Editorial: Una gigantesca provocación

El lenguaje de odio de Donald Trump atrae a anti inmigrantes, racistas y antisemitas

El antiguo dicho de siembra vientos y cosecharás tormentas refleja el momento actual de la campaña de Donald Trump en su gira por varios Estados, con un gran porcentaje de población latina. Los noticieros hablan de las protestas e incidentes afuera del Centro de Convenciones de Albuquerque, New Mexico, lo que no dicen es que estas son reacciones a un discurso de odio dentro del recinto.

A un mensaje de rencor que dejó de ser una cuestión marginal de extremistas sino que de hecho, con la aceptación de Trump como candidato presidencial republicano, se va  legitimizando a medida que crece el respaldo del establishment partidario. Esta una candidatura basada en el resentimiento, chauvinismo e idolatría personal que crea un clima de circo romano en que los inmigrantes, musulmanes y todo aquel que Trump pone en su mira, es comida de los leones. O de los insultos y degradación del candidato.

El lenguaje de odio de Trump, que atrae a anti inmigrantes, racistas y antisemitas, no queda contenido en un discurso, ya se ha manifestado en agresiones contra los “enemigos” de la visión ideal de un país de raza blanca. Un reporte de la Universidad de Georgetown de principio de mayo conectó el aumento de la violencia hacia los musulmanes con la retórica del millonario.

Hace una semana en Boston dos hermanos fueron condenados a prisión por haber golpeado y orinado sobre un indigente mexicano con residencia legal, al que confundieron con un indocumentado. “Donald Trump está en lo correcto: todos estos ilegales deben ser deportados,” dijeron a la policía.

La primera reacción de Trump a la golpiza fue explicar que sus seguidores son muy apasionados. No elaboró sobre quién es la mensajero de esa pasión que destila tanto odio y rencor. Ni tampoco de quién explota la tragedia humana haciendo en sus actos políticos un desfile de familiares de víctimas de la acción de algún indocumentado para ilustrar que son la peor calaña.

Esta es una temporada electoral muy inusual. El descontento dentro del Partido Republicano llevó a un sector de la población a abrazar un mensaje populista y nacionalista de resentimiento. En ese camino, bajo la conducción Trump, la campaña se ha tornado en una gigantesca provocación que es inaceptable en nuestra democracia.

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