Editorial: Una nueva crisis migratoria
Este es el último capítulo de una historia compleja cuando en 2013 el Tribunal Constitucional dominicano anuló la ciudadanía para todos los nacidos de padres extranjeros indocumentados desde 1929
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La isla Española vive un serio problema que amenaza la expulsión de miles de haitianos de la República Dominicana. El racismo, las condiciones económicas, una naturaleza cruel y la compleja relación entre dos pobres naciones condenadas a compartir una isla está sumando otra crisis migratoria a las que están sucediendo en distintas partes del mundo.
Este es el último capítulo de una historia compleja cuando en 2013 el Tribunal Constitucional dominicano anuló la ciudadanía para todos los nacidos de padres extranjeros indocumentados desde 1929. La desnacionalización de cientos de miles de dominicanos descendientes de haitianos causó una justa indignación que condujo a un Plan de Regularización cuya inscripción terminó la semana pasada, al cual se acogieron 288,466 personas que ahora tienen 45 días para presentar documentación que les permita quedarse. Por lo visto hasta ahora, el trámite es complejo y parece estar hecho más para rechazar gente que para recibirla.
Las deportaciones que ya han empezado contrastan con el espíritu solidario con que los refugiados haitianos fueron recibidos en la Dominicana después del terremoto del 2010. Esto incrementó la significativa presencia haitiana en la economía dominicana con su aporte de mano de obra, lo que también aumentaron los prejuicios raciales hacia lo haitianos. Hay un sector de la sociedad dominicana que, a pesar que la mayoría es de piel oscura, se sienten más europeos, asumiendo una postura racista hacia sus vecinos.
Esta crisis podría haber sido evitada si se hubieran hecho realidad las promesas de ayuda internacional que abundaron después del terremoto. El incumplimiento, la corrupción y la mala administración no ayudaron a Haití ni siquiera a recuperar su electricidad, agua potable y servicios sanitarios básicos. El reporte de cómo la Cruz Roja gastó 500 millones de dólares para construir seis viviendas resume la magnitud del fracaso de esta asistencia.
El impacto económico de la ayuda internacional a Haití habría beneficiado a todos en la isla por la interdependencia de compartir el mismo pedazo de tierra rodeado de mar, aliviando el flujo migratorio. Sin embargo, las dificultades económicas vuelven a despertar lo peor del ser humano: el resentimiento al inmigrante y el racismo.