Republicanos temen “barrida” de Trump en primarias y sopesan rebelión
Ben Carson amenaza con salirse del partido
WASHINGTON.- Ante el temor de que el magnate empresarial, Donald Trump, arrase en las primarias republicanas pero pierda la presidencia en 2016, líderes del Partido Republicano se preparan para una posible fragmentación de su convención nacional, algo que no ha ocurrido desde 1976.
El presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), Reince Priebus, se reunió ayer en una cena privada cerca del Capitolio con el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, y una veintena de líderes republicanos en la que analizaron posibles escenarios durante su convención nacional en Cleveland (Ohio), incluyendo una convención fragmentada en la que el “establecimiento”, en clara rebelión, apoyaría una alternativa.
Consultado al respecto por este diario, Sean Spicer, principal estratega del RNC, confirmó hoy las deliberaciones internas en torno a la convención, como reportó el diario The Washington Post.
“El RNC se mantiene neutral en este proceso y los reglamentos se establecerán cuando comience la convención en julio próximo. Nuestra meta es asegurar una nominación exitosa, y eso nos exige evaluar cada escenario, incluso una convención disputada”, explicó Spicer.
Trump ha sugerido que podría lanzarse como candidato independiente, pese a su compromiso inicial de apoyar a quien resulte ganador en las primarias republicanas.
Su más próximo rival, el neurocirujano afroamericano jubilado, Ben Carson, también ha amenazado con retirarse del partido si, a su juicio, los republicanos deciden ignorar “la voluntad de los votantes”.
Carson cuenta con un fuerte apoyo entre los evangélicos pero ha sufrido una caída en las encuestas en Iowa y a nivel nacional, debido en parte a que la seguridad nacional y la política exterior –sus flancos más débiles-, ahora dominan en la contienda.
Una convención fragmentada ocurriría si, previo al encuentro, ninguno de los precandidatos logra amarrar el apoyo de la mayoría de los delegados durante el proceso de primarias.
Una élite alarmada
De todos los precandidatos, Trump se ha mantenido a la cabeza de las encuestas entre los republicanos desde que lanzó su campaña electoral en junio pasado con un ataque frontal contra la comunidad mexicana.
Desde entonces, ha levantado ampollas entre el “establecimiento” del Partido Republicano que teme que, aunque su retórica anime a las urnas al ala ultraconservadora, Trump pierda en los comicios generales debido al malestar que ha ocasionado con su retórica incendiaria en la comunidad inmigrante.
El precandidato presidencial republicano, Jeb Bush, antes considerado como el inevitable candidato oficial, ha advertido que, si Trump se alza con la nominación presidencial, el partido iría directo a una derrota en noviembre de 2016.
La preocupación no es para menos, tomando en cuenta que la precandidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, comenzaría la contienda general con una ventaja frente a Trump o el senador Ted Cruz.
Además, ante la posibilidad de un “efecto dominó”, los republicanos también arriesgarían perder el control de ambas cámaras del Congreso.
Resistencia de los ultraconservadores
En declaraciones a este diario, el analista político Geoffrey Skelley, de la Universidad de Virginia, explicó que los activistas más conservadores y contra el “establecimiento” –los que apoyan a Trump, Carson, o Cruz-, no apoyarían una convención fragmentada.
Ese escenario, según Skelley, tendría la pinta de cuartos “llenos de humo” en los que los jerarcas del partido toman las decisiones, en detrimento de los intereses de la base.
“No confían en el liderazgo del partido, en parte porque esos líderes prometieron bloquear la agenda del presidente Obama pero, ahora que tienen el control de ambas cámaras del Congreso, no creen que estos líderes han hecho lo suficiente para frenar al mandatario”, señaló.
Hasta ahora, ningún ataque contra Trump ha podido destronarlo de las encuestas ni disminuir su apoyo entre votantes que ven con desdén, y quizá hasta aversión, a candidatos como Bush, pero los republicanos quieren prepararse para apoyar al que verdaderamente tenga posibilidades de ganarle a Clinton, según Skelley.
¿Un regreso a 1976?
La última vez que una convención republicana se realizó en medio de fuertes divisiones fue en 1976, en la que ninguno de los precandidatos en liza tuvo el apoyo de la mayoría de los delegados al inicio del encuentro.
En general, las convenciones realizadas antes de 1972 siempre tuvieron cierto nivel de fragmentación porque en éstas se tomaban las principales decisiones del proceso de nominación.
Es decir, la mayoría de los estados no realizaba primarias, y los partidos llegaban a sus respectivas convenciones sin una idea clara de quién sería su candidato. De ahí la percepción de que los jerarcas negociaban entre bambalinas al candidato oficial.
Skelley cita el ejemplo de 1968, cuando el vicepresidente Hubert Humphrey no participó en ninguna primaria pero ganó la nominación del Partido Demócrata durante la convención ese año.
El actual proceso de primarias, en el que los votantes eligen a “delegados” para cada candidato, se originó en 1972 tras las reformas “McGovern-Fraser”, que revolucionaron la manera en que el Partido Demócrata seleccionaba a su candidato. Los republicanos realizaron cambios similares a su proceso interno cuatro años después.