“Venir de una familia de refugiados me hizo luchar por sus derechos”
Ahilan Arulanantham creció en Estados Unidos pero en su casa recibieron a muchos primos refugiados de Sri Lanka, durante la guerra civil en ese país. Años después, el abogado dedica todo su tiempo a defender los derechos jurídicos de personas en proceso de deportación y la pasada semana fue recompensado con la Beca MacArthur para Genios.
Ahilan Arulanantham, hijo de inmigrantes de Sri Lanka, ha pasado buena parte de su carrera legal defendiendo los derechos jurídicos de personas en proceso de deportación y hace poco recibió la gran noticia de que su trabajo había sido recompensado con la famosa Beca MacArthur para Genios.
La beca, otorgada por la Fundación MacArthur, incluye un premio en efectivo de más de 600,000 dólares, sin ningún tipo de condiciones para quienes lo reciben, y representa un importante reconocimiento a la labor personal de los premiados, nominados en forma secreta por otras personas (nunca ellos mismos).
Pero la noticia fue dulce y amarga al mismo tiempo, porque hacía apenas unos días que Arulanantham, quien ha ganado varias demandas históricas contra el gobierno para garantizar los derechos de las personas en procesos de deportación, había perdido su último caso, cuando la Corte de Apelaciones rechazó su demanda, alegando que los menores de edad aspirantes a refugiados, requieren un abogado provisto por el gobierno para defenderse.
Arulanantham es director legal de la Unión de Libertades Civiles del Sur de California y habló en exclusiva para La Opinión tras recibir la noticia del premio.
Recibir la famosa “Beca MacArthur a los genios”, que otorga no sólo un montón de dinero, sino un perfil muy alto por un trabajo a favor de los más vulnerables: ¿Cómo le hace sentir?
Me siento muy honrado, creo que es un reconocimiento a la importancia del trabajo, no sólo por mi parte, sino para todos los defensores de los derechos de los inmigrantes en todo el país, dentro y fuera de la ACLU.
¿Por qué decidió tomar esta línea de trabajo?
Nací aquí, pero mi familia es de Sri Lanka, son de la etnia Tamil. Cuando tenía 10 años explotó la guerra civil en Sri Lanka y la mayor parte de mi familia huyó del país debido a la masiva violencia anti Tamil. Muchos vinieron a Estados Unidos como refugiados y vivieron con nosotros durante años. Tuve una asiento de primera fila al dolor y la dificultad que viene con el desplazamiento, también a la resistencia de la gente y al espectacular éxito que se puede alcanzar incluso después de una experiencia como esa.
Gran parte de mi trabajo es tratar de conseguir que la gente se ponga en los zapatos de los desplazados, sea por la violencia literal o la económica. Cuando uno ve estas cosas de primera mano, quiere hacer algo al respecto.
¿Entonces fue su historia personal la que le llevó a estudiar leyes?
Antes de ir a la escuela de derecho, estaba interesado en la filosofía, luego me interesé por los derechos humanos en Sri Lanka y los refugiados y la inmigración. Yo veo las profundas conexiones entre las experiencias de los diferentes inmigrantes, es verdad que cada experiencia es diferente en algo, pero por ejemplo, muchos de nuestros niños clientes en el caso J.E.F.M. v. Lynch, me recuerdan a mis primos. Estos niños centroamericanos cuyas familias están desgarradas, donde un hijo adolescente termina viviendo aquí con un tío debido a un conflicto, y sus padres no pueden venir.
Tengo familiares de los que un hijo logró llegar a la India, los padres están en Nigeria, otro hijo está en Sri Lanka. Otros primos estaban en mi casa aquí. Claro, ellos hablaban tamil e inglés, no español.
¿Qué ha sido lo más difícil de luchar por los derechos jurídicos de las personas que, según muchos piensan, no deberían tener ningún derecho?
Lo más difícil ha sido la continuación de duras políticas por parte del gobierno de Obama. El trato que se ha dado a los refugiados es descorazonador, la falta de reforma al sistema de detención para diferenciarlo del sistema penitenciario es lamentable. Recientemente, el número de refugiados ha aumentado de forma masiva y el estatus quo es muy desalentador. Nuestro presidente habla con gran compasión, pero las acciones de las autoridades migratorias están lejos de esa retórica.
¿Habrá un caso que le ha dado especial satisfacción ganar?
Hubo un caso que me dio mucho, fue duro, 12 años de trabajo. Y aunque he sido bendecido con muchos éxitos, este fue mi primer caso en ACLU. Fue el de un refugiado de Sri Lanca en LA, Ahilan Nadarajah, quien fue etiquetada erróneamente como riesgo a la seguridad nacional. Este joven pasó cuatro años y medio en un centro de detención cuando tenía 20 y pico. Eventualmente ganamos el caso y él continuó viviendo un vida productiva en Carolina del Sur, se casó y se convirtió en un ciudadano de Estados Unidos. Incluso, es una persona libre de la amargura de las experiencias que tuvo. Gran parte de la promesa del sistema de inmigración se puede contrastar con su historia.
Tuve otro cliente a quien se ordenó una orden de deportación errónea a Colombia, realmente sentimos que había sido un grave error legal. Lo peleamos y perdimos en la Corte de Apelaciones, así que él se entregó y fue deportado. Años después, la Corte Suprema falló en otro caso, validando los argumentos que habíamos hecho antes y pedimos reabrir esa lucha y su regreso a Estados Unidos. El año pasado, en el día de Acción de Gracias, recibí una llamada telefónica avisando que ya había regresado al país y todo estaba bien.
¿Pueden haber confianza en los inmigrantes de que, al final, el sistema estadounidense ofrece justicia real en estos casos?
Sólo si todos trabajamos para que así sea. La constitución es sólo un pedazo de papel, pero darle la vida requiere gente que pida cuentas por las promesas que se encuentran en el documento.
¿Está de acuerdo que incluso con todos sus defectos, América es un país generoso en términos de la cantidad de inmigrantes que recibe?
Tengo esta discusión con mi padre todo el tiempo, porque a menudo yo apunto a las fallas de nuestro sistema y mi padre lo defiende, comparándolo con el que existe en otros países. Creo en la promesa de este país, estoy trabajando para hacerla realidad cada día.
¿Cuál fue su reacción al saber iba a conseguir este premio y ha pensado en lo que quiere hacer con él?
Me sorprendió, fue una experiencia muy surrealista. Me llamaron varias veces, yo estaba muy ocupado justamente presentando algunos documentos en el caso de los niños centroamericanos. Escuché algo de una fundación y pasé la llamada a otro departamento (rie).
Por el momento no he pensado mucho acerca de qué hacer con el dinero, me gustaría dar una la porción al trabajo por los derechos humanos en Sri Lanka, ya que no he concentrado mi trabajo en esa área. No tengo un plan fijo, pero definitivamente, es un dilema bastante bueno.
He aquí el video oficial de la fundación MacArthur sobre Arulanantham.