Cuando los veteranos de guerra se suicidan

Un ex marine latino se quitó la vida luego de sufrir de PTSD

Margarita Reyes habla sobre su hermano Elias Reyes Jr., un marine que sirvió en Iraq y Afganistán y que se suicidó cuatro años después.

Margarita Reyes habla sobre su hermano Elias Reyes Jr., un marine que sirvió en Iraq y Afganistán y que se suicidó cuatro años después. Crédito: Ciro Cesar

@AraceliMartinez

Margarita Reyes no titubea un segundo para decir que su hermano menor Elías Reyes Jr. se quitó la vida como consecuencia del daño psicológico que sufrió durante los 4 años que sirvió en Afganistán e Iraq.

“Él regresó con trastorno de estrés postraumático y un 30% de daño traumático en el cerebro”, recuerda Margarita con voz dolorida mientras se limpia las lágrimas.

“¿Cómo no iba a estarlo, si le tocó ver bombas explotar. El neurólogo nos explicó que el impacto de las explosiones hace olas en el cerebro y éste queda dañado”, cuenta.

“Eso no fue todo, a mi hermano le tocó ver cómo el cuerpo de su mejor amigo se prendía fuego; fue testigo también de cómo un hombre suicida explotó una bomba frente a otro compañero y lo mató; miró niños heridos morir. Todo lo que van a hacer es a matar, si no los matan a ellos o a sus compañeros”, relata.

Elias Reyes Jr. se enlistó a los 17 años en los Marines. Lo primero que Margarita Reyes notó cuando regresó después de servir en Iraq y Afganistán fue que sus ojos habían perdido su brillo.

Aquel hermano chistoso que ella conocía, se había convertido en un muchacho introvertido, se quedaba mucho tiempo en su cuarto, cualquier ruido fuerte lo enojaba, no se diga los ladridos de perro.

Margarita dice que a pesar de los episodios postraumáticos, su hermano se inscribió en UCLA y se graduó en 2012 de la carrera de filosofía. Quería ser un doctor.

“En UCLA recibió mucha ayuda mental, pero al terminar la carrera no quiso aceptar el medicamento que le querían dar en la Administración de Veteranos. Eran pastillas contra el suicidio pero cuyos efectos secundarios eran suicidas”, dice molesta.

Cuando les avisaron que su hermano se había quitado la vida a los 27 años de edad, cuenta que fue muy difícil porque la familia pensaba que estaba fuera de peligro pues había superado los dos primeros años, por lo general considerados los más duros.

Aún cuando en la familia hay otro hermano que sirve en la Fuerza Aérea de EEUU y está en el Medio Oriente, Margarita no quiere saber de que más jóvenes sean enviados a pelear al exterior. “Tenemos muchos problemas aquí, por qué no los arreglamos antes de ir a otro país”, opina con un dejo de molestia.

Comparte que el suicidio es de lo más normal entre los veteranos. “Cinco de los amigos militares de mi hermano se suicidaron, y de su batallón 20”, se lamenta.

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Lo más triste, dice Margarita, es que cuando los militares regresan se encuentran con una gran burocracia. “Mi hermano batalló mucho. Trabajaba medio tiempo, estudiaba. Le daban muy pocos beneficios por discapacidad. No le querían pagar los cursos previos para ir a la escuela de medicina. Tuvimos que hacer colecta para pagar su entierro, tardamos tres semanas para sepultarlo porque no nos daban el terreno, y no recibió ayuda suficiente para tratar su depresión”, se quejó.

“Este país necesita no solo servirse de los militares sino servirlos cuando regresan con todo el daño y depresión que les dejan las guerras a este país”, dijo.

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