus estudios universitarios en administración de negocios con énfasis en comunicación. En un momento de su vida se cansó de ser negociante y se dio cuenta de que lo que más le gustaba era ayudar a la gente y le resultó la oportunidad de ser asesora profesional. En la organización Proyecto Hope, división de Urban Health Plan, asesora a la gente a impulsar sus vidas laborales. En la organización también dan clases de inglés, ESL, de validación del bachillerato, GED, y las clases de OSHA para el cumplimiento de la seguridad en el trabajo.

—¿Qué necesita la comunidad del South Bronx?

Falta capacitación en trabajos calificados. Vamos a abrir cursos en cómo poner inyecciones, extraer sangre, ser reparadores. Me gusta más ayudar en la comunidad que en los ambientes académicos, porque ayudo a más personas. Mucha gente tiene que terminar el GED y luego se da cuenta de que puede recibir un diploma por una carrera corta. Eso les va cambiando las vidas. Hay gente que se pone límites mentales, entonces ayudo a cambiar sus perspectivas. Si es preciso hasta llamo a los padres.

—¿Cómo es el proceso?

—Yo los catalogo en qué les gusta hacer. Cuando tú tienes pasión por algo vas a producir lo mejor. Si te obligo a estudiar algo que no te gusta, las cosas no van a terminar bien. A veces he ayudado a médicos emigrantes a los que animo a que logren esa gran meta de revalidación de sus estudios. Las barreras son los idiomas y los exámenes tan difíciles

—¿Cómo es lo de los cursos de OSHA?

—Cada día se reportan en EE.UU. 17 muertes por accidente laborales. La gente se queda callada, cree que no tiene derechos. Hay personas que ofrecen servicios para los que no tienen las herramientas ni la experiencia y luego dejan viudas y huérfanos. También hay contratistas irresponsables. Acá se han inscrito más de 400 personas para los cursos.

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