Las muertes después que cayeron las Torres Gemelas
15 años después de los ataques, la Uniformada sigue perdiendo miembros como consecuencia de los atentados
En una reja afuera del Memorial de la Policía en Bajo Manhattan hay una ilustración del subjefe Steven Bonano, quien falleció el 17 de enero del 2015 por un cáncer de sangre extremadamente raro.
Bonano fue asignado a las operaciones de rescate y recuperación en la zona cero por una semana después de los ataques del 11 de septiembre del 2001. Pero no fue hasta 10 años más tarde que comenzó a mostrar síntomas.
Quince años después que las torres gemelas cayeron, el Departamento de Policía de Nueva York ha visto más muertes por efectos secundarios que en el día de la tragedia. Veintitrés policías fallecieron en el atentado, pero 99 oficiales murieron por los efectos de inhalar el aire tóxico que dejó el derrumbe.
Bonano se crió en El Bronx de madre dominicana y padre puertorriqueño. Vivian y Eulogio Bonano participaron de la procesión en conmemoración a los oficiales que han perdido su vida este pasado viernes y compartieron con El Diario NY sobre su hijo.
Según su madre, Steven siempre quiso ser parte de la Uniformada. “Él estaba muy orgulloso de ser policía y quería ser un buen policía”, expresó la dominicana. Sin embargo también dijo que su hijo estaba insatisfecho con las relaciones entre la comunidad y la policía. “Le hubiera gustado ver más respeto en la sociedad”.
Ella cuenta que era alguien que “insistía en las tradiciones” del NYPD. Acordó una vez que entró a un cuarto y un oficial no lo saludaron apropiadamente. Bonano fue al hombre en el escritorio y le dijo que la próxima vez siga el protocolo. “Quería continuar la tradición, porque con la tradición viene el respeto”, explicó su madre.
Según su amigo de infancia el jefe auxiliar Edward Delatorre, Bonano recibió terapias innovadoras para combatir una enfermedad que solo tenía 100 casos en los pasados 20 años. Nadie con su enfermedad había sobrevivido más de 10 meses, pero Bonano vivió dos años después de ser diagnosticado.
“Él estaba convencido que iba a sobrevivir, no tenía ninguna intención de morir. El quería irse y ser Comisionado o algo así”, se ríe la madre.
Aunque físicamente se estaba deteriorando, el espíritu de Bonano se mantenió vivo hasta sus últimos momentos. Le cantaba y regalaba chocolates a las enfermeras; y hacía a sus familiares reírse cuando lo visitaban.
“Uno lo iba a ver sintiéndose mal y él te hacía reír, eso era lo suyo”, dijo Delatorre.
Bonano murió a los 53 años, 30 de esos se los dedicó al NYPD y recibió 69 medallas.