Gladiador guatemalteco de ‘Combate Américas’ ya ganó la pelea más importante: estar vivo

Cárcel y balazos han quedado atrás en la vida de Heinrich Wassmer, quien se presentará en Los Ángeles para seguir su ascenso en las artes marciales mixtas

Heinrich Wassmer, quien siempre sube a la jaula con la bandera de Guatemala, ha dejado atrás una vida convulsionada para ser un profesional de la pelea.

Heinrich Wassmer, quien siempre sube a la jaula con la bandera de Guatemala, ha dejado atrás una vida convulsionada para ser un profesional de la pelea. Crédito: Getty Images

A los 15 años de edad, Heinrich Wassmer ya había pisado la cárcel de Los Ángeles y había sido baleado en las calles de Nueva York.

La rudeza del ambiente en el que creció, aunado a su carácter agresivo, metieron en problemas muy temprano en su vida al peleador guatemalteco de origen alemán.

“Yo estuve en malos pasos desde muy chico”, dice Wassmer, quien estará en la cartelera de artes marciales mixtas de la promotora Combate Américas que se efectuará el 11 de agosto en el recinto “The Exchange” del centro de Los Ángeles.

En el gimnasio “The Fight Academy” de la ciudad de Pasadena, donde entrena para preparar su combate ante Benji Gómez, el gladiador chapín de 26 años de edad habla sobre lo tortuoso que ha sido su camino.

“Yo me rodeaba de gente que no me traía nada bueno”, admite Wassmer mientras con su mano señala las marcas de la bala que le entró por la pierna izquierda y salió por la derecha.

Wassmer, de bisabuelos alemanes y padres guatemaltecos, nació en Sylmar, California (al noroeste de Los Ángeles), pero desde muy pequeño sus progenitores lo llevaron a vivir a Guatemala.

Pocos años después, la familia retornó a Estados Unidos y fue en esos momentos que los padres de Heinrich Wassmer decidieron separarse. El padre decidió quedarse en Los Ángeles mientras que la madre se instaló en Nueva York.

Wassmer se quedó a vivir con su padre, y a los 13 años, después de protagonizar una violenta pelea en la escuela, fue arrestado.

Llegué a dar a la cárcel por esa pelea. Fue una pelea muy fuerte”, comenta el hoy profesional de las peleas.

Mal y de malas en Nueva York

Tras el incidente en la escuela de Los Ángeles, Wassmer se fue a vivir a Nueva York, ciudad en la que tampoco pudo encontrar un ambiente positivo para desarrollarse.

Fue en el barrio de El Bronx donde una noche, tras un pleito callejero, Wassmer fue baleado en las piernas. Él relata: “La bala no me tocó arterias o venas importantes, fue puro músculo, tuve suerte”.

El haber recibido un balazo en nada hizo cambiar la actitud del joven chapín; por el contrario, lo hizo ser más rebelde y agresivo. “Yo me sentía invencible, sentía que si una bala no pudo matarme, nada podía hacerlo”, comenta.

El suceso en El Bronx lo hizo regresar a Los Ángeles, en donde continuó rodeándose de malas amistades que lo empujaban a realizar actos que él mismo califica como “desmadrosos”.

A los 18 años de edad, el padre de Wassmer lo obligó a buscarse un lugar propio para vivir y encontrar la manera de mantenerse. Ese fue el momento en que las cosas comenzaron a cambiar para el atribulado guatemalteco.

“Me fui a vivir a un departamento con mi hermano y me conseguí un trabajo en una pizzería”, dice Wassmer, quien en el restaurante donde trabajaba conoció a la persona que lo introdujo al mundo de las artes marciales mixtas. “Un amigo me invitó al gimnasio a practicar kickboxing, yo al principio no quería, yo lo que en realidad quería era seguir en el desmadre”.

Pero fue tanta la insistencia de su amigo, que Wassmer un día fue al gimnasio y desde entonces se quedó enamorado del kickboxing y las artes marciales mixtas.

Orgulloso de ser chapín

Ocho años después de haber pisado por primera vez el gimnasio, Heinrich Wassmer es una estrella naciente dentro de Combate Américas, la promotora de artes marciales mixtas que busca impulsar el talento hispano.

En su carrera profesional,  el chapín que pelea en la categoría de las 125 libras, tiene marca invicta de cuatro combates, tres por sumisión y uno por nocaut.

“Yo estoy muy orgulloso de representar a Guatemala, mi país, cada vez que subo a la jaula”, dice el peleador. “Siempre me presento con la bandera guatemalteca a mis peleas, nunca he perdido mis raíces”.

Wassmer dice que ahora ya entiende el sentido de la vida después de haber pasado por tantas vicisitudes.

“Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, nos pone pruebas todos los días, pero nunca nos presenta tareas para las que no estamos preparados a enfrentar”, agrega reflexivo el peleador, quien insta a los jóvenes a perseguir sus sueños sin importar los obstáculos.

“La vida trabaja de una manera muy misteriosa, nunca sabes lo que te tiene preparado”.

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