Figuras afroantillanas honradas por el desfile puertorriqueño hablan de orgullo, identidad y postergación

Para la diva de la ópera Martina Arroyo, quien rompió barreras musicales y raciales en los años 60 y 70 en escenarios de todo el mundo, el próximo Desfile Nacional Puertorriqueño (NPRDP) será muy especial. Primero porque recibirá un homenaje, y segundo porque nunca antes había participado.

“Esta es mi primera parada y ni siquiera sé qué tengo que hacer, si me voy a sentar en un carro o en una carroza, o si voy a caminar o bailar, ¡no tengo ni idea!”, bromeó entre risas la soprano de 78 años, después de precisar qué se siente “muy honrada, desde luego” por la invitación.

Arroyo, quien nació en Harlem y tiene raíces puertorriqueñas y afroamericanas, es una de las figuras homenajeadas este año por NPRDP bajo el lema “Celebrando la Herencia Afro-Antillana”, además de Marta Moreno Vega, fundadora del Centro Cultural del Caribe y el Instituto de la Diáspora Africana, la escritora Mayra Santos-Febres, el pintor Carmelo Sobrino, y los músicos Cucco Peña y Miguel Zenón.

Martina Arroyo, la diva de la ópera
Martina Arroyo, la diva de la ópera

“El término afro-antillano, o afro-puertorriqueño o afro-borinqueño, lo acuñó en el siglo 19 Arturo  Schomburg”, explicó Sandra García-Betancourt, en referencia al historiador, autor y activista que recibirá un homenaje póstumo en el desfile junto a la coreógrafa, actriz y activista Sylvia del Villard.

García-Betancourt, quien dirige el Comité de Cultura, Artes y Educación de la junta del NPRDP, destacó que el tema coincide con la designación de la próxima década como “La Década Internacional de los Afrodescendientes”, por las Naciones Unidas.

“Nosotros no llamamos a la ONU, pero como estos desfiles son una cuestión de celebrar la identidad,  pensamos que como los puertorriqueños también somos afrodescendientes, debemos unirnos a esas celebraciones globales”, dijo.

En el caso de Martina Arroyo, quien debutó en el Met en 1965 y se retiró de los escenarios en 1991, esta identidad le viene de su madre afroamericana, Lucille Washington, y su padre Demetrio Arroyo, nacido en Puerto Rico.

“Tengo ambas herencias y mis padres se llevaban muy bien”, dijo. “La idea de separarnos es ridícula porque solo vamos a encontrar la fuerza en la unidad… Y si preguntas: fuerza, ¿contra qué?  No, no es en contra de nada. Debemos ir juntos para mejorar nuestras condiciones, pero no lo veo como una pelea contra los blancos, eso sería una estupidez”.

La legendaria soprano, quien ha desarrollado una gran labor educativa a través su Fundación y fue homenajeada por Kennedy Center, dijo que sus padres siempre enfatizaron la educación y ella creció sintiéndose “no como una negra latina, sino como un ser humano”. Aunque su padre se crió en Estados Unidos y apenas hablaba español, en casa sí se disfrutaban costumbres boricuas como comer pasteles en navidad.

“Cuando voy a Puerto Rico mi marido me pide que deje de comer. Me encanta el arroz con habichuelas, el sazón, los plátanos, ¡ay, no me hables de comida puertorriqueña!”, bromeó, y aunque la entrevista fue en inglés, agregó: “Ah, y sí que sé decir cosas en español, como dame dinero, bésame mucho, te quiero… las cosas importantes”.

Memoria postergada

La presencia africana en Puerto Rico, que se remonta a la llegada de los primeros conquistadores españoles, trascendió los confines de la esclavitud y es una parte fundamental de la cultura de la isla y en todo el Caribe, afirmó otro de los homenajeados, Miguel Zenón.

Elsaxofonista, compositor y director Miguel Zenón
El saxofonista, compositor y director Miguel Zenón

“El día a día de cualquier puertorriqueño está repleto de elementos que reflejan nuestra herencia africana. Desde nuestra manera de hablar y nuestras inflexiones y ‘acento’, hasta nuestra dieta”, dijo el saxofonista, compositor y director de banda vía correo electrónico desde Puerto Rico.

Zenón, ganador de la prestigiosa beca “para genios” de la Fundación MacArthur, señaló a la música de Bomba como el mejor representante de esa herencia. “Contiene todos los elementos que relacionamos con las tradiciones de este continente (específicamente partes del oeste de África) y tiene muchísimas similitudes con otros estilos que representan lo mismo en otras parte de Latinoamérica (La Rumba o La Tumba Francesa en Cuba, por ejemplo). Se podría decir cosas similares de la Plena también”.

Por su parte, la novelista Mayra Santos-Febres dijo que espera que el reconocimiento del desfile sirva para que “otras se sientan tan orgullosas de ser negra y boricua como yo me siento”, y afirmó que el pasado de opresión todavía pesa entre los afrodescendientes.

Mayra Santos-Febres, novelista
Mayra Santos-Febres, novelista

“Ha habido una postergación histórica sostenida que nos ha afectado a todos”, reflexiona la autora de “Nuestra Señora de la Noche” por correo electrónico desde Nicaragua, donde participa en el encuentro de narradores Centroamérica.

“Sabía que había boricuas negros famosos en el deporte (Clemente, Angelita Lind), en la música (Carmen Delia Dipiní, Ruth Fernández , Lucy Faverí) en la comedia (Carmen Belén Richardson, Otilia Washington), pero ¿en las artes literarias? Silencio. Eso me hizo crecer con mucho miedo a ser lo que yo era, una escritora puertorriqueña negra”, reveló sobre sus inicios.

La fundadora del Festival de la Palabra, que se celebra anualmente en San Juan y Nueva York, dijo que su sueño es que en el futuro haya más boricuas afrodescendientes en espacios de toma de decisiones a nivel nacional e internacional.

“Las razones son obvias”, dijo Santos-Febres. “Solo cuando los negros accedemos a estos espacios se refuerza la percepción del mundo entero de que somos más que un color de piel. Somos escritores,  educadores, políticos,  geólogos,  teólogos o traductores.”

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