Aumento en precio de medicinas afecta a los hispanos

El incremento excesivo e inesperado de un remedio contra la toxoplasmosis pone en relieve un problema que afecta a un alto porcentaje de pacientes latinos

La polémica originada esta semana –que se hizo viral en las redes sociales-,  por la subida repentina de un 5,000% en el precio de una medicina para prevenir la malaria y la toxoplasmosis, especialmente en personas con VIH y cáncer, no es sólo sino la punta del iceberg de un problema que afecta a muchos estadounidenses de bajos recursos, principalmente a los latinos.

Aunque ya se arrepintió y anunció este miércoles que reducirá el costo del medicamento, Martin Shkreli, jefe de la compañía farmacéutica Turing Pharmaceuticals, causó mucha controversia e indignación cuando  informó que el medicamento Daraprim pasaría de costar $13.50 a $ 750 por píldora, a pesar de que producir cada una sólo cuesta $1.

La decisión de Turing Pharmaceuticals, con sede en Nueva York, se produjo luego que la compañía adquirió en agosto los derechos para Estados Unidos de las pastillas comercializadas como Daraprim.

Esta medicina, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU,  es vital porque trata la toxoplasmosis una enfermedad infecciosa que afecta a las personas con un sistema inmunológico debilitado, como los pacientes con VIH/Sida, los que han tenido un tratamiento de quimioterapia o algunas mujeres embarazadas. De allí toda la indignación que su exagerado aumento ha causado entre pacientes y la comunidad médica en general.

A principios de este mes, una encuesta de la Fundación de la Familia Kaiser, reveló que el 72% del público considera los precios de los medicamentos como “no razonables”.

Pero, lo cierto es que este no es un asunto que sorprende. Se trata, más bien, de una práctica común en EEUU. Debido a la falta de regulaciones comerciales y gubernamentales más estrictas,  y como consecuencia del fuerte cabildeo de este poderoso sector en los pasillos del Congreso en Washington, los estadounidenses han sido víctimas, por décadas, de especulaciones y abusos por parte de la industria farmacéutica.

Latinos enfermos y vulnerables

Entre los grupos de pacientes más vulnerables a esta práctica se encuentran los latinos, que sufren de enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, hipertensión, males cardiacos, cáncer, entre otras afecciones, que requieren tomar ciertas medicinas de por vía.

“Yo tomo Lyrica para los calambres y los dolores en los pies que me causa la neuropatía diabética. Es una medicina carísima. Yo pago como $230 por 30 pastillas, por lo que si la aumentan sería imposible para mi poder comprarla”, indica Nieves González, una dominicana de 69 años residente en Miami.

“Otra medicina súper cara es el Voltaren, que me la dan para los dolores de la artritis. Es una crema cuyo potecito cuesta más de $100”, se queja González, quien dice poder costear parte de sus medicamentos gracias a que recibe Medicare.

Según datos de la Alliance of Community Health Plans, el costo de los seis medicamentos más populares para tratar la diabetes superó el 150% en los últimos cinco años. Dos de estos medicamentos subieron de precio más de 250%.

Una encuesta realizada por la organización AARP en Nueva York encontró que casi dos tercios de los hispanos en esta ciudad (más del 66%) dicen que están preocupados a la hora de pagar por medicamentos recetados.

La misma encuesta reveló que uno de cada cinco neoyorquinos hispanos gasta al menos $100 al mes, de su propio bolsillo, para comprar medicamentos con receta. Otra gran mayoría gasta una proporción de $50 a $99 mensuales por sus remedios.

Al rechazo que han expresado los pacientes por el aumento de la droga Daraprim, se han unido médicos particulares y organizaciones como la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA).

“Seguimos preocupados por los aumentos considerables de precios en los medicamentos genéricos, que siguen ocurriendo sin la suficiente atención a los efectos que tales aumentos tendrán en los pacientes que necesitan estos medicamentos esenciales para ellos”, indicó en declaración a este medio el doctor Stephen Calderwood, presidente de la IDSA.

El doctor  Calderwood  aplaudió el anuncio de este miércoles, por parte de Martin Shkreli, de que su empresa va a bajar el precio de Daraprim. “Este es un medicamento esencial para el tratamiento de una enfermedad que amenaza la vida de nuestros pacientes”, dijo.

Reaccionan candidatos demócratas

También, algunos candidatos  presidenciales se unieron al mar de voces que criticaron la decisión Turing Pharmaceuticals.   “Sacar los precios de esta manera en el mercado de medicamentos especializados es escandaloso”, dijo en su cuenta de Twitter Hillary Clinton, refiriéndose a Daraprim.

Precisamente, la candidata demócrata anuncio esta  misma semana un plan para tomar medidas que buscan controlar el aumento de los precios de medicinas especializadas por parte de algunas compañías farmacéuticas.  

El plan propuesto por Clinton permitiría al programa gubernamental Medicare negociar precios de medicamentos más bajos, establecería un tope mensual de $250 para los pacientes con enfermedades crónicas, y prohibiría las tácticas dilatorias de algunas corporaciones que mantienen los medicamentos genéricos (sin marca y más económicos) fuera del mercado, entre otras.

Por su parte, el contendor de Clinton por la nominación presidencial demócrata, el senador Bernie Sanders de Vermont, ya había  presentado un plan para lidiar con los precios de los medicamentos, que incluye permitir a Medicare negociar los costos con las compañías farmacéuticas y permite a la gente comprar medicinas procedentes de  Canadá, donde son menos costosas.

Sin embargo, algunos van más allá y tomando como punto de partida la controversia creada por Turing Pharmaceuticals, han propuesto la imposición de controles de precios por parte del gobierno federal para reducir el costo exorbitante de muchas drogas.

Daraprim, que también se utiliza para tratar la malaria, fue aprobado por la Administración Federal para Medicamentos y Alimentos de EEUU por primera vez en 1953 y fue comercializada durante años por la farmacéutica GlaxoSmithKline.

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