Río 2016: Teresa Almeida, la “fofinha” de 1.70 y 98 kilos que desoye los estereotipos

La arquera de la selección de handball de Angola cautiva por su estilo y su carisma; "Me quieren porque tengo un patrón físico más normal, como el del resto de la gente", dice

Terfesa Almeida

Teresa Almeida, portera de Handball de Angola, pesa 98 kilos. Crédito: GETTY IMAGES

Cuenta que tiene dos objetivos bien claros para este año. El primero, y más cercano, es el de cerrar una actuación de ensueño con Angola en los Juegos Olímpicos. El segundo, agendado para diciembre, es el de disfrutar de su casamiento. En Luanda, la capital angoleña, la esperan un militar y un vestido. “Es mentira eso que dicen acá que yo quiero bajar de peso por el vestido”, dice. Y se ríe. No quiere indicaciones, ni dietas. Teresa Almeida cautiva a todos en el Parque Olímpico, y desde el arco de la selección de handball de Angola logra tener un apoyo inesperado en Río 2016.

“Brasil adopta a Teresa”, titula Globo Esporte. “Fofinha se volvió querida en Brasil”, agrega O Globo. “Bá, Bá, Bá [su apodo] es mejor que Neymar”, baja de las tribunas. Ella agradece: “Nos sentimos como en casa”. Desde su metro setenta y sus 98 kilos, no sólo controla los ataques rivales, sino que dice sentirse orgullosa por su físico y que eso sólo la obliga a “trabajar duro, con mucha fuerza de voluntad”.

“Muchas personas creen que con mi cuerpo no puedo jugar. Pero sí se puede. Sólo creo en el trabajo, en esforzarme. Creo que “las gordinhas” tambien podemos hacer las cosas bien en cualquier deporte. El hecho de que yo sea gordita jamás fue un obstáculo para mí. Nunca lo sufrí”, cuenta, en una entrevista con O Globo. Figura en el triunfo 23-19 ante Rumania, esta mañana fue de la partida en la caída ante Brasil, por 28-24, aunque sólo ingresó 13 minutos. Angola, un país sin tradición en el handball, se ilusiona: con los triunfos ante Rumania y Montenegro ya se encuentra ante su mejor actuación olímpica.

Teresa Almeida
Teresa Almeida, portera de Handball de Angola, pesa 98 kilos.

“El buen trato del público se da en todos los países donde vamos a jugar, es curioso. Creo que la gente se identifica con un atleta que tiene un patrón más normal, como la mayoría de la gente, y me recibe con los brazos abiertos”, dice. Aunque su relación con Brasil viene de tiempo atrás: “En Angola veía la novela ‘Sinha moca’ y tenía una niñera que era negra y se llamaba Bá. Como yo era la única niña de mi familia, me puse ese nombre y todos empezaron a llamarme así”.

El idioma acerca a la selección africana. Los brasileños apoyan a las angoleñas como si fuese un combinado local. “El público ayuda a impulsar nuestro equipo. Cuando las chicas sintieron el apoyo del público, vieron que no estaban solas. Confieso que no lo esperaba”, se sorprende el entrenador Filipe de Carvalho.

Ella trabaja duro. Brilla por su elasticidad, por su capacidad de reacción y su carisma. Deja de lado de los estereotipos y sólo se concentra en trabajar duro. En dejar un mensaje. Aunque tenga que soportar comentarios en las redes sociales como el de un diario que contó su historia con emojis de una hamburguesa y unas papas fritas. “Los que me quieren es porque soy descarada, porque se sienten identificados y porque hay mucho gordito por ahí”, comenta. Y se vuelve a reír, mientras pasea por el Arena Carioca con su camiseta 16.

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