“Cruzaremos el río, no nos queda de otra”

Hondureños mutilados por La Bestia buscan entrevistarse con el presidente Obama

Carlos Ramírez (gorra blanca) y Edgardo Melgar (sombrero) buscan hablar con el presidente.

Carlos Ramírez (gorra blanca) y Edgardo Melgar (sombrero) buscan hablar con el presidente. Crédito: Gardenia Mendoza Aguilar

@GardeniaMendoza

MÉXICO – Veinte hondureños mutilados de brazos y piernas por La Bestia, el tren de carga en el que viajaron ocultos por México, se lanzarán en cualquier momento al río Bravo para nadar entre sus peligrosas corrientes como si fueran migrantes sin problemas y no lo que son: hombres sin extremidades completas.

La meta del grupo es entrevistarse con Barack Obama. “No tenemos papeles y por eso cruzaremos por el río, no nos queda otra”, dijo en entrevista con este diario José Luis Hernández, líder de la Asociación de Migrantes Retornados con Discapacidad, integrado por más de 400 lisiados.

Si la corriente no los ahoga, si la Patrulla Fronteriza no los detiene, si cruzan a EEUU y finalmente si la Casa Blanca les abre las puertas, el mandatario del país más poderoso del mundo “temblará” con sus historias.

O al menos sabrá de la voz de los protagonistas que ya nadie los contrata por sus lesiones, que sus hijos mueren de hambre, que cada año regresan cerca de 200 cadáveres quienes iban en busca del sueño americano, que hay 600 hondureños con lesiones por caer del tren y que hay cerca de 2500 desaparecidos en su trayecto.

Escuchará sobre el dolor que causa aguantar hambre, sed, persecución por bandas delictivas y de policías en México, como José Luis Hernández, quien después de 20 días, perdió el conocimiento por el cansancio y se cayó desde lo más alto de un vagón de La Bestia, lo que le ocasionó la pérdida de una pierna, un brazo y una mano a unas millas de EEUU.

El grupo intentó reunirse con el presidente de México, Enrique Peña Nieto en 2014, pero éste no los recibió porque los centroamericanos no hicieron una solicitud formal.

Este año, en Distrito Federal los recibió un funcionario menor del Senado, tomó notas y los devolvió a la calle. Tras esta experiencia, los hondureños se sentaron en la banqueta, se quitaron las prótesis y tomaron fuerzas para encaminarse a Monterrey con miras a alcanzar lo más pronto posible Matamoros, la frontera anhelada.

Norman Varela, quien forma parte de la caravana de migrantes mutilados asegura que llegarán a Washington DC, “con la ayuda de Dios”, es decir, con la caridad de la gente, como los $422 que les dieron en una colecta en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la Ciudad de México.

La realidad es que nadie los patrocina desde que salieron de Progreso, su tierra natal en Honduras, el pasado 16 de febrero. Duermen en albergues y avanzan de ciudad en ciudad cuando las limosnas alcanzan para pagar comida y transporte.

¿Podrán hacer eso en Estados Unidos?. “Con la ayuda de Dios todo se puede”, insiste Varela.

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