Familia trasciende en el negocio de las carrozas mientras promueve las tradición boricua

José Camacho (48) conoció a su esposa María Camacho hace treinta años en la avenida Summer en Newark y hace poco compraron una casa en la misma vía gracias a su duro trabajo diseñando carrozas.

Este año, para el Desfile Puertorriqueño, llevarán seis carrozas para clientes como el Comité Noviembre y el pueblo de Culebra, entre otras entidades. Antes del evento, trabajan al límite en las bodegas de la Guardia Nacional del Ejército en Newark. Gracias a su trabajo comunitario, pagan un arriendo módico.

Don José cuenta que desde muy joven aprendió de sus tíos en la población rural de San Sebastián, al occidente de Puerto Rico, el arte de montar carrozas. Luego, en Nueva Jersey, trabajó durante veinte años como soldador profesional y hace diez empezó a ser chofer de carrozas para una compañía grande en Clifton.

Con los años vio la posibilidad de empezar su negocio. “Ellos no te enseñan sus secretos, pero yo tengo buen ojo y con mis conocimientos anteriores empecé”. Con una sonrisa cuenta que uno de sus empleados al que adiestró, hace poco se independizó y se llevó a un cliente. “Gajes del oficio”.

Las estructuras de madera, de metal y los objetos pesados pasan por las manos de José. La mano fina para la decoración es la de María, nativa de Cataño, pero criada en Newark. “Yo hago toda la decoración. No dejo que mi esposo meta mano. Mis tres hijos adultos tienen otros trabajos, pero nos ayudan a conducir los días de los desfiles. Trabajamos juntos y pasamos un día festivo en familia”, dice.

José y Carmen Camacho trabajan en la ciudad de Newark, en la construcción de las carrozas.
José y Carmen Camacho trabajan en la ciudad de Newark, en la construcción de las carrozas.

Las carrozas son empujadas por camionetas ‘pick up’. La estructura de las carrozas permanece casi igual. Cambian los colores de la decoración y los diseños. Hay mucha interacción con los clientes durante el proceso. “Siempre cargo material de repuesto por si tienen sugerencias de último minuto”, dice María.

Los Camacho trabajan principalmente para los desfiles de las comunidades filipina, india, dominicana, peruana, la puertorriqueña en Nueva York y Nueva Jersey y la del del orgullo gay.

ESPECIAL DESFILE PUERTORRIQUEÑO

“Para eventos pequeños como de la excelencia escolar, de iglesias o de equipos de béisbol infantil casi que trabajamos gratis, pero eso nos satisface y a veces cultivamos clientes”, cuenta José quien es muy hábil para el mercadeo y los precios competitivos.

“La parada puertorriqueña nos transmite mucha emoción. Nos encontramos con gente que no vemos hace mucho tiempo y promovemos nuestra cultura”, dice María.

La pareja reconoce que la publicidad es el motor del negocio, pero buscan destacar las tradiciones entre las pancartas. Las ranas Coquí, un lechón asado sobre rocas y al lado un sancocho, hechos de material de espuma parecen reales a la distancia.

No deje de ver la comparsa de la familia Camacho en el próximo desfile.

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