Bote por Trump

Hay personas que tienen la habilidad de sacar lo peor que el género humano lleva dentro. Donald Trump es uno de ellos. Cárguese de paciencia y actúe sin perder los estribos. Las riendas tensas y la ortografía al día. No es igual “botar” que “votar”.
Los comentarios de Trump contra la emigración mexicana han caído como un jarro de agua fría entre la población latina. Los despropósitos de Trump, que achaca al emigrante mexicano la exclusividad del tráfico de drogas, el crimen y la violación, son un serio peligro para la salud cuando llegan al punto de desatar la ira incontrolada del que se los toma muy a pecho. Y si se te va la mano, puedes quedar peor que Jara, que no es Víctor, en su último partido contra Uruguay.
Se trae a colación lo anterior con motivo de la reacción visceral dealgunos emigrantes latinos a los aplausos cómplices de otros, también latinos, que se identifican con la verborrea electoralista del millonetis. Los ofendidos, respondiendo a estas provocaciones, y espoleados por la referencia visual de la foto de uno de los participantes en un foro, se revolvieron con expresiones tales como ‘cara de indio’, ‘lo del burrito por…’, ‘te van a poner caquitas de ratón en la comida’, ‘maricón’, etc. El exceso de secreción biliar, a la postre, había activado los más bajos instintos de los furibundos foreros.
Otro prejuicio detectado en este tipo de “intercambio de pareceres” es la descalificación del que hace un comentario “que no gusta” por su mala ortografía. La educación educa mal. Las faltas de ortografía no lo son de raciocinio por lo que nunca deben resaltarse para degradar a un participante comentarista ya que podría coartar su derecho a intervenir. Pero no se debe olvidar nunca que insultar a un defensor de Trump llamándole indio, es racismo con la ortografía con que se escriba. O “maricón”, precisamente cuando está aún calientita la declaración del derecho de los del mismo sexo a contraer matrimonio. La amenaza de poner heces de ratón en la comida, por más que responda a una descalificación previa de la comida mexicana, es una tarugada que hace flaco favor a la industria restaurantera. Es, en definitivas cuentas, ‘el tiro que se escapa por la culata’, o dicho con un hispanglicismo: ‘darse un tiro en el pie’.
Hay que refrenarse a la hora de usar expresiones ofensivas, por más que muchas de ellas sean herencia de otros tiempos y otra educación. Lo acabamos de constatar en una rueda de prensa del entrenador de futbol de Brasil, que dijo,tras su eliminación en la Copa América, sentirse negro por la cantidad de golpes que le habían llovido. Es un hecho que nuestra lengua está plagada de frases que injurian a africanos, homosexuales, mujeres, indígenas o discapacitados, por citar algunos casos notorios. Como actitud modélica, el oyente debe aprender a aguzar la sensibilidad y no quedar indiferente.
Para terminar, insistir en que lo que se registra en “texto digital” queda asociado a nuestra “memoria digital” para la posteridad. ¡Cuidado! Sobre todo los emigrantes, porque somos un colectivo al que se le exige no solo ser ejemplar, sino parecerlo. Somos un segmento de la población al que se mira con lupa y del que se magnificará “lo que hagamos” a la interesada conveniencia de políticos, analistas que buscan titulares y millonarios caprichosos que aspiran a la presidencia.
Luis Silva-Villar es catedrático de lengua y lingüística en la U. de Colorado CMU. lenguaporoficio@gmail.com

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Donald Trump

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