Editorial: Por una democracia más representativa
El votante pasa a un segundo plano desde las primarias hasta la elección presidencial general
Estados Unidos suele ser mostrado como un ejemplo de democracia. Es cierto en muchos aspectos, pero a la hora de permitir que los votantes sean quienes elijan al presidente, el sistema es más complicado para el beneficio de republicanos, demócratas y sus estructuras partidarias.
La aparición de candidatos insurgentes, como el republicano Donald Trump y el demócrata Bernie Sanders, descolocó a las élites partidarias que tenían alineados a sus grupos de interés detrás de candidatos como Hillary Clinton y Jeb Bush. Precisamente el éxito de Trump y Sanders se basa en la frustración en las bases que sienten una desconexión con el liderazgo partidario.
Trump tiene razón en quejarse de que el Partido Republicano está actuando en su contra, aprovechando en parte que el millonario es novato en este campo. El que su rival, Ted Cruz, gane delegados de Colorado sin ninguna elección de por medio es indefensible. Los votantes ahora pasan a segundo plano en la pesca de delegados para obtener la mayoría más uno. Luego está el comité de reglas de la Convención Nacional que, por ejemplo, en 2012 estableció que el candidato tenía que haber ganado por lo menos ocho estados para ayudar a Mitt Romney contra Ron Paul y ahora puede desaparecer, porque ayuda a Trump.
Los demócratas tienen también su comité de reglas para hacer los últimos ajustes, pero la élite partidaria ejerce control con los superdelegados. A diferencia de los republicanos, estos son figuras partidarias, funcionarios electos, activistas y celebridades libres de elegir a su favorito. Hoy la inmensa mayoría de ellos están con Clinton lo que la ayuda a mantener una distancia de Sanders.
A nivel nacional el panorama no cambia. Estados Unidos es el único país en el mundo con Colegio Electoral para elegir el presidente. Este sistema de voto indirecto permitió en el 2000 el triunfo de George W. Bush gracias a 900 votos en Florida, cuando Al Gore había logrado más de medio millón de votos a favor en todo el país. Una Suprema Corte de Justicia de mayoría republicana le dio la victoria a Bush.
Desde el inicio nunca se tuvo mucha confianza en la decisión del votante. El elector por su parte está decepcionado por sentir que es ignorado. Esta elección refleja las frustraciones. Nuestra democracia debe modernizarse con el fin de que sea más representativa, eso se logra empoderando al votante.