Editorial: Obamacare es legal y bueno
El fallo no excluye la discusión política contra Obamacare.
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La reforma de cobertura médica ya ha sido sancionada en dos ocasiones por la Suprema Corte de Justicia. Es hora de aceptar su existencia y su validez. El fallo de ayer del Alto Tribunal demostró la motivación política detrás de las demandas para derogar una ley que dejaría a más de seis millones de beneficiarios sin seguro de salud. La disputa política seguirá como un elemento clave en las elecciones presidenciales de 2016.
La reforma de cobertura médica ya ha sido sancionada en dos ocasiones por la Suprema Corte de Justicia. Es hora de aceptar su existencia y su validez. El fallo de ayer del Alto Tribunal demostró la motivación política detrás de las demandas para derogar una ley que dejaría a más de seis millones de beneficiarios sin seguro de salud. La disputa política seguirá como un elemento clave en las elecciones presidenciales de 2016.
Es lamentable que la batalla contra Obamacare siga porque el fallo debería cerrar la discusión sobre la constitucionalidad de la ley y abrir el debate para mejorarla. La ley ha sido beneficiosa para la mayoría, amplía los derechos de salud de la población y no ha multiplicado el coste como algunos auguraban. Pero hay mucho que mejorar en prestaciones y en respuesta a las preocupaciones de millones de personas que pagan mucho más que antes y están atados a deducibles. Una ley tan compleja necesita reajustes y calibraciones.
Estaba claro que la interpretación de cuatro palabras en disputa no podía contradecir el espíritu de la ley ni la intención de los legisladores. Es una sabia decisión. De otra manera, se habría dejado sin cobertura médica a millones de residentes en Estados de gobernadores republicanos que deliberadamente no crearon su mercado de seguros estatal. Si el Alto Tribunal hubiera prohibido los subsidios esos republicanos se hubieran encontrado en la difícil situación de explicar porque eliminaron la cobertura para millones de personas.
El fallo no excluye la discusión política contra Obamacare. El Congreso repetirá los fútiles esfuerzos legislativos para eliminar la ley con el fin de mantener la oposición viva entre la base republicana. En realidad no hay una alternativa clara que cuente con el respaldo generalizado. Un intento serio de legislación encontraría las mismas divisiones paralizadoras en la bancada republicana que en inmigración.
La decisión permitirá también a los precandidatos presidenciales atacar al Obamacare sin necesidad de proponer mucho más, lo que es el regreso -con algunos cambios positivos- al sistema anterior, cuando las compañías de seguros y no los pacientes, eran las que decidían la cobertura.
Más allá de la especulación política e ideológica, la realidad es que la ley existe y sus simpatizantes crecen a medida que sienten los beneficios. La cobertura médica universal, tal como en su momento fue controversial Medicare, está para quedarse porque reconoce el valor de la persona para tener una calidad de vida decente.