Casa Blanca: la suspensión o expulsión de estudiantes no sirve  

Hay estrategias que funcionan y la idea es replicarlas, dicen algunos expertos  

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Crédito: Getty Images

Más de tres millones de estudiantes en escuelas públicas son suspendidos o expulsados cada año en EEUU, suficientes para llenar 45 estadios para el “Super Tazón”, pero ahora los distritos escolares analizan alternativas a las medidas disciplinarias que rara vez mejoran el clima de aprendizaje.
Decenas de maestros, directores de colegios y superintendentes de todo EEUU participaron ayer miércoles en un encuentro en la Casa Blanca para discutir alternativas a la suspensión o expulsión de estudiantes que, por complejas razones, corren mayor riesgo de ir a parar a una cárcel o a la tumba.
Según datos del Departamento de Educación, de los 49 millones de estudiantes en las escuelas públicas en el ciclo escolar 2011-2012, un total de 3,5 millones obtuvieron suspensión dentro de los colegios, otros 3,45 millones fueron suspendidos fuera de las escuelas, y 130,000 fueron expulsados.
En las escuelas con programas preescolares, el 6% indicó haber suspendido fuera de la escuela a al menos un niño, un problema que afecta en particular a los varones.
No se trata de ignorar, premiar ni incentivar la mala conducta sino encontrar alternativas para que los estudiantes mejoren su rendimiento académico, explicó a este diario John King, subsecretario de Educación.
“Hay estrategias que están funcionando en diversas comunidades, como programas de consejería, proyectos extracurriculares y de segundas oportunidades para quienes han caído en el sistema de justicia, y la idea es replicarlos”, explicó King, quien recordó la necesidad de que el Congreso proteja los fondos para la educación.
Por su parte, Juan Govea, un maestro de la secundaria Salinas, en California) da fe de cómo una intervención positiva a tiempo puede rescatar a jóvenes en riesgo de deserción escolar.
“Cuando un estudiante que ya corre riesgo de unirse a una pandilla es suspendido, vemos que aumenta su riesgo porque tiene más tiempo libre. Si reducimos las suspensiones, el estudiante lucha por sacar mejores notas   “, explicó Govea, quien instó a los padres a involucrarse en la educación de sus hijos.
Govea puso el ejemplo de “Brian”, un joven tránsgenero en su escuela, que empezó a hacer “mandados” para una pandilla, pero la escuela lo ayudó con servicios de consejería “y le salvó la vida”.
La suspensión de un estudiante, si bien alivia a corto plazo las posibles interrupciones en el aula, acarrea graves consecuencias para su aprendizaje y eventual graduación de secundaria.
En muchos casos, las medidas disciplinarias extremas, como la suspensión, expulsión o denuncias a la policía, no mejoran ni la conducta y motivación del estudiante ni la seguridad en las escuelas.
Por el contrario, estas medidas contribuyen a que el estudiante repita el grado, no se gradúe a tiempo o, en el peor de los casos, abandone por completo los estudios y termine en pandillas o en la cárcel.

Castigos extremos

Aunque el ausentismo o la mala conducta derivan de factores como problemas de salud y aprendizaje, uso de drogas y crisis familiar, las estadísticas demuestran que los estudiantes de minorías suelen llevar la peor parte de los castigos.
Así, unque los negros y latinos conforman el 40% de la población estudiantil en EEUU, más de la mitad de éstos son referidos a las autoridades policiales o arrestados por incidentes en las escuelas.
Además, los estudiantes negros son el 16% de la población en las escuelas públicas pero totalizan el 42% de quienes son suspendidos más de una vez y el 34% de los expulsados.
Mientras, los estudiantes con ciertas discapacidades son el 12% de la población escolar pero conforman el 75% de quienes son restringidos físicamente en las escuelas.

 Empezar con “buen pie”

El uso de alternativas a medidas disciplinarias extremas ayudan a los estudiantes a empezar con “buen pie” en el aula.
Por ejemplo, el Distrito Escolar Unificado de San Francisco (SFUSD), en California, adoptó en 2009 políticas para capacitar al personal docente en mejores prácticas “restaurativas”. Desde entonces, ese distrito redujo las suspensiones de 3,098 en el ciclo escolar 2009-2010, a 1,921 en el año escolar de 2012-2013.
En 2013, el Distrito Escolar Unificado de Los Angeles (LAUSD) fue el primero en el país en prohibir las suspensiones por ciertos actos de desobedencia –como el no apagar un celular o no vestir el uniforme escolar- y adoptar medidas disciplinarias alternativas.
Un mejor clima de aprendizaje ayuda a reducir el ausentismo y actos de violencia en las escuelas, y mejora la participación y el rendimiento académico de los estudiantes.
El superintendente del Condado Miami-Dade, Alberto Carvalho, resumió con sencillez el problema: el estudiante que no está en su aula, por suspensión u otro motivo, no aprende, y eso tiene consecuencias a corto y largo plazo.
Ese condado ha puesto en marcha alternativas a la suspensión de estudiantes –como un mayor uso de consejeros escolares y un programa para reducir el hacinamiento en algunas escuelas-, al grado que registra una tasa de suspensión del 10%, entre las más bajas en Florida.

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