Editorial: Bonos de la polémica
En este caso la inmensa mayoría de los reclutas acudió de buena fe a un sistema definido como corrupto y descontrolado
En el sector privado cuando se da una bonificación como incentivo para atraer una persona a una empresa, no se le suele pedir que después devuelva cuando el individuo está haciendo o ha terminado la labor que se le ha pedido. En cambio, el Pentágono estuvo pidiendo que le regresen el dinero a quienes arriesgaron sus vidas en cumplimiento del deber, lo que es inadmisible.
Cuando se necesitaron soldados para las guerras de Afganistán e Irak, se dieron bonos para atraerlos y así tener una fuerza necesaria para los dos conflictos sin necesidad de un reclutamiento obligatorio. Los fondos no fueron bien administrados, según una auditoría realizada en California sobre la manera que fueron distribuidos. O sea que se entregó dinero a quienes no llenaban las calificaciones.
Como resultado, una sargento mayor de la Guardia Nacional de California fue condenada a 30 meses de prisión al declararse culpable de dar 15 millones de dólares en bonos inapropiados. Otras 118 personas, incluyendo 83 oficiales enfrentan castigos legales o administrativos.
Se estima que este es un problema a nivel nacional. El énfasis que recibe California se debe a la gran cantidad de soldados investigados, cerca de 17,000, al dinero involucrado -aproximadamente 47 millones de dólares- y más de 9,000 individuos a los cuales se les pide el reembolso, según reportes.
Las Reglas Generales del Departamento de Defensa sobre recuperación de pagos y bonos determinan que a un individuo no se le pedirá el reembolso si no es elegible para cumplir con los requisitos “debido a circunstancias fuera de su control”.
En este caso la inmensa mayoría de los reclutas acudió de buena fe a un sistema definido como corrupto y descontrolado. Al Pentágono le corresponde la responsabilidad de elevar el presupuesto para reclutamiento de 296 millones de dólares en 2005 a 611 millones en 2008, creando muchas dudas en este gasto.
Es bueno que el Secretario de Defensa, Ash Carter, ordene detener la solicitud de los reembolsos y que muchos legisladores denuncien esta práctica. Qué pena que no lo hicieran antes, porque el Congreso lleva años sabiendo de esta situación. Tuvo que ser necesario el titular de un diario en un año electoral para que reaccionen.
La sórdida guerra de Irak es el período en que se gastó más dinero para reclutamiento. Es una verguenza que ahora se quieran recuperar la bonificaciones de algunos soldados tras un conflicto que fue un derroche de miles de millones de dólares.