Embajador Medina Mora se desliga de “Rápido y Furioso”

El diplomático mexicano quiere llenar la vacante de ministro en la Corte Suprema de México

Washington.- Frente a quienes buscan descarrilar su candidatura como ministro de la Suprema Corte en México, el embajador mexicano ante la Casa Blanca, Eduardo Medina Mora, aseguró este lunes que nunca tuvo conocimiento del trasiego de armas a México dentro de la “Operación Rápido y Furioso”.

Su oficina divulgó sendos documentos de 2012 del Departamento de Justicia de EEUU que concluyen que la operación no contó con la autorización de los altos mandos en Washington, ni fue consultada o coordinada con la embajada de EEUU en México,ni con las autoridades mexicanas.

Uno de los documentos, de más de 470 páginas, precisa fechas y nombres de las personas implicadas en la operación de 2009.

Ninguno de los documentos menciona a Medina Mora, que entonces era procurador general de México (2006-2009).

El embajador figura en la terna para la Suprema Corte de Justicia que presentó el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, al Senado de ese país, lo que le ha valido numerosas críticas de grupos cívicos que acusan a Medina Mora de estar implicado en abusos de derechos humanos.

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La semana pasada, durante una tensa comparecencia ante el Senado mexicano, Medina Mora negó haber tenido conocimiento o haber autorizado la fallida operación policial.

Medina Mora también salió al paso de un informe de la emisora mexicana MVS, que señaló que cuando él fue fiscal general de México, la Oficina Federal para el Control de Alcohol, Tabaco y Armas (ATF, por su sigla en inglés), dio cursos a agentes a su cargo sobre rastreo e identificación de armas.

En una carta a MVS, Medina Mora insistió en que “Rápido y Furioso” no se llevó a cabo durante su gestión y por lo tanto no estuvo al tanto ni autorizó la operación.

La operación encubierta, iniciada por ATF en Phoenix, permitió el trasiego de unas 2,000 armas a México, con el objetivo de rastrear a narcotraficantes.

Solo que las autoridades le perdieron el rastro a centenares de armas, muchas de alto calibre.

Algunas fueron a parar a narcotraficantes, y dos de ellas fueron encontradas en la escena del asesinato de un agente de la Patrulla Fronteriza en diciembre de 2010.

El escándalo causó la renuncia, despido o traslado de algunos funcionarios de ATF.

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