Rugby, el deporte de gigantes cada vez más peligroso
Los jugadores de este deporte son cada vez más altos y pesan más, lo que hace que un choque entre ellos sea equivalente al impacto de un automóvil
La figura de un jugador de rugby impacta. Son cuerpos gigantes que en promedio miden 188 centímetros y pesan 104 kilogramos.
Estas cifras son más relevantes teniendo en cuenta la referencia a la que hizo recientemente el Museo Mundial de Rugby con sede en Reino Unido, en la que muestra la evolución de la fisonomía de los jugadores desde que el deporte se transformó en profesional hace más de 50 años.
Desde 1962 los jugadores han crecido ocho centímetros y han aumentado casi 20 kilogramos, tamaño que ha influido en el estilo de juego en el rugby moderno, que ahora es más potente, rápido y físico.
Parte de esta evolución radica en la genética del ser humano, pero también hay un trabajo de preparación y entrenamiento que hace del jugador de rugby un individuo fuerte y resistente.
El problema es que cuando estos jugadores colisionan en el terreno de juego se produce un impacto que equivale al del choque de un automóvil.
Es por eso que muchos aficionados y gente vinculada al deporte se preguntan si habrá un límite en este crecimiento, el cual comienza a preocupar a doctores que advierten que el cuerpo humano no está condicionado para aguantar semejante castigo.
Dolores de cabeza
El número de contusiones registradas en Inglaterra aumentó un 59% durante la temporada 2013-2014 según mostró el informe anual publicado por la Unión de Rugby inglesa (RFA, por sus siglas en inglés).
En total hubo 89 casos en comparación con los 54 que se produjeron la temporada anterior, un aumento que según las autoridades del deporte se debe al mejor entendimiento de los doctores en lesiones de la cabeza.
“Hay una mayor conciencia de los jugadores sobre el significado de los síntomas y más predisposición de informar esos síntomas a los doctores de los clubs”, dijo a la BBC el doctor Simon Kemp, jefe médico de la RFA.
“También hay un entendimiento mucho mayor por parte del cuerpo médico de los clubs de cómo diagnosticar y reconocer las contusiones”.
El informe también resalta que el promedio de días que necesitan los jugadores para recuperarse de sus lesiones aumentó levemente hasta los 26 días, mientras que el año pasado hubo 23 jugadores que se vieron obligados a retirarse prematuramente por una lesión.
Kemp, sin embargo, advirtió que es necesario ver estos resultados desde la perspectiva correcta.
“Los jugadores que sufren de contusiones son una minoría. Es importante establecer el tamaño del problema de las contusiones dentro de un contexto”.
Para el doctor Willie Stewart, asesor de neuropatología del Hospital General del Sur de Glasgow, no se puede obviar el patrón que se viene repitiendo cada año.
“incluso antes de este crecimiento repentino, el número de contusiones viene aumentando año tras año”, dijo a la BBC.
“Para mí eso significa que es necesario hacer algo para comenzar a reducir estos niveles de lesiones”.
“simplemente no podemos aceptar este nivel de lesiones en el deporte. Es inaceptable”, consideró.
A largo plazo
El sonido de un choque entre dos jugadores de rugby se puede escuchar en todo el estadio pese al rugido de los espectadores, pero son contados los casos en el que un jugador resulta lesionado.
El psicólogo deportivo Richard Cox considera que los jugadores preparan sus cuerpos para este tipo de contacto para anticipar el golpe.
“Ellos calientan atrayendo el contacto para que sus cuerpos se vayan acostumbrando. Debido a la adrenalina las lesiones no se sienten en el partido ni cerca de los que duele a la mañana siguiente”, dijo el doctor.
La alarma se dispara cuando se piensa en las consecuencias que pueden tener estos golpes con el paso del tiempo.
“La acumulación de impactos hace estragos”, reconoció JPR Williams, exjugador de Gales y doctor.
“Mis compañeros y yo pasamos de los 60 años y la mayoría de nosotros hemos tenido que reemplazar alguna articulación. Los jugadores de hoy lo tendrán que hacer unos 20 años antes, es decir, que tendrán que hacerse la caderas y las rodilla alrededor de los 40 años”.
Para el doctor Stewart lo más importante es identificar el lugar en el que hay más riesgo de un daño a largo plazo.
“Los hombros se pueden reconstruir y las caderas se pueden reemplazar, pero si dañas tu cerebro no hay vuelta atrás. Esta es un área en la que se tiene que hacer muchas más investigaciones”.
El doctor Kemp aseguró que se está trabajando en este camino y que en los próximos dos meses se publicarán dos estudios dedicados a la salud de los jugadores una vez que se retiran.
“Estamos trabajando en un estudio con la Universidad de Oxford con un rango de personas entre los 20 y 85 años que será un primer paso para entender una relación entre jugar rugby y cualquier desorden neurodegenerativo”.
Los doctores consideran que es poco probable que en 50 años los jugadores puedan aumentar otros 10 centímetros y subir otros 20 kilogramos, pero ninguno está 100% confiado de que eso no pasará.