Trump y Clinton arrasaron en las urnas, pero afrontan retos ante el electorado

Trump ganó en Florida y logró sepultar las aspiraciones presidenciales del senador Marco Rubio

Trump y Clinton.

Trump y Clinton. Crédito: Getty Images

MIAMI – Con la aritmética y un tablero de delegados indiscutiblemente a su favor, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton se acercan con mayor rapidez hacia la nominación presidencial de sus partidos, pero ambos aún afrontan retos entre sectores del electorado.

Fue una noche de triunfos para el magnate empresarial de Manhattan, puesto que Trump ganó en Florida y logró sepultar las aspiraciones presidenciales del senador Marco Rubio, además de cosechar victorias en Illinois y Carolina del Norte, mientras queda por definir las primarias en Missouri.

Del lado demócrata, Clinton ganó en Florida, Illinois, Ohio y Carolina del Norte ?a la espera también de los resultados en Missouri-, debilitando aún más lo que algunos analistas califican como la “quijotesca misión” de su rival en la contienda demócrata, el senador Bernie Sanders.

De los 30 estados y territorios que han realizado primarias o “asambleas populares” hasta la fecha, Trump ha sumado a su columna 19 estados y 621 delegados, del total de 1,237 requeridos para la nominación presidencial republicana.

Mientras tanto, Clinton ha ganado 18 estados y 1,565 delegados, del total de 2,383 que se requieren para la nominación presidencial demócrata. En cambio, Sanders, el autodenominado “demócrata socialista”, ha ganado 9 estados y 774 delegados.

Rechazo al “Trumpismo”

Desde que lanzó su candidatura presidencial en junio de 2015, Trump ha mostrado, sin duda, una enorme resiliencia porque, pese a su estilo bombástico, cargado de insultos personales contra sus rivales – le dio por poner motes a algunos, como “Little Marco” al senador Rubio- sus partidarios le muestran una lealtad aparentemente inquebrantable.

Pese también a sus ataques y burlas contra los inmigrantes, los musulmanes, los discapacitados, y las mujeres, el rechazo al “Trumpismo” viene de todas partes –incluso de la comunidad internacional- salvo de ese sector del electorado, compuesto principalmente por votantes blancos- que se resiste a los cambios demográficos en EEUU y muestre, sin tapujos, su rencor contra el “establishment” político en Washington.

Encuestas a boca de urna dieron cuenta de la ansiedad entre demócratas y republicanos por la economía y la escasez de empleos bien remunerados, pero los republicanos, en particular, dijeron sentirse “traicionados” por su partido e “insatisfechos” con el rumbo del país en general, según reportó la cadena CNN.

Adiós a Rubio

Anoche, fiel a lo que venían advirtiendo las encuestas, Trump ganó Florida con el 46% del voto, sepultando la candidatura de Rubio en su propio estado, ya que éste sólo logró el 27% del voto, seguido por el senador Ted Cruz con un 17%, y el gobernador de Ohio, John Kasich, con un 7%.

Un mapa de los distritos electorales en Florida mostraba que Trump se impuso contra Rubio en casi todos los lugares menos en Miami.

Preguntado esta mañana en un programa conservador de  MSNBC si evaluaría a Rubio como compañero de fórmula, Trump dijo que aún “es demasiado temprano para pensar en ello”.

En un emotivo encuentro con los votantes en el atrio de la Universidad Internacional de Florida (FIU), Rubio abandonó anoche la contienda presidencial, al explicar que “no estaba en los planes de Dios”, pero reiteró la urgencia de frenar cualquier retórica incendiaria y revitalizar el movimiento conservador en Estados Unidos.

¿Rebelión republicana?

De hecho, cómo impedir la “coronación” de Trump se ha convertido prácticamente en una obsesión del Partido Republicano, que desde 2012 ha intentado recuperar el control de la Casa Blanca pero no ha podido lograrlo con los candidatos en liza.

Ahora, en los corredores del poder en Washington crece el coro de voces que apoyan incluso tener una convención “abierta” en Cleveland (Ohio) en julio próximo, presentando a un candidato “anti-Trump” como alternativa.

Encuestas a boca de urna indicaron que el 37% de los votantes republicanos en las primarias apoyaría una tercera opción en el supuesto de que la contienda se reduzca a un duelo entre Trump y Clinton el próximo 8 de noviembre.

Fuentes allegadas a las negociaciones secretas han filtrado a la prensa que los jerarcas del Partido Republicano planean realizar reuniones a puerta cerrada en Nueva York y Washington para sopesar el “reclutamiento” de un conservador independiente.

Entre los nombres que se barajan para frenar a Trump figuran el excandidato presidencial republicano de 2012, Mitt Romney, el senador republicano por Nebraska, Ben Sasse, y el propio presidente de la Cámara de Representantes y legislador republicano por Wisconsin, Paul Ryan.

Todos recuerdan la ¨ autopsia¨ que realizó el Partido Republicano tras la derrota de Romney en 2012, en la que prometió ser un partido de “inclusión” y se comprometió a mejorar su alcance con las minorías.

Su silencio inicial mientras Trump arremetía contra los inmigrantes le ganó la repulsa de una vasta coalición de organizaciones hispanas y grupos cívicos en todo el país.

Ahora, el Partido Republicano afronta un momento coyuntural: apoyar su inevitable nominación –y dejarse arrastrar al despeñadero en noviembre, como vaticinan muchos analistas- o empezar a buscar una alternativa en una convención fragmentada y caótica en Cleveland.

Los retos de Clinton

Del lado demócrata, Clinton va encaminada a lograr la nominación de su partido, aunque el inesperado avance de Sanders con su mensaje populista y “anti-establishment” ha forzado una evaluación de su estrategia.

A lo largo de la contienda, varias encuestas señalaron que el electorado en general tenía una opinión más favorable de Sanders en lo que se refería a percepciones de “honestidad” y “confianza”.

Los analistas apuntan a que Clinton debe mejorar su acercamiento con sectores del electorado que han sido precisamente el “motor” de la campaña de Sanders: los jóvenes, los independientes, los hombres y parte de la clase trabajadora.

El mensaje de Sanders sobre las desigualdades sociales y salariales ha resonado en esos sectores, y le ha ayudado a amasar millonarias donaciones que posiblemente le permitan continuar la lucha hasta la convención demócrata en Filadelfia (Pensilvania) en julio próximo.

Pero si deja la contienda antes, sus partidarios esperan que Sanders al menos pueda influir en la agenda “progresista” del partido.

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