Volkswagen deja atrás el año más difícil de su historia

El dieselgate ha dejado a la automotriz vapuleada

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Las pérdidas de Volkswagen eran de esperarse. Crédito: EFE

FRANKFURT, Alemania – El grupo automovilístico alemán Volkswagen (VW) reconoció a las autoridades estadounidenses haber manipulado durante años de forma sistemática las emisiones de óxidos de nitrógeno y de CO2 en motores diésel y de gasolina.

Las autoridades estadounidenses de protección medioambiental, la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) y la Junta de Recursos del Aire de California (CARB), acusaron a Volkswagen el 18 de septiembre de haber manipulado las emisiones de gases en las pruebas de homologación.

La EPA descubrió que los vehículos de Volkswagen con un motor diésel turbo inyección llevaban un “software” (dispositivo llamado “defeat device”) que detecta si el automóvil pasa una prueba y cambia el régimen del motor para que emita menos gases nocivos, posteriormente VW también admitió que algunos motores de gasolina también lo llevaban.

Los investigadores de la West Virgnia University descubrieron que los vehículos de VW emitían en carretera muchos más gases que en las pruebas y estas informaciones hicieron sospechar a las autoridades estadounidenses.

El escándalo de manipulación, que se ha denominado en los medios de comunicación “dieselgate”, (gate es un sufijo sinónimo de escándalo político que procede del caso Watergate), es una de las peores crisis que Volkswagen ha afrontado en su historia.

Costos financieros

La noticia le llevó a perder en dos o tres semanas un 40% de su capitalización bursátil. El presidente de la compañía, Martin Winterkorn, dimitió y fue sustituido por Matthias Müller, que era entonces presidente de Porsche.

Volkswagen, que dijo que once millones de vehículos con motor diésel y 800,000 con motor de gasolina de varias de sus marcas, llevan un “software” que manipula las emisiones, ha realizado algunos cambios en su junta directiva y prometido aclarar el escándalo.

La compañía alemana también se ha comprometido a realizar modificaciones en los motores afectados por la manipulación para que cumplan con lo estándares de emisiones y a hacerse cargo del posible impacto en los impuestos asociados a la matriculación del vehículo y, en el caso de España, en las posibles ayudas que hayan podido recibir los usuarios en su caso por el Programa de Incentivos al Vehículo Eficiente (PIVE).

Los motores diésel de dos litros (2.0 TDI) sólo necesitan una actualización de “software” y los de 1.6 litros (1.6 TDI) una actualización también y una reforma menor.

La solución para el motor 1.6 TDI requerirá una hora de trabajo en el taller y consiste en instalar un “transformador de flujo” frente al sensor que medirá mejor la masa de aire en la admisión.

Liquidez

El profesor de Economía automovilística de la Universidad de Duisburg-Essen Ferdinand Dudenhoeffer considera que VW ha encontrado una buena solución para Europa y calcula que la llamada a revisión de unos 8.8 millones de vehículos le costará más de $500 millones, una cantidad insignificante para la compañía. A esto habría que añadir entre $500 y $1,500 millones por costes de demandas en Europa, dijo a Efe Dudenhoeffer.

La situación es mucho más incierta en EEUU, donde la solución será mucho más cara, podría alcanzar hasta $30,000 millones por las llamadas a revisiones, multas y demandas de accionistas, según Dudenhoeffer. Volkswagen dispone de suficiente dinero para cubrir estos costos.

En el peor de los casos, también podría sacar a bolsa el fabricante de camiones sueco Scania y el productor de vehículos industriales MAN, con lo que conseguiría más de $30,000 millones, añadió Dudenhoeffer.

El escándalo de manipulación de Volkswagen ha sido un duro golpe para la tecnología diésel, combustible que en la mayoría de países de Europa es más barato porque paga menos impuestos, algo que es muy injusto y que no ocurre en EEUU y Japón, según Dudenhoeffer.

Añadió que el caso de Volkswagen “debe llevar a reflexionar y a reducir las subvenciones al diésel” y contribuirá a impulsar la tecnología eléctrica en la que Japón es pionero.

– Arantxa Iñiguez

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