Obesos “metabólicamente sanos”, no son tan sanos como dicen

Una persona obesa que no presenta diabetes ni hipertensión, no está a salvo de infartos y otras complicaciones

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Aunque los análisis de laboratorio digan una cosa, el riesgo subsiste. Crédito: Shutterstock

Hasta hace poco tiempo se creía que las personas obesas “metabólicamente sanas”, no tenían mayor riesgo de presentar enfermedad cardiovascular o renal. El término “metabólicamente sano” se refiere a aquel individuo obeso que no presenta diabetes, hipertensión arterial ni dislipemias (triglicéridos elevados o HDL bajo).

Sin embargo, un estudio danés en más de 6,200 participantes con seguimiento a 10 años, recientemente publicado en la revista Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, revela que los individuos con obesidad tienen mayor riesgo de enfermar sus arterias, comparado con sus pares de peso normal.

Para determinar si la persona tiene obesidad, se realiza el cálculo del IMC (Índice de masa corporal= peso/altura²) que define el normo-peso (IMC entre 18.5 – 25), sobrepeso (IMC 25-30) u obesidad (IMC mayor a 30).

Existen los “metabólicamente sanos”

El objetivo del estudio fue determinar si la obesidad es un factor de riesgo cardiovascular independiente de las alteraciones metabólicas. Esta investigación contradice los resultados de estudios previos y da por tierra con la percepción que padecer obesidad no aumenta el riesgo cardiovascular.

La conclusión del mismo determina que los individuos obesos pueden desarrollar enfermedad coronaria independientemente del status metabólico, es decir, más allá de tener presión arterial normal y un análisis de laboratorio sin alteraciones. Asimismo, los autores cuestionan el término “metabólicamente sanos” dado que a los 5 años de iniciado el estudio, los hombres obesos “metabólicamente sanos” tuvieron 3 veces más riesgo de presentar enfermedad coronaria en tanto las mujeres con IMC mayor a 30, duplicaron el riesgo. Indudablemente, el desarrollo de complicaciones se presenta en el tiempo.

En los últimos años, se define a la obesidad y diabetes como epidemia melliza dado el crecimiento mundial de estas dos enfermedades en paralelo. La diabetes es tres veces más frecuente en las personas con obesidad leve, 6 veces más frecuente con obesidad moderada y el riesgo asciende a 40 veces más en obesos mórbidos.

Al momento del diagnóstico, el 50% de las células del páncreas fallan en la producción de la hormona insulina, encargada de facilitar la entrada de la glucosa al interior de las células. Asimismo, según lo reveló el UKPDS, estudio realizado en los años 90 con un análisis de 2,300 pacientes con diabetes, la mitad de los individuos con diagnóstico reciente de diabetes presentaban complicaciones a nivel renal, en las pequeñas arterias de la retina y en otros vasos y nervios del organismo

La distribución de la grasa

Si bien se contempla el diagnóstico de obesidad a través del IMC, es necesario determinar la distribución de la grasa en el organismo. La presencia de grasa visceral, se asocia a un mayor riesgo de alteraciones metabólicas (HDL bajo, triglicéridos elevados, valores de glucemia superior a 100 mg/dl) e hipertensión arterial.

Para ello, se realiza la medición del Perímetro de cintura (PC) que permite estimar, de manera indirecta, la localización de la grasa en la región abdominal, rodeando a las vísceras. Se establece como límite un PC hasta 102 cm en los hombres y 88 cm en las mujeres. La grasa visceral es responsable de la producción de gran cantidad de hormonas y sustancias que favorecen el proceso de ateroesclerosis debido a la acción inflamatoria de las mismas sobre el endotelio (capa interna de la arteria).

Por este motivo, es vital tomar conciencia y modificar los hábitos para prevenir la obesidad y sus complicaciones, dado que es un factor de riesgo cardiovascular independientemente de los valores que revelen los análisis de sangre.

La clave es realizar un plan alimentario (guiado por un especialista) que se adapte a los gustos y necesidades individuales asociado a un programa de ejercicio que respete la condición física, posibilidades y preferencias para que pueda mantenerse en el tiempo. Además, es recomendable realizar controles clínicos ante la presencia de sobrepeso/obesidad para la detección precoz de alteraciones clínicas y metabólicas.

– La autora es especialista en Cardiología y Nutrición con orientación en obesidad

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