Comerciantes de El Bronx y Queens afectados por nevada

Caen las ventas a pesar de que algunos residentes aprovecharon el día para salir a pasear

Pocos comercios en Hunts Point abrieron este martes.

Pocos comercios en Hunts Point abrieron este martes. Crédito: Gerardo Romo / El Diario

Nueva York — El área comercial de Hunts Point a lo largo de Southern Boulevard, una de las más activas y concurridas de El Bronx, lucía solitaria y con numerosos negocios cerrados estemartes. Comerciantes de la zona comentaron que las condiciones del clima dejaron pocas ventas.

“Ayer la preocupación era surtirse de víveres por el miedo de una mega tormenta invernal. Tuvimos muy buenos ingresos, fue el mejor día de la semana”, dijo Francisco Morales (31), trabajador de un pequeño supermercado propiedad de coreanos cerca de la Avenida Westchester. “Hoy no hay nada de clientes. Todo el mundo está refugiado en casa. Creo que las autoridades exageraron la alerta”, dijo el inmigrante mexicano.

Pero no sólo los comerciantes se quejaron. Algunos residentes en las inmediaciones del corredor comercial de Southern Boulevard reprocharon la demora con la que se restableció el servicio de autobuses y trenes. El metro de la Gran Manzana apenas comenzó a funcionar pasadas las 9 a.m. y en horario de domingo.

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“Fue una pesadilla esta mañana para llegar al trabajo. Tuve que caminar porque no había trenes”, contó la ecuatoriana Magdalena Gómez (43), empleada de una panadería.

Gómez tuvo que caminar desde la estación de la Avenida Elder hasta la de Hunts Point, del tren 6. Por lo general son unos 10 minutos en el transporte público, pero a la madre de tres niños le tomó unos 30 por la acumulación de nieve en las aceras.

Algunos residentes también se quejaron de la falta de limpieza en andenes como el ubicado en la calle East 143.

“Las estaciones de El Bronx son las más descuidadas. Esta es la hora que no pueden quitar la nieve y el exceso del agua. Para los ancianos es un verdadero peligro”, se quejó la puertorriqueña Juanita Torres (61), residente en la avenida Longwood.

En varias zonas de Queens también se respiró un sentimiento de frustración. Tres horas después de que se reanudara el transporte público, le estación Roosevelt Avenue en la calle 74, en Queens, tenía poca presencia de usuarios que se subieran al tren 7 o bajaban a las otras tres líneas subterráneas. No era el usual hormiguero humano con prisa que siempre se ve allí.

Y esta falta de movimiento de transeúntes se sitió en los negocios de la avenida Roosevelt y en la avenida 37, donde más de la mitad de las rejas de comercios estaban abajo. Poco a poco algunos abrían como la cafetería Starbucks, que apenas atendió a clientes pasadas la 1 p.m.

El restaurante de asados El Chivito de oro también abrió, pero sus parrilleros estaban sentados. A las 2 p.m. habían atendido apenas tres mesas. “Es un desastre. A esta hora deberían ser diez mesas”, dijo uno de los trabajadores del lugar.

Marcos Narvaezzi, propietario del restaurante peruano Lima Limón vio a las 9 a.m. en las noticias que las autoridades de la Ciudad dieron luz verde a la actividad, pero él tomó la decisión de seguir cerrado. “Mis empleados me han escrito o llamado pero yo les dije que no abriríamos. Hoy hago vueltas bancarias y me pongo al día con la contabilidad. Luego descanso. Mañana será otro día”.

Dino Pacheco (45) oriundo del Distrito Federal mexicano limpiaba con buen humor la nieve de su camioneta blanca sobre la calle 79. Bromeaba con un vecino y le indicaba hacia dónde arrojar las paladas de nieve “Es una bendición porque descanso y me la tomo suave. Un regalo de Dios que tengo que aprovechar”.


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Algunos padres en Queens caminan con sus hijos y se detenían al ritmo de los pequeños mientras éstos revolvían la nieve o desplomaban con sus botines las montañitas de algodón. Otros padres con sus hijos adolescentes iban a comprar comida u objetos de necesidad.

La pareja de Cali, Colombia, José Muñoz (60) y Patricia Tascón 57 se cansó del encierro y salió a caminar para que se les abriera el apetito.

Muñoz trabaja en una fábrica de carteras en Manhattan y sus jefes judíos le dijeron que no fuera. Pero sus críticas se dirigen más a las autoridades. “Se les va la mano en las precauciones y paralizan la ciudad y la economía. El perjudicado es uno porque no pagan el día”.

“La única vez que acertaron fue con la tormenta Sandy”, dijo Tascón.

Jorge Luis Ramírez (30) un mexicano vendedor de rosas, no bajó la guardia ni su ramillete. Usualmente trabaja en Sunset Park y sobre la Roosevelt entre la 74 y la 100. “Yo no paro de vender y le pongo fe que voy a vender mis existencias”, dijo con una sonrisa.

– Esta historia fue trabajada por Zaira Cortés y Joaquín Botero

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