Temen por el cierre de centro para ancianos en Alto Manhattan

Un grupo de señoras de la tercera edad en Washington Heights expresan cuanto les cambiará la vida si les quitan este espacio comunitario

Nueva York.- “Después de Dios, mi felicidad está aquí”, dijo Agustina Candelario, quien a sus 69 años de edad todavía es llamada “la quinceañera” de un grupo de señoras de tercera edad que acude al ARC XVI Fort Washington Senior Center.

Así como Agustina, cientos de personas mayores del Norte de Manhattan sienten una profunda conexión con el centro de personas mayores, ya que allí pasan en buena compañía, con comida saludable, clases y actividades sociales sin ningún costo. Pero más que eso, como expresó Agustina, “aquí nos tratamos como familia”.

Y es que el ambiente en el lugar es acogedor. Con un café recién hecho, un grupo de señoras disfruta su desayuno en una mesa redonda mientras escuchan música merenguera. Pero de repente el tema de conversación vuelve a ser la preocupación por perder su “segunda casa” como lo dijo una de ellas, Cristina Marroquín, 82. Todas temen que el centro cierre en tres meses y aún no se sabe nada sobre un posible plan alternativo para impedir que esto suceda.

La iglesia Christ Church United Methodist, dueña del edificio donde ha estado ubicado el centro por 16 años, no les va renovar el contrato de alquiler que termina el 31 de diciembre.

“Dada la condición deteriorada del edificio, estamos evaluando cómo dirigir las extensas necesidades diferidas de mantenimiento. Por lo tanto lamentamos informar que no vamos a renovar el contrato de alquiler de ARC XVI”, indicó la iglesia en un comunicado.

Christ Church United Methodist va a continuar utilizando una parte pequeña del edificio solamente para sus servicios de adoración y para su nuevo centro comunitario para nuevas madres. El Reverendo Stephen Bauman de la iglesia comunicó en una carta a la comunidad que “las reparaciones necesarias son costosas y seguimos analizando nuestras opciones y las implicaciones de posibles inversiones”.

Agustina Candelario, 69, es la “quinceañera” del grupo. Trabajó en agencias de viaje antes de jubilarse y ser diagnosticada con diabetes. Foto Maritza Villela.
Agustina Candelario, 69, es la “quinceañera” del grupo. Trabajó en agencias de viaje antes de jubilarse y ser diagnosticada con diabetes. Foto Maritza Villela.

“Si cierran el centro, nos van a quitar media vida”,  expresó Agustina, quien junto a sus amigas dice que no sabe que va a hacer si se tienen que ir del local. Toda su familia vive en República Dominicana.  “Yo paso todo el día aquí porque vivo sola en un cuarto”.

Blanca Aida, de Ecuador, es una de las mayores del grupo con 92 años de edad. “Aquí comparto mis penas y mis alegrías”, dijo mientras los otros ancianos pasaban a saludarla. Aida es una de las señoras que ha formado parte del centro por más de 20 años.  Ella también forma parte de Christ Church United Methodist, pero aún expresando sus preocupaciones a la iglesia por parte de los viejitos “ellos dicen que no y no. Ya está decidido”.

Otra señora del grupo, Carmen Ventura, quien era una de las más calladas, sorprendió a sus compañeras cuando reveló su edad. “Le ganó a Blanca”, decían las señoras que la alagaron diciéndole que no pareciera de 94 años.  Ventura vive sola y dice que ella no iría a otro centro que no sea ARC XVI Fort Washington Senior Center. “Si lo quitan, me quedaré en mi casa”.

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ARC XVI Fort Washington Senior Center ha tenido sus puertas abiertas los cinco días de las semana por más de cuatro décadas. Una de las señoras que no falta ni un día es Blanca Peña, 92, quien con un espíritu positivo dice que piensa cumplir 92 más. “Yo no creo en los políticos,” dijo Peña acerca de las protestas y peticiones que diferentes políticos del área han hecho para poder salvar el centro. Uno de ellos es el senador estatal de Nueva York, Adriano Espaillat, quien tiene una petición en su sitio web apoyando el centro.

El grupo de señoras, aunque de diferentes edades y diferentes nacionalidades tienen algo en común: esperan el milagro poder quedarse en el centro.  Así lo expresó Agustina, “estamos destrozadas y pidiéndole al Señor que no nos quiten el lugar, porque yo aquí encontré mi felicidad”.

(Maritza Villela es estudiante de CUNY Graduate School of Journalism)

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