Editorial: ¿Será el 2016 un año de deportaciones?

Analizan perseguir a familias y menores que no salieron del país pese a la orden del juez

ICE

Crédito: Archivo | El Diario

Parece que el gobierno del presidente Obama terminará su ciclo tal como pasó la mayoría de su periodo en la Casa Blanca: deportando gente. Este será un cierre triste para una gestión que inició con la esperanza de una reforma y luego de siete años de deportaciones y acciones ejecutivas, hoy indica la posibilidad que el 2016 sea de redadas y deportaciones.

Los reportes dicen que se considera un operativo a gran escala para que la Agencia para el Control de Inmigración y Aduanas (ICE) busque y deporte a adultos y menores de edad, que llegaron al país en la última oleada de refugiados centroamericanos a los que el juez de inmigración negó asilo y ordenó su deportación.

Este plan es considerado en momentos en que resurgió la cantidad de familias y menores que están llegando a la frontera proveniente de Centroamérica. Al igual que hace unos meses, escapan de las pandillas, del crimen y ahora de una sequía. Desde el gobierno se dice que la estrategia de las deportaciones tiene el fin de desalentar a quienes quieren venir, diciéndoles que no se quedarán en Estados Unidos y para que los adultos no dejen sus menores a cargo de coyotes en su camino al Norte.

Es comprensible que se quiera deportar a quien se le ha ordenado irse, pero esta propuesta específica es injusta y desalmada por varios motivos.

El proceso en los tribunales migratorios para los centroamericanos que pidieron asilo fue altamente irregular. Hubieron niños, que sin inglés ni abogado, debieron enfrentar un proceso legal – ya  confuso para un adulto- en donde todos los presentes quieren deportarlo.

También es hora de ver desde el inicio como refugiados a estas familias y menores de edad, que escapan de una violencia  que los obliga a desafiar riesgos para llegar a la frontera sur. La cercanía con Estados Unidos de sus naciones y las relaciones políticas no deben diferenciar el trato de refugiados a algunos centroamericanos de los sirios.

Por último, es inadmisible que se castigue para ser ejemplo, que se deporte a unos para que no vengan otros. En muchos, esta estrategia disuasiva contamina los casos, haciendo que las deportaciones no se basen en méritos individuales sino para enviar una señal a los que quieren venir.

Esta posibilidad amenaza a que el 2016 sea el año de las deportaciones.

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