Editorial: Un año de conflicto con la policía
Numerosos vídeos mostraron en 2015 la cara poco conocida de la brutalidad policial
El 2015 fue difícil para las autoridades policiales. En este año se empezó a vigilar y cuestionar de una manera generalizada las acciones policiales. La accesibilidad del público a cámaras de video dio visibilidad al abuso policial y contradijo reportes realizados por oficiales en donde acomodaban los hechos para justificar su conducta violenta.
Lo lamentable es que dentro de un sector de la policía, se hayan tomado las protestas contra las manzana podridas dentro de la institución como una persecución generalizada hacia sus integrantes.
Se estima que cerca de mil personas murieron este año a manos de la policía, en dos tercios de los casos, la policía fue atacada o defendía a alguien que lo era, en un tercio la enfermedad mental jugó un papel en el incidente, a una de cada 10 personas les dispararon pese a estar desarmadas y en solo 4% de los casos un oficial blanco mató a un afroamericano sin armas, según la contabilidad del Washington Post. En el mismo período, por lo menos a 18 policías se le presentaron cargos criminales, una cifra mucho mayor que el promedio de cinco acusaciones que se viene registrando desde hace años.
Desde el 2014, con caso en Ferguson, Missouri, y varios incidentes posteriores, la conducta policial cayó bajo la lupa de los sectores comunitarios, de derechos civiles y medios. La aparición de videos de un hecho, después de un reporte policial que describe otra realidad, minó la confianza sobre la policía. Ante esta situación fue inevitable preguntarse en cuántos casos del pasado se le dio el beneficio de la duda al policía en base a su declaración como si esta fuera inevitablemente cierta.
Las cámaras de video en los uniformes de la policía es una buena idea para proteger al civil de una posible agresión y al policía de un falso testimonio en su contra. El problema es que las normas acordadas con los sindicatos policiales sobre el uso de los videos grabados por estas cámaras parece más orientada a proteger al oficial que dar a conocer lo ocurrido.
Esperamos que los departamentos de policía reconozcan que la tecnología ha impactado en la relación con las comunidades, especialmente la de color, creando una mayor desconfianza. En este caso es a la policía la que le cabe la responsabilidad de ganarse la confianza sin caer en el papel de víctima. Una buena meta para el 2016.