Los negocios latinos quieren colgar el cartel de “aquí se baila”
Los dueños de locales tratan de recoger 20,000 firmas para que se derogue la Cabaret Law, una ley de 1926 que convierte en ilegal el baile en la mayoría de los recintos de la ciudad
Cuando se está en un bar y suena “Felices los cuatro” o el archifamoso “Despacito”, ¿quién no se mueve al ritmo de la canción?. Por natural que sea, es también un problema porque está prohibido que se baile en bares y restaurantes si no se tiene una licencia especial.
Es lo que dispone la llamada Ley del Cabaret (Cabaret Law) que requiere que bares, restaurantes y clubs nocturnos tengan una licencia de cabaret además de la de licor para que los clientes puedan bailar legalmente. No son licencias fáciles de obtener y hay barrios enteros en los que no hay ninguna. El Departamento de Asuntos de Consumidores (DCA, en sus siglas en inglés) explica que actualmente hay 97 licencias de cabaret activas en este momento en la ciudad que, como dice la canción, “nunca duerme”.
Ahora empresarios latinos de bares y restaurantes están empezando a recoger firmas para abolir la que consideran una “ley arcaica”. Su objetivo es sumar 20,000 rúbricas con la intención de mostrar su rechazo a una ley que les impide colgar el cartel de “aquí se puede bailar” en sus locales. El presidente de la Asociación Latina de NYS de Restaurantes, Bares y Lounges, Elvis Silverio, explica que los empresarios están pagando “altos honorarios y multas debido a esta ley que es históricamente racista y no es aplicable hoy en día”. La campaña de firmas se dinamizará durante la parada dominicana a finales de este mes y Arelia Taveras, de esta organización, explica que se está contemplado una acción judicial conjunta para que se deje de aplicar esta ley.
Porque los clientes bailan y esto está costando disgustos a muchos dueños de negocios de la ciudad y entre ellos a los latinos, entre cuya clientela hay una fuerte cultura de baile.
Jacqueline Acevedo, dueña de Made in Puerto Rico, un bar restaurante en El Bronx, perdió su licencia de licor hace dos años por que se la retiró quien la emite, la Autoridad del Licor de Nueva York. Ella no tenía licencia de cabaret y se le sancionó porque se adujo que sus clientes bailaban. Ahora, el bar, que es una buena parte de su negocio, ha perdido muchos clientes y aunque se está tratando de compensar la imposibilidad de vender piña coladas con almuerzos y brunchs, Acevedo admite que las cosas están difíciles. “Tuvimos a más de treinta personas trabajando aquí, ahora el staff es de apenas unos seis”, lamenta recordando como el negocio iba bien hasta que le retiraron la licencia.
En un buen fin de semana, su local no llega al límite de capacidad ahora que no se sirven tragos y hay competencia de otros locales en la misma zona. “Con el bar se fue el 60% de mi negocio”, explica.
Esta ley, que data de 1926, se tacha como racista porque afectó fuertemente a la comunidad negra y los músicos de jazz. Su fundamento era el control de ruido y la imposición de medidas de seguridad que ahora están reguladas por más agencias.
La Autoridad estatal del Licor vigila su cumplimiento porque como explica un portavoz a El Diario, no tiene discreción para no hacerlo. No obstante, según asegura este mismo portavoz, no es prioridad y se actúa solo cuando se refiere por parte de terceros. El año pasado actuaron en 44 ocasiones para hacer cumplir esta ley de hace más de noventa años pero su portavoz dice que las licencias no se revocan solo por contravenir una vez la normativa. Eso si, se imponen multas que pueden ser de $1,500 a $2,000.
A nivel municipal, desde 2015 se han dejado de imponer multas y no se está vigilando su cumplimiento como ha ocurrido en otros momentos en el pasado. Siendo alcalde Rudolph Giuliani, se aplicó más celo en vigilar que se siguiera la letra de la ley y durante la alcaldía de Michael Bloomberg se intentó derogarla.
Es algo que vuelve a intentarse. El concejal Rafael Espinal presentó recientemente una propuesta para crear una “Oficina de la Vida Nocturna”, similar a la que existe en Amsterdam, y que de entrada a quienes participan de la vida nocturna además de vecinos y autoridades.
Andrew Rigie, director ejecutivo de la NYC Hospitality Alliance, dio su apoyo a esta propuesta de Espinal que también contempla la discusión sobre acabar con la Cabaret Law. “Los problemas van más allá del baile, hay que hablar de seguridad pública, requisitos de rezonificación”, explica Rigie. “Es una cuestión compleja pero con esta oficina que permitirá el diálogo de la industria con los vecinos y las autoridades y se permitirá a los dueños de locales hablar de las muchas cuestiones que afectan a la vida nocturna de la ciudad”.
Es algo crítico porque desde esta alianza se calcula que el impacto económico de la vida nocturna de NYC es de unos $9,700 millones. Rigie dice que la Cabaret Law es controversial pero recuerda que a lo largo del tiempo muchas de sus disposiciones han sido declaradas inconstitucionales. No obstante, sigue en vigor.
Espinal que sabe que se están recogiendo firmas para acabar con esta ley y no solo por parte de los negocios latinos sino también por artistas. Es algo que refuerza su propuesta que está apoyada por un alcalde que está a favor de crear empleo en la ciudad. Espinal quiere que cambien las cosas” para que no solo sean las grandes corporaciones las que tengan más cuota de la vida nocturna de la ciudad y tengan la posibilidad de tener zona de baile no queremos que se pierda la cultura y la diversidad en la noche de la ciudad”. El concejal recuerda que es precisamente esta diversidad la que hace a la ciudad más interesante.
Es algo en lo que coincide con Silverio “hay pocos cabarets en la ciudad y esta ley les favorece porque no podemos competir con ellos en la noche”. “Creamos empleos, contratamos personal diverso y reunimos culturas a través de nuestros menús, ahora queremos unir a nuestros clientes a través de el bailar”, subraya.