Lydia Cacho: “Somos corresponsales de guerra en nuestro propio país”
Ante los altos niveles de violencia desatada por los cárteles de la droga en México
La periodista y activista mexicana Lydia Cacho denuncia la violencia que sufren los periodistas en su país, donde son “corresponsales de guerra“, y se muestra escéptica con la actuación de su Gobierno para erradicarla.
“Somos corresponsales de guerra en nuestro propio país, sobre todo las mujeres”, afirma hoy en una entrevista con Efe en Madrid la informadora, que dice que tanto ella como sus colegas tienen “la sensación de que sus vidas están en riesgo”.
La reconocida periodista no confía en las medidas que pueda tomar el Gobierno mexicano para combatir la creciente violencia contra la prensa y señala que no cree “nada” al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, porque “ha sido un gran censor de los medios mexicanos”.
Tampoco confía en la labor de la Fiscalía, a la que califica como “una farsa” y “un instrumento de teatralización de la justicia”.
En lo que va de año, siete periodistas que investigaban o denunciaban la violencia y la corrupción en México han sido asesinados en distintas ciudades del país y, según la organización internacional Artículo 19, dedicada defender la libertad de expresión, 2016 fue el año “más letal” para la prensa mexicana, con once asesinatos y 415 agresiones.
Lydia Cacho declara que más del 60 por ciento de los homicidios de periodistas han sido cometidos por “medios del Estado: militares, policías, gobernadores, alcaldes..”
“Por un lado, tenemos como enemigos a los miembros de la política y por otro lado, a la delincuencia. Estamos entre dos fuegos”, denuncia.
En este sentido, Artículo 19 documentó que los funcionarios mexicanos son responsables del 53 % de las agresiones a periodistas en 2016, por lo que constituyen “la mayor amenaza a la libertad de expresión” en México.
No obstante, esta activista de los derechos humanos, que se emociona cuando recuerda al último periodista asesinado, su amigo Javier Valdez, se muestra esperanzada por la implicación de la comunidad internacional ante estos asesinatos.
“Ayuda a visibilizarnos y le pone un coste más alto al Gobierno mexicano si nos matan”, asegura a Efe.
La veterana periodista defiende el papel imprescindible de la prensa para denunciar la corrupción y la injusticia en la sociedad.
“No somos jueces ni fiscales, nuestra labor es evidenciar la realidad, darle voz a las personas e intentar que la sociedad tome esa información y reaccione frente a ella y creo que lo hemos logrado en muchos sentidos”, afirma.
Cacho, que también es una defensora de los derechos de la mujer, destaca el trabajo de las periodistas que han documentado y publicado reportajes sobre pornografía infantil y violencia contra las mujeres.
Considera que este trabajo da resultados y, como ejemplo, recuerda la repercusión que ha tenido su libro “Los demonios de Eden” (2005), donde denunciaba la existencia de una red de pornografía infantil en Cancún y sus vínculos con el poder.
A pesar de que por este trabajo fue secuestrada, torturada y encarcelada, considera que diez años después este tema está sobre la mesa, se habla de él como un crimen, hay leyes contra la explotación sexual infantil y el líder de la red, el libanés Jean Succar Kuri, fue condenado en 2011 a más de 11 de prisión, “la pena de cárcel más larga dictada en América Latina por pornografía infantil”.
Consecuente con su trayectoria, Lydia Cacho ha sido uno de los siete periodistas que el año pasado publicaron “La ira de México”, un libro en el que se pasan revista a temas como las fosas clandestinas, las agresiones a periodistas, la tortura o la desaparición de los 43 estudiantes de Iguala en 2014.
Es una obra escrita para personas que viven fuera de México, dice la periodista, para “explicar como se vive el periodismo y las circunstancias bajo las que estamos trabajando”.
Cacho recogerá el próximo lunes el Premio Iberoamericano de Igualdad Cortes de Cádiz (sur), por su defensa y promoción de políticas favor de la igualdad entre hombres y mujeres, además de por su contribución a la dignificación del papel de las mujeres.