Mexicano vivió como indocumentado cuando era ciudadano estadounidense
Logra naturalizarse después de que su padre muere pero conseguirlo le llevó años de frustraciones y de una intensa investigación
Aún cuando su padre era ciudadano estadounidense, Frank Ansbro Ortega vivió 14 años de su vida como indocumentado. Incluso pudo haber sido deportado.
Ansbro Ortega nació en Ensenada, México, de madre mexicana y padre inmigrante irlandés quien se hizo ciudadano estadounidense a los 18 años cuando se enlistó al Ejército de este país. Ansbro Ortega creció en México. Pasó de los 8 a los 19 años en un orfanatorio en Ensenada donde su padre iba a visitarlo cada domingo hasta su muerte. El padre murió cuando Frank tenía 15 años. Así que conseguir la ciudadanía estadounidense le tomó años de frustraciones y miedos.
“Decidí venir a Estados Unidos con mi esposa y mis dos hijos mayores para ver qué tal me iba”, recuerda. Entraron con visa de turista que pronto expiró.
Ansbro Ortega de 46 años tuvo dos hijos más que nacieron en Estados Unidos.
“Yo trabajaba como electricista, pero vivía como un indocumentado. No podía comprarme un carro bueno por miedo a que me lo quitaran. Vivía con temor a que me deportaran. Compré una casa en San Bernardino por 400,000 dólares, a la que le metí 100,000 dólares, pero sabía que la podía perder en cualquier momento”, revela a La Opinión.
Aunque dice que no le contaba a nadie que no tenía papeles y era su “gran secreto”, fue un amigo quien le aconsejó que no invirtiera más en su casa y le diera prioridad a arreglar su situación migratoria.
Pero Ansbro Ortega ya lo había intentado sin éxito.
“En los 14 años que llevaba en el país, había visto al menos cuatro abogados que nomás me sacaban dinero pero no hacían nada”, cuenta.
Otro amigo lo llevó con el abogado migratorio Eric J. Price.
“Me dio confianza porque a mi amigo le había arreglado su caso. Además, no me pidió dinero de entrada”, recuerda.
Investiga a su padre
Price fraguó un plan y puso a trabajar a Ansbro Ortega en la búsqueda de los documentos que probaran que era hijo de Francis Ansbro.
“Mi padre estuvo 40 años en el Ejército. Así que me puse en contacto con el Departamento de la Defensa para conseguir sus récords”, observa.
“Me mandaron más de 1,000 páginas que le entregué al abogado”, dijo.
Añade que fue hasta Santa Bárbara a buscar información de otras compañías donde su padre trabajó cuando se retiró del Ejército.
“También, un día a la media noche, llamé a Irlanda para conseguir el acta de nacimiento de mi padre. Me la mandaron en tres meses”, observa.
El abogado Price dice que uno de los documentos que fue clave para probar que Frank era el hijo de Francis Ansbro, fue su número de seguro social.
“Su padre lo puso a él como dependiente. Incluso le sacó un número de seguro social a su hijo”, expone.
“El propósito de conseguir todos estos documentos era relacionarlos y probar con las firmas y otros datos que efectivamente Frank era hijo de su padre”, indica el abogado, quien confiesa que siempre se mantuvo optimista de conseguirle la ciudadanía, aunque admite que el mexicano-americano pudo haber sido deportado ilegalmente porque era ciudadano, sólo que tenía que demostrarlo.
Ciudadanía de padres a hijos
La ley dice que para poder reclamar a un hijo nacido en otro país, el padre ciudadano tiene que haber vivido en Estados Unidos al menos 10 años antes del nacimiento. Francis Ansbro tuvo a su hijo después de jubilarse del Ejército a los 63 años e ir a México. Cumplía de más con el requisito.
“Todo el proceso se llevó un año. Y seis meses después de que entregamos todo los documentos a Migración, a Frank se le concedió la ciudadanía automáticamente y en su certificado de naturalización quedó inscrito que es ciudadano estadounidense de nacimiento”, recalca.
Ansbro Ortega dice que el día que prestó juramento como ciudadano estadounidense, se vistió de traje, lo más elegante que pudo y estaba tan emocionado que luchó para no soltarse llorando. “Me dije a mi mismo, ¡tranquilízate!”.
El abogado Price indica que con la ciudadanía, Ansbro Ortega liberó el futuro de su esposa y sus hijos menores nacidos en México. De inmediato les solicitó la residencia legal.
“Mi vida cambió dramáticamente. Me sentí libre. Antes no tenía sueños, ahora sí. Dejé de ser electricista y saqué mi licencia como contratista para la construcción”, confía.
Price dice que la ley de migración sobre los hijos de ciudadanos estadounidenses nacidos en otros países es complicada y cada caso es diferente. “La ciudadanía estadounidense tiene que probarse, no es automática”, indica.
Para el abogado, el caso de Ansbro Ortega es la perfecta historia americana: su padre fue un irlandés que se naturalizó ciudadano al ir al Ejército. Ansbro Ortega vino de México y se hizo ciudadano a través de su padre.
“Todos en algún punto tenemos un origen migrante”, menciona.