¿Por qué será que a los coreanos les gusta ver a otros comiendo por televisión?

Es el último grito de la moda en Corea del Sur: el muk-bang, cenar frente a una webcam y que te vean miles de personas, que pagan si les gusta lo que ven. ¿Qué lo hace atractivo? ¿Lo haremos todos en el futuro?

¿Cenarías frente a una webcam para que miles de personas te vean comer… y paguen por ello?

Si les gusta cómo comes, pagarán unos cientos de dólares por noche. Un salario nada malo por hacer lo que harías de todas formas. Esto es lo que está pasando en Corea del Sur.

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Con frecuencia se dice que si quieres saber cómo será el futuro, debes fijarte en la manera en la que avanza la tecnología en el que es, quizás, el país más conectado del planeta.

El fenómeno del que estamos hablando se llama muk-bang, una combinación de “comer” (muk-ja) y “televisar” (bang-song) en coreano.

Fui testigo de este futuro en el apartamento de Lee Chang-huyn, en el octavo piso de una torre residencial en Seúl. Cerca de la medianoche se conecta junto con un par de amigos e interpreta su cena, que consiste en calamar crudo picante un día y cangrejo el siguiente.

“Interpetar” -como un actor- es la palabra correcta. Es extravagante en sus gestos, le muestra su comida a la cámara para seducir a su audiencia. Hace mucho ruido al comer, como parte del show. Invirtió dinero en un buen micrófono que capturara los crujidos y los sorbidos.

No se trata de un asunto privado. Unas 10.000 personas lo ven comer cada día, dice. Le mandan un flujo constante de mensajes a los que responde verbalmente (con palabras) u oralmente (comiendo, en forma muy visible y ruidosa).

Si a la audiencia le gusta el espectáculo, le otorgan lo que se conoce como “globos de estrella”, cada uno de los cuales significa un pago para él y para el canal de televisión por internet por el cual se transmite sus performances.

Lee Chang-hyun responde con evasivas cuando se le pregunta cuánto gana, pero según ha estimado la BBC contando los globos de estrella en su pantalla, con un show de dos horas debe ganar varios cientos de dólares.

Su cena-performance es parte de un fenómeno que dice algo acerca de cómo la sociedad está cambiando y cómo la televisión se está transformando… en Corea del Sur hoy y, quizás, en tu propio país mañana.

Su show se transmite por un canal de internet llamado Afreeca (abreviatura de “cualquier transmisión gratis”, en inglés). El canal permite que las personas les transmitan sus videos a otras personas. Muchas personas.

Es un canal de televisión sin todos los costos y la parafernalia de un canal de televisión. A quienes actúan ante las cámaras, como Lee Chang-hyun o BJ Termin, se les conoce como “jockeys de transmisión”.

¿Cuál es el atractivo de mirar a otras personas comer desde tu propia computadora? ¿Es una especie de voyeurismo, pornografía de comida, quizás?

Lee Chang-hyn se refiere a sí mismo como un avatar. Los espectadores se proyectan en él, así que cree que come para darles un placer de segunda mano.

“En Corea, especialmente para las mujeres, la apariencia física es muy importante. Estos son platos que engordan mucho, así que verme a mí comiéndolos les proporciona algo de satisfacción”, le explica a la BBC.

A mí esto no me convence. Toda la gracia de comer es comer. Eso de “yo como para que tú no tengas que comer” no me cuadra.

Quizás el atractivo esté en la compañía, aunque se trate de algo remoto, a través de internet. Se siente como si estuvieras en una cena con amigos, en la que estos están repartidos en las distintas habitaciones.

“Les gusta verme comer, pero también conversar mucho”, dice Lee Chang-hyun. “Hablamos de todo. Incluso los aconsejo sobre problemas que puedan tener, así que tenemos una relación real”.

De pronto eso cuenta como una relación real en nuestra época: una relación remota, entre personas que están muy lejos, cada una en su casa, atomizados en la megatrópolis.

Lee Chang-hyun gana dinero porque su show es bueno.

Ofrece un flujo constante de observaciones y frases ligeras. A veces se levanta y baila al son de una canción que suena en sus auriculares. Canta por su cena.

No es un baboso que se deja caer en frente de su comida y se atraganta frente a la cámara (aunque también los hay así, y son parte del fenómeno). Es bien parecido y delgado, a pesar de los grandes platos de comida. Dice que practica deportes extremos y tiene el metabolismo perfecto para comer en grande sin engordar.

El dinero entra por la vía de los clics. Ve los símbolos que significan que ha habido una “donación” en su pantalla, pero asegura que no lo motiva el dinero.

“Lo que estoy haciendo es juntándome con mis espectadores. Es una especie de promesa, de pacto que tengo con ellos. Me junto con ellos. me diverto con ellos. En ese sentido, no lo considero un trabajo”.

Sin embargo, se trata de la forma más brutal de show de televisión.

Mientras que las estrellas convencionales negocian contratos y reciben un dinero que está garantizado por el tiempo que el contrato esté vigente, su paga sube y baja cada segundo, dependiendo de cómo la audiencia reacciona. Ésta tiene el “botón de pagar” en sus manos.

Si tiene un mal día, no le hacen clic.

Definitivamente, no es un sistema de remuneración que vaya a atraer a los presentadores de prestigio de la industria televisiva convencional.

Y la idea de la compañía a distancia a través de una webcam puede deprimir a aquellos que todavía creen en el calor humano y el contacto directo.

Pero así podría ser el futuro. Corea del Sur está muy tecnificado. Parece que todo el mundo está conectado a internet todo el tiempo. En ese sentido, es el futuro.

Y hay algo que es tan cierto como que el calamar crudo es calamar crudo: si los surcoreanos están teniendo cibercenas a la medianoche hoy, tú las tendrás mañana.

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