Editorial: La voz de los rezagados
Los seguidores de Sanders y Trump sienten con razon que la economía los ha dejado atrás
El enojo y la frustración con una economía que muestra reportes con índices positivos pero que al nivel de la calle no se siente esa recuperación, es lo que alimenta la protesta que desde polos ideológicamente opuestos surgen apoyando a Donald Trump y Bernie Sanders. Hay una gran diferencia entre el discurso de ambos, pero la idea de que el sistema está armado en su contra es compartido por los seguidores de ambos.
Trump explica a su electorado mayormente blanco que la culpa del desempleoy de los salarios bajos es de los inmigrantes y los socios comerciales de Estados Unidos que se aprovechan de los negociadores estadounidenses. Esta narrativa lleva a un nacionalismo exacerbado donde los enemigos responsables del deterioro económico son los extranjeros. Además de la inseguridad y temor que les provoca una sociedad más diversa.
La retórica de los chivos expiatorios es la que lleva a la violencia de quienes le creen a Trump y a la reacción de los manifestantes que con justicia se resisten a ser señalados.
Los seguidores de Sanders por su parte ya no aceptan la gigantesca disparidad de ingresos y riqueza; al mismo tiempo que los adultos jóvenes ven sus oportunidades laborales cada vez más difíciles. La idea arraigada de que al final de los estudios se inicia una carrera y una vida independiente ya no es como antes. Según el senador, la culpa es de Wall Street y de la avaricia de las grandes corporaciones que dan prioridad de sus ganancias a costa de los estadounidenses.
Lo cierto es que la globalización y los tratados de libre comercio promovidos por el gran sector privado han perjudicado el empleo. Las políticas impositivas y las leyes financieras aprobadas por republicanos y demócratas contribuyeron a una transferencia de riqueza con sueldos que pierden el poder adquisitivo y compensaciones multimillonarias para los altos ejecutivos privados. Las empresas redujeron sus plantillas laborales con la Gran Recesión, se reajustó el mercado laboral dejando al trabajador peor que antes.
Los seguidores de Trump como los de Sanders perdieron la confianza de los líderes republicanos y demócratas en Washington. Ellos con justa razón culpan a los líderes políticos de ser los responsables de la economía que los ha dejado atrás. Detrás de los candidatos insurgentes está la voz de los rezagados.