Por qué las bananas están en peligro de extinción
Quizás no lo sepas, pero cada banana que compras casi seguro desciende de una planta que creció en una casa señorial inglesa. Y ahora, un agresivo hongo ha puesto en peligro a una de las frutas más consumidas del mundo.
Chatsworth House, una mansión señorial ubicada en Derbyshire, en la campiña inglesa parece un lugar poco probable para ser la cuna de la industria bananera mundial actual.
Pero prácticamente toda la banana que se consume en el mundo occidental desciende directamente de una planta cultivada en invernadero en la finca de Derbyshire hace 180 años.
Esta es la historia de cómo la banana Cavendish se convirtió en la fruta más importante del mundo – y por qué pronto podría dejar de existir.
El nacimiento de la banana Cavendish
Las bananas se han cultivado en Chatsworth desde 1830, cuando el jardinero jefe Joseph Paxton puso sus manos en un ejemplar importado de la isla Mauricio, en el océano Índico.
Paxton decidió cultivar la especie y llenó un hoyo con “mucha agua, tierra fértil y estiércol bien descompuesto” y mantuvo la temperatura entre 18C y 30C (65F y 85F) para cultivar el fruto que llamó Musa cavendishii por sus empleadores, ya que Cavendish es el nombre de la familia de los duques y duquesas de Devonshire.
Unos años más tarde, el duque le dio dos plantas a un misionero llamado John Williams para que las llevara a la isla polinesia de Samoa.
Sólo una sobrevivió el viaje pero puso en marcha la industria bananera en Samoa y otras islas del Mar del Sur, donde el propio Williams fue asesinado por los nativos.
Así comenzó su propagación, pero sólo hace relativamente pocos años se convirtió en el plátano exportador de elección.
Su ascenso en popularidad fue causado por lo mismo que ahora está matando la especie poco a poco: el mal de Panamá.
Bananas en peligro
Durante décadas, la banana más exportada y, por lo tanto, más importante en el mundo fue el Gros Michel, pero en la década de 1950 resultó prácticamente aniquilada por el hongo conocido como mal de Panamá.
Los productores bananeros se volvieron a otra especie que era inmune al hongo – Cavendish, más pequeña y menos sabrosa, pero capaz de sobrevivir a los viajes globales y, sobre todo, capaz de crecer en suelos infectados.
Aunque los hábitats donde se cultiva la banana todavía tienen sus propias especies, prácticamente todos los plátanos exportados a los mercados extranjeros son Cavendish, clones de la primera planta de Chatsworth.
Pero, mientras los horticultores estaban ocupados cultivando sus Cavendish, el mal de Panamá desarrollaba una nueva cepa más letal que la que acabó con el Gros Michel, porque también afecta a numerosas especies locales.
“Trato de evitar dramatizar esta historia pero mira lo que sucedió previamente con el Gros Michel,” dijo Gert Kema, un experto en la producción mundial de bananas, de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos.
Actualmente el mal de Panamá ataca plantaciones en Africa, Indonesia, Filipinas y Australia, pero se teme que pueda llegar pronto al continente americano.
“Esto va a tomar algún tiempo, pero corremos contra el reloj; no tenemos nada que reemplace la cepa Cavendish en este momento”, agregó.
Unas 10.000 hectáreas de Cavendish ya han sido destruidas, de acuerdo con la organización Panamá Disease. Los expertos advierten que muchas más seguirán si no se detiene el hongo.
¿Cómo se puede salvar la planta?
La solución a la crisis del banano tiene dos vías, según Kema.
En primer lugar, contener la epidemia, pero eso es mucho más fácil decirlo que hacerlo, señaló Alistair Smith, coordinador internacional de Banana Link, una cooperativa que trabaja con los productores y agricultores de todo el mundo.
“Es más o menos posible contenerla con medidas muy estrictas, pero no quiere decir que [la enfermedad de Panamá] no va a llegar a propagarse, por ejemplo, mediante suelos contaminados en las botas o por medio de una planta infectada, y no hay manera de salvar la producción una vez que tiene la enfermedad”, señaló.
“Es un gran problema para los productores que ya han sido afectadas en lugares como Filipinas, pero la conciencia del problema solo aumenta ahora en las Américas, que aún no se ha visto afectada. El potencial de devastación si les llega es casi total“.
Kema considera que aunque ahora la tecnología es más avanzada que cuando se perdió la variedad Gros Michel, “el problema de fondo sigue siendo el mismo, que Cavendish es vulnerable a la enfermedad, y eso tiene que cambiar”.
Y esa es la segunda solución – encontrar una nueva variedad de banana resistente a la enfermedad y, para evitar repetir la historia, genéticamente diversa.
“Seguir cultivando la misma variedad genética es estúpido”, dijo Kema.
“Es necesario que mejoremos el Cavendish a través de la ingeniería genética, pero en paralelo a esto debemos encontrar diversidad genética en nuestros programas de mejoramiento de especie”.
Mientras tanto, ajeno a la catástrofe global que sus primos se enfrentan, las plantas de Chatsworth siguen produciendo entre 30 y 100 bananas al año para ser degustadas por la familia Cavendish y sus invitados.
“Pase lo que pase en el resto del mundo, vamos a hacer todo lo posible para mantener nuestras propias bananas”, dijo Steve Porter, actual jardinero jefe de Chatsworth House.
Por Duncan Leatherdale/BBC News