Newburgh, la otra “Puebla York”

Enclave poblano se afianza al norte del estado

Hay una amplia colonia hispana en Newburgh, en las afueras de NYC.

Hay una amplia colonia hispana en Newburgh, en las afueras de NYC. Crédito: Zaira Cortés

Al norte de la Gran Manzana, en la histórica ciudad de Newburgh, una creciente población de inmigrantes poblanos está incentivando la economía local con sus restaurantes, bodegas, tortillerías y tiendas de accesorios para bodas y fiestas de quince años. La localidad es conocida por muchos como la otra “Puebla York” del estado.

El enclave poblano está situado a 60 millas de la Ciudad de Nueva York y se ha convertido en un referente del entretenimiento para la comunidad mexicana, por sus jaripeos al son de tambora y bailes parecidos a los que se realizan en las ferias de los pueblos de México.

“Los jaripeos y bailes que se hacen en Newburgh son famosos en todo el condado Orange, incluso vienen mexicanos de la ciudad. A las familias no les importa conducir una hora con tal de disfrutar de una fiesta de pueblo”, dijo Minerva González, quien emigró de La Noria, Puebla, hace una década. “De Brooklyn me mudé a Newburgh para estar cerca de la gente de mi municipio.

Nosotros le decimos ‘Noria York’ a mi pueblo, porque muchos se vienen a Nueva York, pero no a la Gran Manzana sino a Newburgh”.

El 47.9% de los 28, 290 habitantes de Newburgh son hispanos, según la Oficina del Censo. De esa cifra, entre el 15 y el 20% podrían ser mexicanos, según estimaciones de organizadores comunitarios y funcionarios de la ciudad.

Los poblanos radicados en Newburgh provienen principalmente de los municipios de La Noria, Tehuitzingo y San Vicente Boquerón, al norte del estado de Puebla. Los primeros inmigrantes de esas localidades llegaron a la ciudad a principios de la década de 1970, pero el boom ocurrió a finales de la década de 1980, según residentes.

Leticia Guevara, propietaria del restaurante Los Portales, en la Main Street, dijo que hace 22 años, cuando llegó del norte de Puebla, sólo había cinco restaurantes mexicanos en la zona.

“En dos décadas hemos progresado tanto que ahora hay unos 20 restaurantes mexicanos únicamente en la Main Street, además de otros negocios, como bodegas y tiendas de vestidos de quince años. Muchos poblanos están empleando a otros inmigrantes en sus negocios”, dijo Guevara. “Los mexicanos y latinos nutrimos la economía local con nuestros negocios y mano de obra. Hay muchos poblanos trabajando en las fábricas y en los restaurantes de los blancos. Le hemos dados vida a la ciudad”.

Leticia Guevara es la propietaria del restaurante Los Portales, en la Main St., de Newburgh. /ZAIRA CORTÉS

La ciudad de Newburgh, fundada en 1709 por varias docenas de inmigrantes alemanes luteranos, es una joya de la arquitectura por sus edificios antiguos y famosa por ser el escenario en donde el general George Washington y el Ejército Continental resistieron los últimos años de su rebelión contra el dominio británico.

Sin embargo, la riqueza histórica de la ciudad no minimizó el impacto económico de la recesión de 2008.

“Los bancos embargaron cientos de casas y edificios. Todas esas propiedades quedaron en el abandono y a merced del deterioro, pero, en los últimos años, muchos mexicanos han comprado propiedades y las han renovado”, dijo el comerciante José Pedro Robles, quien reside en Newburgh desde 1982. “Esta ciudad ha visto un renacer con la inmigración de mexicanos y latinos. Cuando yo llegué de Puebla, toda la Main Street estaba abandonada. Había mucha droga, se vivía una epidemia de crack. Eso ha cambiado, ahora hay mucho negocio, mucha vida”.

Los inmigrantes están ganando poder económico, pero también buscan el poder político. Los residentes comentaron que hay mexicanos de tercera y hasta de cuarta generación en la ciudad.

“Tenemos fe en esos muchachos que se están educando en las universidades y que tienen los ojos puestos en City Hall. Necesitamos representación en el gobierno”, dijo Guevara. “Hemos crecido tanto que ahora nos invitan al Illuminated Festival que los negociantes hacen cada verano. Antes los latinos no figurábamos, pero los organizadores han visto nuestro poder y ahora nos toman en cuenta”.

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