Quien tanto te critica… ¡en el fondo te admira!
¿Se han puesto a pensar en que las personas que más critican son las más infelices?
Mi amiga María se queja de no tener tiempo para ir al gimnasio, para ir a misa y mucho menos para contestar el teléfono cuando uno la necesita. Sin embargo, cuando es hora de criticar a los demás, pareciera que su reloj se detuviera, y ahí sí, María puede hablarte por horas—pero de los demás.
¿A quién no le gusta criticar? A todos nos ha pasado. Si, a todos nos ha pasado hablar de más y luego quedarnos pensando, ahhh, mejor me hubiese quedado callado. Después de todo, “calladitos nos vemos mucho más bonitos”.
Todos hemos disfrutado escuchando un buen chisme. Pero, ¿qué pasa cuando nosotros somos los protagonistas de ese chisme? Ahí la historia cambia ¿no? Nos molestamos, lloramos y pensamos que quien se atrevió a hablar mal de nosotroses una persona malvada.
Me molesta cuando la gente critica por criticar. Claro, existen las conocidas críticas constructivas, y esas a mí me encantan. Son aquellos comentarios de los que al final del día aprendes algo y esas cosas que te las dicen “por tu bien”. Sin embargo hay personajes, como mi conocida María, que pareciera tener un cuchillito en la punta de la lengua, y lo que quiere es dañar a los demás.
Pensando en el tema, me encontré esta frase que me dió la solución a mis problemas. “Quien tanto te critica, en el fondo te admira”, wow, que sabias palabras las de mi amigo Alberto. ¡Mejor no lo pudo haber dicho!
¿Se han puesto a pensar en que las personas que más critican son las más infelices? ¿Las que más feas se sienten? ¿Las que más inseguras de sí mismas están? Una persona exitosa en su carrera, no tiene tiempo para pensar en cómo le va el vecino. Una mujer guapa, no tiene tiempo para mirar que zapatos trae puesto la amiga porque ella siempre lleva la frente en alto.
¿Será que quienes te critican tanto están secretamente obsesionados contigo? Mmmm, creo que podría ser cierto. Como quieren ser como tú “se fijan, o te ven de más”, y claro, encuentran que en vez de tres lunares en la nariz, tienes cuatro.
En cuanto a mi amiga, la empecé a ver diferente cuando leí estas sabias palabras. En vez de verla y escuchar sus cometarios con molestia, pienso: “tranquila, es que te admira”. En el fondo, me dió tranquilidad y un poco de lástima pensar que ella, una mujer cuya vida podría ser maravillosa y hasta mejor que la mía, se toma el tiempo e invierte tanta energía en pensar y hablar tanto de los demás, incluyendo de mí.
Es muy fácil apuntar el dedo y que nos enfoquemos en los que siempre hablan mal de los demás. Los invito a que la próxima vez que nosotros mismos sintamos esas ganas de chismear, criticar, y destrozar a alguien con nuestra boca, pensemos dos veces: ¿Será que secretamente admiro tanto a esta persona? Es fácil decirlo, y muy difícil practicarlo, pero no hagamos lo que no nos gustaría que nos hicieran, y tampoco digamos lo que no nos gustaría que dijeran de nosotros.
¿Será entonces que tenemos más admiradores de lo que pensábamos? Viéndolo así, pues entonces que nos critiquen, ¿no?
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