México: “Es tan duro el retorno que no puedes ni rentar un lugar para vivir”

Los bajos sueldos y el costo altos de alquiler ponen contra la pared a los deportados

MÉXICO.-  Lo último que recordaba Carmen Rodríguez antes de emigrar a Durham, Carolina del Norte, era a ella misma corriendo con sus dos niños por la calle mientras el marido borracho les lanzaba balazos después de una discusión que terminó en violencia doméstica. ¡Te voy a desaparecer!, gritaba impotente al no poder alcanzarlos.

Más de 20 años después, ella y los hijos se encuentran de retorno en la Ciudad de México, su lugar de origen, donde descubrió que las condiciones de subsistencia para una familia pobre son casi tan complicadas como en Durham. “Ni siquiera podemos rentar un lugar para vivir”, cuenta.

Cuando los repatriados quieren alquilar una casa o un departamento en la Ciudad de México se topan, regularmente, con pared. “Les piden identificación, un aval, comprobar ingresos, comprobante de domicilio anterior, etcétera, y ellos no tienen nada de eso”, precisa Luis Angel Gallegos, de la organización civil Apofam.

Carmen Rodríguez regresó a México cuando las leyes antiinmigrantes de 2015 (HB318) de Carolina del Norte hicieron su vida casi imposible porque prohibieron  los contratos entre empresas y particulares si una de las partes no puede demostrar su estatus legal.

“No podíamos contratar agua, luz, teléfono y con trabajos teníamos casa porque la alquilamos antes de que cambiaran las leyes”, detalla. “Me desesperé y regresé sin pensar que encontraría algo parecido aquí, los mismos maltratos”.

Los tres miembros de la familia llegaron (con diferencia de algunos meses) a la casa que el papá de ella dejó intestada al morir hace cuatro años y administraba su hermano. “Por supuesto, aquí se pueden quedar”, dijo el hombre, pero con el paso del tiempo comenzó la hostilidad.

Carmen y su hijo Mauricio López en la entrada del cuarto que pelean al tío que lo administra.
Foto Gardenia Mendoza

Carmen y su hijo Mauricio López en la entrada del cuarto que pelean al tío que lo administra.

“Se sintió amenazado porque él ya pensaba que se quedaría con toda la herencia ya que nosotros vivíamos en Estados Unidos”, cuenta Mauricio López, el hijo menor de Carmen, quien sacrificó sus estudios de Durham Tech Community College, y su programa DACA, para seguir con su familia unida.

“Yo no iba a ser feliz allá y los seguí y no me arrepiento porque, ¿cómo iban a lidiar solos con un tío tan violento?”.

Valeria Cerdo, una vecina de la familia, recuerda que una tarde su familia vio llorando en la calle a Carmen porque el hermano, aprovechando que sus hijos no estaban, rompió la taza del baño, quemó una de las puertas de entrada a uno de los dos cuartos que ocupan y les quitó la luz cuando los López sugirieron pintar su espacio.

“Ha sido muy difícil para ellos”, testifica Cerdo.

Desde aquel día, Mauricio intentó salirse de ahí y rentar otro espacio para la familia, pero le ha resultado imposible. Los departamentos que alquilan por la zona cuestan unos 15,000 pesos (unos 800 dólares) y él gana 8,000 pesos (alrededor de 400) y su mamá no ha querido buscar empleo por miedo a que, en ausencia de todos, les echen sus cosas a la calle.

“Cuando he encontrado algo más barato me piden todos esos papeles y un fiador y cuando yo les explico que somos repatriados me ven toda vía más raro y yo no me siento muy seguro con mi español como para convencer a los caseros”, cuenta.

Mauricio López al regreso del trabajo.
Mauricio López al regreso del trabajo/Foto Gardenia Mendoza

En México cuando no se cuenta con un aval existe la opción de contratar una fianza de arrendamiento autorizada por la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas; sin embargo, los retornados no cuentan con los documentos necesarios (según los el Instituto Nacional de Migración nueve de cada diez regresan sin documentos de identidad) ni capital para pagarla.

La fianza de arrendamiento varía según la afianzadora y el costo de la renta. “Hablamos de cerca de 85 o 90% sobre el valor de ésta. Por ejemplo, si deseas rentar una propiedad de 10,000 pesos mensuales (unos 600 dólares), la fianza puede oscilar entre 9,200 o 9,500 pesos”, explica Eduardo de la Canal, consultor de negocios de Coldwell Banker México.

Imposibilitado por ahora para cumplir todos los requisitos, Mauricio aferra al borde de la cama que hace las veces de sofá en un cuarto de tres metros metros cuadrados que comparte con su madre y donde tienen también la estufa, la cocina y un estante como clóset.

El otro hijo de Carmen tiene un bebé y ocupa la estancia de a lado en las mismas condiciones. Al centro de ambas piezas hay una más que el tío tiene con cachivaches como un mecanismo de control para ingresar al lugar cuando le dé la gana porque él se quedó con las llaves desde que murió el padre y los otros no estaban.

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