Recortes en educación perjudicarán a latinos y demás minorías, advierten activistas

El Departamento de Educación dijo que el presupuesto será presentado la próxima semana y está sujeto a cambios

WASHINGTON.- Los recortes en programas de educación por $10,600 millones que prevé la Administración Trump perjudicarán en particular a latinos y demás minorías que ya encaran trabas para mejorar su desempeño académico y acceso a las universidades, afirmaron este jueves activistas.

La Casa Blanca divulgará el presupuesto educativo el próximo martes, pero el diario “The Washington Post” adelantó anoche que el plan prevé recortar $10,600 millones y eliminar al menos 22 programas.

Los recortes son un descenso del 13,6% con respecto a los fondos aprobados para el Departamento de Educación para este año y, según el diario, parte de los “ahorros” serían canalizados a otras áreas: por ejemplo, $500 millones se destinarían a “cupones” para colegios “chárter” y religiosos, y $1,000 millones para distritos escolares que permitan que los estudiantes escojan la escuela pública adonde quieren ir.

En todo caso, el Congreso tiene la última palabra sobre el desembolso de fondos, y la nueva secretaria de Educación, Betsy DeVos, tiene pocos amigos entre los legisladores.

Aunque la Casa Blanca apoya descentralizar las tareas del gobierno y “hacer más con menos”, en los pasillos del Congreso hay poco apetito para recortes educativos y sí mucha oposición ideológica a DeVos, una millonaria donante de republicanos que apoya reducir el control del gobierno federal en la educación.

El Departamento de Educación dijo que el presupuesto será presentado la próxima semana y está sujeto a cambios, pero protege fondos para programas de educación especial y para asegurar que “haya más opciones para estudiantes pobres”.

Enérgico rechazo

Sindicatos de maestros y grupos cívicos rechazaron enérgicamente los recortes por considerar que afectarán, sobre todo, a estudiantes latinos y demás minorías que más necesitan la ayuda para cerrar la brecha académica.

En el caso de los latinos, éstos son cerca del 25% de la población estudiantil en colegios públicos, además de que cinco millones son estudiantes de inglés como segundo idioma, uno de los programas afectados por los recortes. 

En declaraciones a este diario, Jessica Rodríguez Boudreau, especialista en educación del Concejo Nacional de La Raza (NCLR), dijo que el presupuesto que promueven Trump y DeVos, “si se aprueba en su forma actual  tendrá consecuencias desastrosas para nuestra comunidad”.

“No hay momento más importante que éste para abogar por recursos adecuados que nos permita como país servir a nuestros niños y adolescentes latinos, ofreciéndoles una educación de alta calidad, con recursos adecuados, y oportunidades verdaderas para surgir y llevar a cabo el Sueño Americano”, manifestó.

Por su parte, la presidenta de la Asociación Nacional de Educación (NEA), Lily Eskelsen García, se quejó que las prioridades de la Administración son “irresponsables y equivocadas para los estudiantes y familias trabajadoras” y, de implementarse,  el presupuesto “aplastará los sueños de estudiantes, privará a millones de oportunidades, y dificultará más el acceso de los estudiantes a la enseñanza superior”.

La líder sindicalista urgió al Congreso a que rechace ese presupuesto porque mejorar la educación pública requiere más fondos, no recortes, y “el dinero público solo debe usarse para ayudar a las escuelas públicas”.

Mientras, la presidenta de la Federación de Maestros Estadounidenses (AFT, en inglés), Randi Weingarten, recurrió a Twitter para acusar a la Administración de agarrar un “cuchillo de carnicero” para hacer recortes y darle la espalda a los estudiantes pobres.

“El costo humano de esta descabellada política es altísimo. Tenemos que proteger a nuestros estudiantes de la agenda Trump/DeVos”, dijo Weingarten, cuya oficina adelantó a este diario que convocará una rueda de prensa cuando la Casa Blanca publique el presupuesto.

Por ahora, la Administración deja intactos los fondos para programas para estudiantes discapacitados y con necesidades especiales, y para aquellos bajo el paraguas del llamado “Título I”, destinados a agencias educativas locales y a escuelas en zonas marginadas.

El uso de “cupones” para escuelas privadas es controversial: un análisis del propio Departamento de Educación determinó que en la capital de EEUU, donde existe el único programa federal de su tipo, los estudiantes que fueron a escuelas privadas con subsidios públicos empeoraron su rendimiento en pruebas nacionales.

Programas bajo el hacha

Entre los 22 programas que serían eliminados figuran unos que ayudan a 12 millones de estudiantes universitarios; programas para después de la escuela para 1,6 millones de niños, particularmente en zonas pobres, y de capacitación para docentes, por $2,100 millones.

La Administración también eliminará $15 millones para programas de cuidado infantil para padres de bajos recursos que asisten a la universidad; $27 millones para clases de arte; $72 millones para enseñanza de idiomas e intercambio internacional; $12 millones para estudiantes prodigio, y una suma idéntica para programas para Olimpiadas Especiales.

Otros programas apenas se escapan del tajo pero sufrirían recortes significativos, incluyendo la pérdida de $168 millones para programas vocacionales y técnicos para los estados; de $96 millones para alfabetización de adultos, y de $13 millones para un programa de la Administración Obama para niños pobres.

El gobierno de Trump mantiene los fondos para las becas “Pell” para universitarios pero elimina más de $700 millones para los préstamos “Perkins” para estudiantes pobres.

También se deshace del perdón de la deuda para universitarios que emprenden carreras de servicio público, que ha sido un buen beneficio para maestros, trabajadores sociales, defensores públicos o profesionales de la salud en zonas pobres.

Bajo el plan, además, la Administración Trump no soltará ni un solo centavo para un fondo creado por el Congreso que ayuda a los distritos a financiar iniciativas contra el acoso de estudiantes, o “bullying” en inglés, programas de salud mental, de educación física, cursos avanzados en las secundarias, y programas de ciencias e ingeniería.

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