Simplifica tu vida ya

Vivimos con las prioridades al revés porque no definimos qué es lo importante y cómo vamos a conseguirlo

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El cambio a una vida más balanceada comienza por tener claro lo que se desea.  Crédito: Shutterstock

Piensa: ¿cuántas piezas de ropa tienes sin estrenar? ¿Cuánto tiempo inviertes planificando qué ponerte o buscando ese pantalón imposible de encontrar en el armario repleto? ¿Cuántas horas inviertes en la limpieza y mantenimiento de la casa donde apenas estás porque sales tardísimo del trabajo? De todos los objetos a tu alrededor, ¿cuáles de verdad necesitas?  

Las preguntas son válidas porque muchos vivimos rodeados de un exceso de cosas. Para cumplir con el afán de poseer podemos caer fácilmente en una rutina insatisfactoria que nos aleja de lo que, en el fondo, consideramos más importante. Este es el planteamiento de quienes defienden la filosofía de  simplificar la vida para minimizar las posesiones materiales y aumentar las experiencias.

El por qué de esta inquietud puede tener diferentes explicaciones. La más obvia: la situación económica. No se puede hacer otra cosa que reducir gastos si perdimos el empleo o sabemos que peligra.

También proliferan los movimientos de conciencia ambiental que nos llevan a pensar en la necesidad de tomar medidas para reducir el consumo de artículos que eventualmente terminarán en la basura. Y algunas personas sencillamente ya no quieren vivir en la carrera que supone mantener una casa grande, un carro último modelo y un armario lleno.

Reduce el consumo para conseguir tranquilidad    

“Es una reacción a lo que ocurre a nivel social y económico. La gente está tratando de encontrar un balance. Se dan cuenta de que si ellos no toman las riendas de su vida nadie lo hará”, comenta Víctor Lleras hijo, autor del libro Bajo el hechizo, publicista y coach de transformación personal.

Así las cosas, hay quienes deciden, por necesidad o convicción, vivir una vida menos dependiente de las cosas materiales. Uno de ellos es el empresario Graham Hill, quien en marzo del año pasado contó a los lectores de el New York Times cómo pasó de tener una casa de 3,600 pies cuadrados a otra de 420.

Aunque su caso es particular, pues logró amasar una fortuna considerable a muy temprana edad y puede darse el lujo de renunciar a una mansión mientras viaja alrededor del mundo, Hill asegura que en cuanto a su relación con las cosas no se siente diferente al resto.

“De alguna manera, las cosas materiales terminaron por arruinar mi vida, o gran parte de ella; las cosas que consumía terminaron consumiéndome”, explicó en su escrito. En resumen, Hill logró tener prácticamente todo lo que deseaba pero después de un tiempo concluyó que “los objetos tienen la tendencia de desplazar las necesidades emocionales que están supuestas a satisfacer”.

Algo similar a lo expuesto por Hill es lo que lleva a muchas personas a considerar un cambio en sus vidas para estar más ligeros. Lleras lo describe como “el vacío y la  tristeza” de toparse con la realidad de que las cosas verdaderamente importantes tienen poco espacio en sus agendas.

Esto ocurre cuando, según Lleras, vivimos con las prioridades al revés porque no definimos qué es lo importante y cómo vamos a conseguirlo. Cuando estas prioridades no están satisfechas la carga emocional se acumula hasta ser insoportable. Y esas emociones se juntan con eventos del pasado que arrastramos.

De hecho, el coach indica que el primer paso para hacer un cambio no tiene que ver con tener más o menos objetos. “Lo más importante es soltar el peso de las cargas mentales. La mayoría de las personas tienen una vida complicada por cosas que ocurrieron en el pasado. Muchas complicaciones son autoimpuestas”, detalla.

Tecnología que abruma

estres celular

Parte de ese malestar emocional también lo provoca el peso de los mensajes que llegan de todos lados para invitarnos a consumir y a tener o a lograr determinado estatus. Incluso toda la tecnología que supuestamente nos facilita la vida puede tener el efecto de abrumarnos.

Se supone que el celular nos simplifica el trabajo pero ahora estamos conectados a la oficina aunque estemos en una cena. Llevamos el trabajo con nosotros en todo momento”, opina el coach  Misael Enoc, consejero y coach profesional.

Ambos entrevistados coinciden en que el cambio a una vida más balanceada comienza por tener claro lo que se desea. Y este no es un modelo único, pues cada persona decide el suyo.

Enoc y Lleras recomiendan comenzar por hacer una lista corta de prioridades. Esas son las cosas que queremos atender primero. Luego, hay que enumerar las necesidades básicas, por ejemplo, el hogar o la educación de los hijos. El tercer paso es establecer un plan para decidir cómo atender las necesidades en el orden descrito.

“Algo que veo constantemente es que, aunque todos aprendemos de forma diferente, mucha gente reacciona al aprendizaje visual. Por eso es importante hacer un plan escrito. Verlo es clave, porque de lo contrario las ideas se quedan en la cabeza, como un laberinto sin solución”, asegura Lleras, quien también es conferencista.

La mayor parte de tiempo y la energía debemos destinarla a lo que identificamos como lo más importante. Esto no significa reaccionar con impulsividad y de repente abandonar las responsabilidades que tenemos al momento. Hay que entender que algunos cambios pueden tomar más tiempo que otros, lo importante es empezar a actuar, desde donde sea posible, para alcanzar al meta, asegura Enoc.

El coach también invita a no perder de vista en el proceso la conciencia de lo que sí tenemos, pues parte de vivir una vida más plena consiste en valorar eso. Además, esto evita que nos creemos necesidades artificiales.

Requiere fuerza de voluntad y responsabilidad crear el hábito de evitar comprar compulsivamente o decir que sí a cuanto compromiso aparece. La clave, insiste Lleras, está en seguir tres pasos: identificar prioridades, establecer un plan para cumplirlas y también aprender a delegar, pues a menudo nos negamos a aceptar la valiosa colaboración de terceros para agilizar las metas.

Cuando es posible delegar, en el trabajo o la casa, tenemos más tiempo de ocuparnos en las tareas que tienen consecuencias significativas. Evitamos quedarnos en las “cosas pequeñas” que no proveen satisfacción sino que asfixian.

Algunas estrategias

  • Haz una lista de las cinco cosas más importantes en tu vida.
  • Examina qué estás haciendo para sentirte satisfecho con esas prioridades.
  • Elabora un plan con las iniciativas que puedes llevar a cabo para vivir de acuerdo a eso que es esencial para ti.
  • Aprende a delegar y hazlo cuando sea posible.
  • Examina tus pertencias y determina de cuáles puedes prescindir. Haz lo mismo cuando decidas comprar algo.
  • Pregúntate si de verdad lo necesitas y si adquirirlo te acerca o te aleja de tus metas importantes (vacaciones, viajes, ahorros).
  • Aprende a decir no a compromisos y obligaciones que te traen más tensión que satisfacción.
  • Busca desconectarte del teléfono y la computadora de vez en cuando, para que verdaderamente disfrutes de tu contacto con otros.

    – Camile Roldán Soto

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