Nuestros Barrios: Museo al aire libre en Montrose Av.

Las paredes de las naves que se encuentran entre Bushwick y Williamsburg se han convertido en el mejor lienzo de los artistas urbanos

Nuestros Barrios - Montrose Av

Crédito: Gerardo Romo | El Diario

Las fachadas de los edificios de Nueva York son considerados por muchos “artistas callejeros” perfectos lienzos donde poder expresar su arte. Las pintadas son una forma dar a conocer su “marca artística” y de conseguir fácilmente un público que involuntariamente se los encuentra mientras pasea.

Y, aunque hay opiniones a favor y en contra del street art, lo cierto es que en ocasiones se pueden encontrar verdaderas maravillas sobre los ladrillos de cualquier callejón.

Una de las mayores concentraciones de estos grafitis se encuentra en Brooklyn, en la intersección de los barrios de Bushwick, Williamsburg y East Williamsburg. En esta área, donde priman los almacenes y las naves industriales, un paseo puede convertirse en una visita a una galería de arte al aire libre.

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El contraste de de colores es una de las cosas más llamativas de las pinturas.

Las calles Stagg, Scholes o Meserole son algunas de las que acogen los murales más admirados y gracias a ellos, esta zona industrial ha pasado de ser una zona fea, peligrosa y casi deshabitada a un museo abierto y gratuito, que combina el gris de los ladrillos con el color vivo de obras sorprendentes.

Andrea nació en Chappaqua, Nueva York, y trabaja en una tienda de moda para mujeres en la zona. Ella está convencida de que los murales han beneficiado a que prosperen los negocios del área. “Creo que estos grafitis quedan muy bien aquí. Esta zona es muy industrial, gris y triste así que creo que esto trae vida. Hay que reconocer que algunos son mejores que otros, pero me da igual, me parece bueno simplemente el color que dan a la zona.”

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Hablamos con Andrea cuando salía de trabajar, frente un mural enorme con un tigre.

“Soy muy mala leyendo los mensajes porque las letras son muy raras, pero uno de mis favoritos es uno un azul y rojo que hay al final de la calle. Trabajo justo por aquí, así que paso por delante todos los días y simplemente me gusta verlo porque sigo sin entender lo que pone, jajaja, ¡es como un juego que tengo conmigo misma! Voy andando e intentando descifrar lo que dicen los grafitis”, nos dijo riendo Andrea.

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Este mural de Love Pushers es el que nos comentó Andrea. En la calle Stagg con Bogart.

Esta neoyorquina se mostró muy a favor del arte urbano. “Creo que gran parte del arte va sobre su contexto. Si ves una pintura en un museo o en una galería asumes que tiene un valor, sin embargo, si lo ves en la calle en una fachada mucha gente puede pensar que es ilegal -cuando no todos lo son-. Espero que la gente empiece a valorar el arte en función de su contenido y no por dónde lo ve. Creo que es fantástico poder ver cosas bonitas en cualquier rincón”.

Andrea tiene razón, muchos de los dueños de estos locales, ceden sus fachadas para que sean decoradas por artistas.

Sara Drake es arquitecta y planteó una diferencia importante sobre las fachadas donde se hacen estas pintadas.

“En estas zonas casi todos los edificios son almacenes, sin nada estéticamente relevante y que se convierten en gigantes lienzos para la expresión de los artistas. Si fuera en un edificio importante o histórico sería diferente. Yo soy arquitecta y sé que no me gustaría ver eso… pero en este caso, puedo notar expresión artística cuando miro estas pintadas de alrededor. Así que yo no diría “los grafitis son buenos en cualquier circunstancia”. Yo vivía de pequeña en NYC, recuerdo que en los 70 los grafitis inundaban el metro y cuando los quitaron las cosas cambiaron a mejor. El ambiente se notaba más limpio, más seguro, protegido. Pero esto no es lo mismo, ¡no es como coger un bote de ketchup y tirarlo contra la pared!.”

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Realmente creo que con un poco de sensibilidad sobre por qué se hace y cómo se hace es bueno. Los grafitis se convierten en parte de la textura de esta ciudad y expresan en gran medida cómo crece la cultura local, por lo que se dibuja, por los colores que se usan…”, nos dijo esta neoyorquina.

Marcos, de Ecuador, trabaja como mecánico industrial en el barrio. Cree que lo peor es que a veces pintan sobre los murales y los destrozan. “Hay algunos que son realmente interesantes. Como vengo por aquí desde hace mucho he visto cómo los van haciendo muchas veces y es hermoso… pero es una pena porque hay artistas que hacen cosas increíbles y a los días alguien los estropea o los retiran”.

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El ecuatoriano nos dijo que el dibujo de la mujer de colores era su favorito, en la calle Waterbury.

Anuki Khiskiadze también trabaja en la zona y mostró una sensibilidad especial con las obras. “Creo que este barrio es bonito precisamente por todo el arte que le rodea. Siempre que paseo por aquí me pongo de buen humor por la mezcla de colores. Creo que algunas de estas obras te hablan directamente al corazón así que de verdad mejoran el día.”

Anuki tenía claro cuál es su preferido. “Mi favorito es sin duda el de la chica que está justo detrás. Parece que está teniendo un orgasmo, o quizá cantando… en realidad también podría estar bostezando pero yo prefiero pensar lo del orgasmo”.

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Anuki destacó el contrasto de colores y reconoció estar fascinada con alguno de los murales.
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Este es la pintada favorita de Anuki, en la calle Scholes.

Cómo llegar

Metro: Línea L, en Montrose Av.

Bus: B60

Aquí tienes una galería con fotos de los mejores murales.

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