Como la mayoría de las novias, Mariana Sánchez se despertó la mañana de su boda con la ilusión de quien en cuestión de horas se casaría con el amor de su vida. El día que había soñado desde niña finalmente había llegado. Estaba radiante y feliz, pero cuando las luces del salón se apagaron y la fiesta terminó, un sentimiento de tristeza e incertidumbre la dominó.
Se mantuvo en silencio durante todo el camino del lugar donde se celebró la recepción hasta el que sería, de ese día, su hogar.
“Hasta me cuestioné si casarme había sido lo correcto. Me dolía la idea de distanciarme de mi familia. Sentí temor al fracaso y a no haber tomado la decisión correcta. Él tuvo que trabajar psicológicamente conmigo. En realidad era muy joven y la idea de no sentirme cerca de la familia me afectaba”, relató la mujer de 34 años.
Su angustia se prolongó cerca de tres meses. En ese periodo, la fémina experimentó lo que comúnmente se conoce como depresión post boda.
Aunque este no es un diagnóstico clínico y el concepto no figura en el lenguaje médico, sí se emplea para describir la reacción emocional de algunas personas después de la celebración de sus nupcias, explicó la psicoterapeuta Roxanne Rivera.
No hay estudios, en la actualidad que señalen que la tristeza prolongada tras el matrimonio corresponda a un síndrome o a un estado depresivo, pero sí es habitual que personas, en su mayoría mujeres, manifiesten sentirse de esta forma después de un evento de este tipo.
“Cualquier evento de la magnitud que conlleva una planificación, preparación, dinero, todo eso va a causar un bajón en emociones después, porque hay un cambio en la actividad”, explicó.
La experta en relaciones de pareja con más de 30 años de práctica precisó que además de tristeza se puede experimentar aburrimiento, frustración, soledad, aislamiento y ciertos remordimientos o dudas asociadas a la decisión de haberse casado. “La persona comienza a sentirse desencantada”, abundó.
Varios escenarios pueden motivar una reacción emocional negativa tras el matrimonio. Uno de ellos, como en el caso de Mariana, es aceptar una nueva realidad en la que ya no se vivirá junto a los padres y sí con su nuevo compañero, así como los primeros roces de la convivencia por estilos de vida y manías distintas. La terminación de una rutina ocupada y llena de actividades preparativas para el día del matrimonio también puede detonar un estado depresivo a juicio de la experta.
“La falta de la planificación del futuro entra de golpe. La tendencia de la hembra es que tiene un sueño desde chiquita de que ella va a ser la novia y va a venir el príncipe azul en un caballo blanco, la va sacar de su castillo de mami y papi, y va vivir una fantasía. Las fantasías no son realidad. Vienen con estas fantasías del noviazgo y se les olvida a los dos hacer planificación”, detalló.
En el caso de los hombres, aunque es menos frecuente, destacó que el entendimiento de que ya no se es soltero y que tiene unas responsabilidades como pareja podría generar un cambio en su estado anímico, pero nunca en la medida en que se presentan en la mujer.
Para evitar que alguno de los cónyuges caiga en estado depresivo después de la boda, Rivera recalcó la importancia de recibir una terapia premarital, en la que reciban estrategias para aprender a comunicarse, educación en cuanto a las diferencias sicológicas entre hombres y mujeres, y consejos para manejar posibles situaciones de crisis.
“Las parejas que no entran en la planificación de futuro, lo único que pueden notar que saben planificar es una gran fiesta, como si no viniese el fin de la fiesta y empezara la vida real? Esa realidad le da como un golpe a la persona. Las personas tienen que entender que la ceremonia es un día, pero el matrimonio es por el resto de la vida”, subrayó.
Por otro lado, consideró saludable que el cónyuge deprimido pueda expresarle al otro cómo se siente con cuidado a no herir sus sentimientos o adjudicarle la culpa por su tristeza. “Se debe ser sincero, pero no culpar al esposo, y preguntarle si se ha sentido igual, y decirle que no entiende por qué se siente así y que para entenderlo buscará ayuda profesional”, recomendó.
Mientras, sostuvo que en ocasiones es recomendable ver a los dos en terapia. Además del trabajo con un profesional de la salud mental, aconsejó a quienes pasan por dicha situación identificar las ideas que se tienen acerca del matrimonio y eliminarlas. En su lugar, sugirió establecer expectativas reales y “no sobrecargar a su pareja con ellas”.
Del mismo modo, opinó que aunque se ha iniciado una vida en pareja, como individuos la prioridad debe ser uno mismo.
Además recomendó la planificación en pareja de su futuro; buscar el balance en su vida más que perseguir la felicidad; no pretender ser el centro de atención de su pareja y promover las reuniones en el hogar con otros matrimonios, preferiblemente maduros y que lleven muchos años de casados.
Identificar parejas de casados que puedan convertirse en ejemplos o mentores, en quienes puedan buscar ayuda en momentos de crisis puede ser beneficioso, según la psicoterapeuta.
– Brenda I. Peña López