Educación para los deportados

Hay más de un cuarto de millón de niños estadounidenses que viven en México, que dejaron su país al ser deportados sus padres y hoy enfrentan serios problemas para continuar su educación.

Los requisitos del sistema educativo mexicano exigen que los niños extranjeros para inscribirse en la educación básica necesitan presentar una copia certificada, o “apostillada”, de su acta de nacimiento o documento equivalente.

Esta no es una exigencia exótica ni extravagante, pero sí difícil de cumplir. Los padres deportados no abandonan Estados Unidos en condiciones normales con la documentación en la mano necesaria para funcionar en México ni con el conocimiento de lo que se le requerirá.

Para obtener este “apostillado” es necesario contactar directamente a la Secretaría de Estado del Estado en donde nació el niño para certificar el acta de nacimiento.

Este es un proceso engorroso considerado como uno de los principales obstáculos para formalizar el ingreso de los niños al sistema educativo mexicano, según el Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI) de México. El Registro Nacional de Alumnos y el Registro Oficial de Documentos Académicos y Certificación estimó que durante el ciclo escolar 2013-2014 había 307, 125 niños extranjeros inscriptos en la educación básica, 289,727 son estadounidenses .

Muchos de ellos, a falta de un acta certificada, son inscriptos de manera temporal por la cual no reciben boleta de calificaciones ni certificado de primaria o secundaria.

Esto retrasa y hasta frustra la educación estos menores, migrantes a la fuerza, que fueron penalizados una vez con la deportación de sus padres y ahora con los obstáculos burocráticos que nos les permite estudiar. En vez de ser integrados y formados para la visión de una sociedad regional de Norteamérica, ellos parecen no pertenecer a ningún lugar.

Sería bueno flexibilizar la exigencia mexicana del apostillado, aumentar el registro consular de niños y niñas nacidos en Estados Unidos de padres mexicanos, entre otras medidas.

La deportación es una experiencia traumática a la que no debe sumarse la destrucción del futuro de los hijos por no poder estudiar. Ellos son los ciudadanos transfronterizos del futuro

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Deportados México niños

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