Con la mira puesta en DACA

Dos jóvenes dreamers que se benefician de la expasión de la Acción Diferida relatan cómo se han preparado para el proceso

Francisco Curiel no ve a hora en que pueda presentar su solicitud para DACA.

Francisco Curiel no ve a hora en que pueda presentar su solicitud para DACA. Crédito: Gerardo Romo

@Zaira_Reporter

Sumado a un frente de jóvenes soñadores, Francisco Curiel (22) alzó la voz y los puños por un alivio migratorio que la abriera las puertas a la universidad, pero la primera Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) no le benefició.

Los requisitos de ser menor de 31 años y haber entrado a Estados Unidos antes de cumplir los 16 años, dejaron fuera a unos 6 millones de jóvenes indocumentados en la primera emisión de DACA. En el caso de Curiel, las restricciones de llegada le impidieron favorecerse. Para calificar era indispensable estar presente en el país desde el 15 de junio de 2007, pero el inmigrante mexicano llegó a Nueva York en agosto de ese año.

“Fue devastador asimilar que no tendría una presencia legal por una disparidad de meses. Me quedé en el limbo”, expresó.

Francisco, estudiante de Queens College, se sumó en 2008 a los esfuerzos de Se Hace Camino Nueva York por un alivio migratorio incluyente. La pesadumbre de no disfrutar de los frutos de su lucha pronto se disipó al contagiarse de la fortaleza de otros jóvenes.

“Hubo desolación entre los que no se beneficiaron, pero nunca desunión. Volvimos con movilizaciones más enérgicas. Exigimos una acción diferida menos restrictiva”, comentó.

Curiel y sus compañeros de lucha alcanzaron su sueño en noviembre de 2014 cuando el presidente Barack Obama anunció la expansión de DACA. Con las nuevas directrices el permiso de trabajo se extiende de dos a tres años y se elimina el máximo de edad que permite calificar a las personas nacidas antes del 15 de junio de 1981. También cambian los criterios de presencia de junio de 2007 al primero de enero de 2010.

“Estoy listo para solicitar el alivio migratorio, sólo estoy esperando el tiempo para entregar mi solicitud. He reunido todos los documentos”, indicó Curiel. “Estoy ansioso por salir de la sombra del estatus ilegal”.

Con un permiso de trabajo y una tarjeta de seguro social, el joven activista disfrutaría de las mismas oportunidades laborales y educativas que sus pares universitarios. Su sueño inmediato es concretar su independencia económica y ayudar en casa.

“Vengo del hogar de una madre soltera que está pendiente de mi hermana adolecente. Ha sido un camino difícil para los tres”, indicó. “Mamá cruzó la frontera dejándonos al cuidado de tíos en México. Años más tarde mi hermana y yo nos reencontramos con ella en Queens. La unificación familiar es un tema prioritario”.

Francisco, un residente de Flushing, dijo que cambió la licenciatura en Administración de Empresas por la de Estudios Latinoamericanos a raíz de su experiencia.

“Quiero ser parte de los cambios trascendentales en mi comunidad y la educación es la llave”, dijo. “El alivio migratorio es un paso, pero la lucha no termina aquí. Nuestra meta es una reforma incluyente y humana”.

Trabajar más de 60 horas a la semana y acudir a la escuela para conseguir del Diploma de Educación General (GED), es una odisea que el mexicano Johnny Bautista (29) libra todos los días de buena gana, decidido a beneficiarse de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).

“El tiempo es crucial”, expresó el residente del vecindario de Soundview, El Bronx. “No hay más opciones para mí, tengo que aprovechar la expansión del alivio migratorio ahora”.

Bautista no cubrió los requisitos para la primera versión de DACA en 2012, pero ahora su sueño de tener un permiso de trabajo y una tarjeta de seguro social legítima está por cumplirse.

Bautista emigró a los 15 años encandilado por las historias de bonanza de los inmigrantes de su natal Atlixco, Puebla. Lejos de matricularse en la secundaria se incorporó de inmediato al rudo mercado laboral, obligado a pagar la deuda del cruce y las facturas de renta.

“No fui a la escuela. Tenía que trabajar y asumir las responsabilidades de un adulto”, comentó. “No tenía ningún certificado escolar para ser considerado para DACA. Fue muy duro enfrentar esa realidad”.

Bautista se matriculó en 2012 en las clases de GED de Asociación Tepeyac, pero luego de 5 meses desistió de su meta de graduarse, al ser incapaz de combinar los estudios con el trabajo duro en el restaurante mexicano Tlaxcalli, en el que labora como chef desde hace nueve años.

“Llegó un momento en el que no pude más y decidí dejar de intentarlo”, comentó. “Me resigné a que nunca tendría un permiso de trabajo”.

Pero la expansión del presidente Obama reavivó su esperanza de calificar para DACA. Sin las restricciones de edad mínima y fecha de llegada, Bautista tiene una nueva oportunidad. Pero para ser elegible necesita completar el certificado de GED, y no le sobra el tiempo precisamente.

Desde hace cuatro meses, Johnny acude a las clases vespertinas de GED en la escuela Rafael Hernández, en El Bronx. Mientras tanto, tres días a la semana debe entrar al restaurante a las 5 a.m. para cubrir su horario laboral, y así salir temprano para ir a la escuela. Su día termina a las 9 p.m.

“Es realmente duro”, indicó. “Cualquiera pensaría que es imposible. Hay días en los que no puedo mantenerme de pie por el cansancio”.

Sin importar el viento helado y las tormentas invernales, Johnny es religiosamente puntual en el trabajo y en la escuela. Pero ya se ha demostrado a sí mismo que la exigencia rinde frutos. En 2011, The New York Times citó la comida tradicional de Tlaxcalli, reseña que Bautista consideró un éxito personal por su esfuerzo en el menú, en colaboración con el propietario, Mauricio Gómez.

La gastronomía no es su única pasión. Bautista emplea su poco tiempo libre en su negocio en casa de reparación de teléfonos y computadoras. Y, luego de conseguir el certificado de GED, sueña con matricularse en un colegio comunitario y especializarse en informática.

“Tomé cursos de informática en línea, pero quisiera tener educación formal en el colegio”, dijo. “Yo espero que DACA me permita cumplir esa meta”

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