El hotel ‘hot’ en Loisaida que nunca duerme y vuelve locos a vecinos

Los vecinos de la zona se quejan de las imágenes obscenas que tienen que presenciar cada noche desde sus casas

El hotel Public se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para los vecinos.

El hotel Public se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para los vecinos. Crédito: Screenshot Google Maps

Poco imaginaban los residentes de un edificio de viviendas pública del Lower East Side, o Loisaida como le llaman los hispanos, que la apertura hace menos de dos meses del lujoso Hotel Public a pocos metros de sus ventanas acabaría convirtiéndose en su peor pesadilla.

Sexo, sexo y más sexo. Esto es lo que ven noche tras noche las personas que viven en las proximidades del hotel cuando se apagan las luces y da comienzo el espectáculo ‘no apto para menores’ en las habitaciones del hotel inaugurado en junio por el exitoso promotor inmobiliario Ian Schrager.

“Los hombres mantiene relaciones con otros hombres, y las mujeres también se acuestan unas con otras. ¡Ni siquiera bajan las persianas!“, exclamó furiosa Leonor Fernández, de 68 años, al New York Post. “Mis nietos me visitan varias veces a la semana y es intolerable que tengan que ver algo así”, añadió la mujer, cuyo apartamento se encuentra en el número 10 de Stanton Street.

Según varios vecinos, los huéspedes del Public no solo se niegan a cubrir los cristales de su habitación, sino que se atreven a tener sexo contra la ventana noche tras noche, una conducta que está causando gran malestar en la comunidad de vecinos de la zona.

El ‘hotel sin filtro’, ubicado en Chrystie Street, consta de 376 habitaciones y un ‘rooftop bar’ que se ha convertido en uno de los lugares nocturnos preferidos por los neoyorquinos amantes de las fiestas largas.

Un hotel tiene que ser algo más que un lugar para dormir… Tu corazón debe latir más rápido cuando te hospedas en él“. Así es como Schrager promociona los servicios que ofrece el Public a sus huéspedes en uno de los vídeos publicitarios de su compañía.

Pero mientras los residentes ocasionales del hotel disfrutan al máximo de su estancia en el lujoso edificio, el resto de vecinos tiene que lidiar con hombres masturbándose y con ruidos desagradables procedentes de las habitaciones. Además, muchos de los afectados ni siquiera pueden bajar sus persianas o correr las cortinas por la presencia de los aparatos de aire acondicionado.

Desde que el hotel abrió sus puertas en junio, la Policía ha recibido más de 47 llamadas telefónicas con quejas respecto al ruido procedente del hotel; sin embargo, la ley no puede hacer nada en este caso porque ‘el espectáculo’ tiene lugar en un espacio privado. La única alternativa que ofrecen los expertos legales es bajar las persianas y mirar hacia otro lado.

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