Renovación en la Iglesia Católica

La Iglesia Católica ha dado un gran paso en su renovación, porque aceptar a Monseñor Romero como santo, es aceptar su lucha por la paz, la armonía y la justicia social

Óscar Arnulfo Romero fue declarado oficialmente "mártir" por el Papa Francisco.

Óscar Arnulfo Romero fue declarado oficialmente "mártir" por el Papa Francisco. Crédito: <copyrite>Archivo </copyrite><person>< / person>

SAN SALVADOR-. La conclusión del proceso para beatificar al asesinado Monseñor Oscar Arnulfo Romero está teniendo varias lecturas. Una de ellas muy importante se refiere a un proceso de renovación que nace de la Santa Sede y con la llegada del Papa Francisco, el primer latinoamericano en ese puesto. Esa renovación está muy enfocada especialmente en América Latina

Recientemente en el Vaticano se celebró una conferencia de prensa por los postuladores encargados del proceso de Romero para explicar el significado del martirio del arzobispo asesinado. La coincidencia es que Romero fue siempre leal a la Iglesia, al pueblo que era maltratado y a su fe. Por eso Oscar Arnulfo es Mártir, asesinado por odio a la fé.

Se detalló que nunca Romero, que pese a las contradicciones internas en la Iglesia local y con el mismo Vaticano, a las amenazas y toda la violencia generada en su contra, nunca quiso abandonar su puesto de Arzobispo que le exigía “proteger a su rebaño, como un buen pastor”.

Es sabido que Romero vivió, como muchos otros religiosos, el drama palpable de un continente martirizado por las guerras y las dictaduras. En el Vaticano se habló de dictaduras represivas y de oligarquías insensibles.

Pese a lo que la derecha salvadoreña le achaca, Romero nunca tomó partido por algún bando. Como defensor de los derechos humanos, desde luego, si el ejército y la policía masacraban todos los días, estas instituciones eran las más señaladas.

A la izquierda armada también la condenó por graves crímenes, como los secuestros y asesinatos; pero a muchos se les olvida que la derecha era la que estaba ejerciendo el poder estatal y que lejos de cuidar a sus ciudadanos, lo que hicieron fue masacrarlos; igual que asesinaron y desaparecieron a cuanto opositor quisieron. Entre las víctimas estuvieron varios sacerdotes, monjas, laicos y colaboradores de las iglesias.

Creemos que todos los salvadoreños debemos unirnos para celebrar la beatificación y después la canonización de Monseñor Romero. Pero hay algo que no se nos debe olvidar: el proceso investigativo y judicial sobre el asesinato está en la impunidad y es el Estado Salvadoreño el que tienen que resolver su mancha.

Es una verdadera vergüenza para El Salvador que a nivel internacional Monseñor Romero reciba los más grandes galardones como humanista y mártir, y resulta que el Estado, que debe velar por la justicia para todos los salvadoreños, mantenga la impunidad en su magnicidio, así como mantienen impunidad en el caso de la masacre de la UCA, Roque Dalton, Roberto Poma y miles de connacionales asesinados y desaparecidos injustamente.

La Iglesia Católica ha dado un gran paso en su renovación, porque aceptar a Monseñor Romero como santo, es aceptar su lucha por la paz, la armonía y la justicia social, así como el incondicional respeto a los derechos humanos. Esperamos que el Estado Salvadoreño haga su propia parte impartiendo la justicia que Monseñor Romero predicaba y que reclamaba, en esencia, el cese de la impunidad.

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