Inesperado romance entre Wall Street y el socialismo de Evo Morales
No hace mucho que el diario londinense Financial Times, biblia del capitalismo, llamó a Evo Morales "el socialista más exitoso del mundo".
Aunque el discurso del presidente boliviano ha presentado en muchas ocasiones al “neoliberalismo” como un rival, la verdad es que no se la llevan tan mal, como sugiere el cumplido de la publicación británica.
Morales pasó este lunes, el día de su cumpleaños, en Nueva York dando una conferencia a inversionistas de Wall Street. El título del evento: “Cómo invertir en la nueva Bolivia”.
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El evento fue responsabilidad de FT Live, división dedicada a organizar conferencias del diario londinense.
El gobierno boliviano invirtió en el evento unos US$472.000, de los que US$330.000 fueron aportados como donación por la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Además, similar a lo que ya hizo sobre Brasil y Colombia, el FT publicó un reportaje especial titulado “La nueva Bolivia”, con notas sobre aspectos como turismo, agroindustria o consumo, y, en la versión impresa, con publicidad tanto del Estado como empresas privadas del país.
Moderación
Este aparente acercamiento de Morales a Wall Street parece un giro tal vez inesperado para un presidente que llegó al poder en 2006, tras años como líder sindical, con una reputación de radicalismo y hostilidad a los intereses políticos y económicos de Estados Unidos en la región.
Desde entonces, sin embargo, la economía boliviana ha prosperado.
Y la distancia entre Morales y los mercados no ha sido tan grande como alguna vez se llegó a pensar.
Y entonces, ¿qué fue lo que pasó para poner a Evo Morales más cerca de los afectos del capitalismo internacional?
Para empezar, argumentan algunos, Morales nunca fue tan radical en términos económicos.
En 2006, durante su primer año en el poder, el mandatario anunció la nacionalización de los recursos energéticos, al mismo tiempo que ordenaba a los militares la ocupación de instalaciones de empresas extranjeras en ese sector.
“En un sentido estricto, no hubo nacionalización. Hubo un cambio en los términos de los contratos para que una mayor parte de las ganancias se quedaran en Bolivia”, asegura sin embargo Eduardo Gamarra, catedrático boliviano de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en conversación con BBC Mundo.
Morales llegó al poder a mediados de la década pasada como parte de una oleada de mandatarios de izquierda, de los que el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez fue visto como el gran inspirador.
Pero Bolivia no comparte la extensión de los males económicos que afronta Venezuela hoy.
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Para Gamarra, fue un gran error interpretar el fenómeno de Morales como una expresión boliviana del chavismo.
El presidente boliviano “no es un antineoliberal, es un neoliberal indígena”, afirma Gamarra, para quien Morales ha combinado una retórica nacionalista con un manejo bastante más pragmático en la economía.
“Puso un ministro de finanzas entrenado en el extranjero, que entiende la lógica del mercado”, explica el académico.
Y aunque Gamarra se queja de lo que califica como limitaciones a la libertad de prensa y otras libertades políticas en el gobierno de Morales, en lo económico, el catedrático asegura que “han hecho las cosas bien”.
Tres veces más grande
Y en efecto, la economía boliviana ha prosperado en la década desde que Evo Morales llegó al poder, y es hoy tres veces más grande que en 2005 mientras que los índices de pobreza han descendido.
Triunfos que ayudarán a Morales en sus esfuerzos por aspirar nuevamente a la presidencia una vez termine su actual periodo en 2019, en caso de ser aprobada en un referéndum el año entrante una reforma que así lo permita.
Sin embargo, Eduardo Gamarra atribuye parte importante de estos resultados positivos económicos a las políticas ortodoxas que puso en marcha el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada, cuya renuncia en 2003 en medio de violentas protestas abrió la puerta a la llegada de Evo Morales al poder.
“Durante el gobierno de Sánchez de Lozada se desarrolló una política de inversion especialmente en la exploración de hidrocarburos. Cuando lo tumbaron en 2003 ya había dejado una posibilidad de inversión enorme en gas natural y petróleo”, advierte el catedrático.
Y en esa interpretación, Morales estaría cosechando los frutos de políticas económicas diseñadas por sus mayores adversarios políticos.
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El futuro
Pocos discuten que esta década ha sido buena para la economía boliviana. Un crecimiento del 5% anual en promedio y un Producto Interno Bruto que se acerca a los US$30.000 millones.
La pregunta es si ese crecimiento es sostenible en medio de una fuerte caída en los precios internacionales de los “commodities”, los bienes básicos como los hidrocarburos y la soya, que en estos años dejaron importantes réditos a Bolivia.
Gamarra subraya además que en estos años la inversión extranjera privada que llegó a Bolivia no ha sido tan amplia y que se estancaron algunos de los que se esperaba fueran proyectos bandera, como la proyectada inversión de US$2.100 millones por una empresa india en el complejo siderúrgico y minero de El Mutún.
“El modelo en Bolivia no va a funcionar solo con inversión del Estado”, asegura el profesor de la FIU.
Lo que ayudaría a explicar el renovado interés de Bolivia por mostrar sus opciones ante potenciales nuevos inversionistas extranjeros.
Y ayudaría a entender por qué Morales pasa su cumpleaños cortejando a banqueros en Nueva York.