Trabajadores agrícolas despedidos cuando pidieron explicaciones sobre compañero muerto

Estaban bajo una visa temporal H2-A que estaba en trámite de renovación y ahora están sin trabajo, sin casa y sin dinero para regresar a México

A Cristo Rodríguez, chofer de un camión de volteo en su natal Nayarit, le conviene venir cada año durante los meses de junio y julio como trabajador agrícola temporal a Estados Unidos con una visa H-2A, aunque el trabajo es duro y las horas largas, el calor es peligroso y las condiciones no son las mejores.

“Ahorita en este tiempo en México llueve y casi no hay trabajo ni en el campo ni en otras partes”, explica Cristo a La Opinión. “A uno le conviene venir a Estados Unidos porque trabajas y aparte ganas en dólares“.

Este fue el tercer año consecutivo que Rodríguez vino contratado como “trabajador de temporada” (seasonal worker) por la misma empresa: Sarbanand Farms, en Sumas, estado de Washington, cerquita de la frontera con Canadá.

Pero este año, las cosas no salieron como siempre.

La pasada semana, un compañero que también trabajaba en la misma granja de moras, Ernesto Silva Ibarra, de 28 años, fue hospitalizado luego de varios días de quejarse de dolores de cabeza y malestar.

Silva Ibarra cayó en coma en un hospital local y posteriormente murió, dejando una esposa y tres hijos en México.

Cuando Silva fue hospitalizado la pasada semana, sus compañeros comenzaron a reportar que el joven había comunicado a la empresa sus síntomas y que le negaron atención médica.  A esto se suma el malestar por algunas de las condiciones de trabajo y la expiración de su visa temporal bajo el programa H-2A de trabajo agrícola temporal que la empresa aún no había renovado, dijo la activista local Maru Mora Villalpando.

El viernes 4 de agosto, los trabajadores decidieron no trabajar y pedir explicaciones.

Ex trabajadores de Sarbanand, en Suma, Washington, cerca de la frontera con México, quedaron en el aire tras expirar su visa temporal y ser despedidos (Foto: Xolotl Edgar Franx )

“Lo principal que no quisimos trabajar ese día es por la salud del compañero que estaba internado en el hospital. Ya nos habían dicho que moriría, que iban a desconectarlo”, dijo Rodríguez. “No nos presentamos a trabajar hasta que nos explicaran eso y muchas otras cosas, entre ellas las horas de comida y el estado en que nos la daban”.

El sábado en la mañana, representantes de la empresa llamaron al grupo a una junta y les informaron que estaban despedidos, agregó el trabajador.

“Nos dijeron que por insubordinación, algo así. Nos echaron y nos dijeron que teníamos una  hora para desalojar y que pusiéramos nuestra dirección de México en un papel para mandarnos el cheque con lo que nos debían”, apuntó.

Los trabajadores quedaron así sin trabajo, sin lugar donde dormir y, además, sin visa para permanecer legalmente en este país. Aparte de estar vencida la que tenían, una visa H2-A solo funciona para la empresa que la tramita, una de las críticas que han tenido estas visas a lo largo de los años.

En otras palabras, deja a los trabajadores en manos del empleador.

Los trabajadores no se enteraron sobre la muerte de su compañero hasta después de ser despedidos, dijo Rodríguez.  Personas de la comunidad y activistas locales se han volcado a ayudarlos, ofreciendo un terreno, carpas y sacos de dormir y comida.

Las carpas y el terreno donado por la comunidad de Sumas, para un centenar de trabajadores despedidos después de la muerte de uno de sus compañeros.

La Opinión se comunicó con el médico forense de King County para averiguar la causa de muerte de Silva. El director de comunicaciones, James Apa, dijo que su oficina había decidido “no hacer autopsia o investigación” sobre la causa de muerte, y que la de Silva no “cumplía el criterio que amerita más investigación”.

Apa surigió contactar al Departamento de Trabajo e Industrias del estado de Washingon, indicando que “puede que estén investigando la situación”.

Portavoces de dicho departamento, encargados de investigar abusos y condiciones laborales, aún no han respondido a las interrogantes de La Opinión.

Representantes de la granja que despidió a los trabajadores tampoco contestaron llamadas, aunque un medio local en la zona publicó la respuesta de un  portavoz indicando que “no discutimos temas laborales y esto es un tema laboral”.

Entretanto, Rodríguez piensa que lo único que queda es seguir adelante con las protestas.

“Ellos no tuvieron compasión en echarnos”, dijo Rodríguez, quien contó que los días eran de 7 de la mañana a 8 o 9 de la noche, sin acceso a sombra y con un repartidor de agua que no siempre estaba disponible ni alcanzaba para todos.

“Ese muchacho no fue el único, a otros compañeros también los llevaron al hospital deshidratados el día de ayer”, dijo.

¿Volverá otro año?, le preguntamos.

“Vamos a ver”, contesta Rodríguez, probablemente pensando en los 13,38 dólares por hora que recibe, en comparación a su salario mexicano, menos los 90 dólares que les cobran semanal por la comida y las “trailas” donde duermen, cerca del campo. Quizá pensando también en sus tres hijos, de 8, 6 y un bebé de año y medio, que allá lo esperan en Nayarit. 

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