In memoriam: Juan Miguel De Mora

Samuel Schmidt recuerda al recientemente fallecido Juan Miguel de Mora, a los 95 años

Cuándo publiqué “El deterioro del presidencialismo mexicano” en inglés, quise denunciar la persecución de que fui objeto y que me llevó a salir de México. El editor consideró que se vería como una provocación, así que mejor conté una historia ejemplar, para que quedara claro que le decía a Juan para que entienda Pedro.

El sujeto de la historia era Juan Miguel de Mora, filólogo experto en sanscrito, primer extranjero en impartir sánscrito en India.

En los aciagos años de Echeverría, Juan Miguel escribía para Le Monde. Un día lo llamó Fausto Zapata, Subsecretario de la Presidencia, le propuso que antes de enviar sus textos a Francia se los mandara a él, y a cambio recibiría un estipendio superior al de su salario de la UNAM.

Juan Miguel se negó y al otro día lo llamó el director de El Heraldo para decirle que tenía que salir del país. Lo apoyarían y se iba de inmediato. Tomó su camper y manejo hacia el sur. En Chiapas sintió algo extraño en las llantas, los birlos habían sido aflojados para que pareciera un accidente. Ahí había una ambulancia estacionada.

No era la primera vez que salvaba la vida. Con 16 años entró a las brigadas internacionales en España para luchar contra el fascismo. Parte de la vivencia se mantuvo en secreto varias décadas, hasta que relató la batalla del Ebro en uno de sus libros.

Posteriormente, armado con credencial de periodista volvió a España para publicar notas contra Franco. El gobierno franquista estaba irritado y corrieron la versión de que no existía, y que era una mentira de los republicanos en el exilio mexicano. Para desmentir a Franco, Juan Miguel se paró junto a un agente de la Guardia Civil en Madrid, pidió que les tomaran una foto y la mando a México para ser publicada en Siempre. La maniobra destruyó su cubierta, y salió de España, salvando la vida.

Hace días recibí un correo de su amada esposa Ludwika informándome que Juan Miguel murió mientras dormía.

Llevaba días pensando en él e hice el propósito de buscarlo en mi próximo viaje a México.

Tenía 95 años y deja un enorme legado intelectual, una obra sólida y muy comprometida con los valores que defendió hasta poner su vida en peligro.

Su mayor legado fue una gran honestidad intelectual, llevada hasta el compromiso con sus principios, con esa voluntad de defender con la vida los valores más preciados.

Así como no cedió ante la atracción del dinero, tampoco cedió ante la amenaza directa del poder. Ni Franco ni Echeverría lograron su silencio. Que en paz descanse Juan Miguel de Mora.

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