El ingrediente crucial del liderazgo
La inteligencia emocional, diferente del coeficiente intelectual, es clave para empresarios, emprendedores y gestores
Es casi imposible contar las piedras en el camino que todo el mundo encuentra al dirigirse a un objetivo. Cuando este es fundar una empresa esas piedras pueden ser inmensas rocas que sortear. En las conversaciones que en los últimos años ha mantenido este diario con muchos emprendedores y empresarios latinos se ha hablado de muchas de ellas.
La falta de financiación, la carencia de apoyos, el cansancio, la soledad, la burocracia, el cierre de una oportunidad que se percibe como la única aunque luego resulte que no lo sea.
Frente a estas rocas emerge una característica común entre estos emprendedores: el optimismo. Por supuesto hay momentos de desesperanza pero querer ver las cosas de forma positiva ayuda a no tirar la toalla y ver nuevas oportunidades o salidas. Esta es una de las características que se encuentran en personas que gozan de un alto grado de inteligencia emocional, un ingrediente crucial para el liderazgo que está mucho más valorado que el coeficiente intelectual.
La inteligencia emocional, conocido por sus siglas en inglés como EQ, es un concepto que comenzó a entenderse a mediados de los años noventa y es la capacidad que tiene la gente de tomar conciencia de las emociones, soportar presiones y frustraciones, conectar con otros y ser el elemento que hace conectar a un equipo. Una buena gestión del comportamiento y actitud positiva a la hora de lidiar con situaciones complicadas son las llaves que abren las puertas a los resultados positivos.
El psicólogo Daniel Goleman es uno de los que más ha estudiado EQ y ha publicado varios libros sobre ello (algunos traducidos al español) y otros autores como Travis Bradberry, apuntan a que hay varios componentes en la inteligencia emocional. Uno de ellos es la motivación. Quien goza de esta inteligencia es una persona fuertemente motivada por lo que hace y no simplemente por el dinero. Es algo que les hace ser optimistas para superar pruebas.
Además son personas que tienen un claro sentido de quiénes son. Conoce y actuan sobre sus fortalezas y debilidades, tienen confianza y no solo tienden a verse a sí mismos con claridad sino que también tienen la capacidad de ver a otros y los procesos y objetivos de sus empresas con la misma claridad. Eso lleva a resultados positivos.
Otros de los elementos de la EQ es la capacidad de autocontrol de sentimientos e impulsos y la empatía. Esta última cualidad no significa que gusten o les gusten a todo el mundo sino que sepan entender qué mueve a distintas personas, algo que es de extremo valor cuando se trabaja en equipo y cuando este es, idealmente, diverso. Solo la empatía y la persuasión puede sacar el máximo potencia de la diversidad.
¿Se tiene o se aprende?
Muchas personas tienen una predisposición natural a más de uno o quizá todos los componentes de la inteligencia emocional pero en caso de que se carezca de esta no está todo perdido. Los psicólogos coinciden en que se puede aprender a desarrollar este tipo de inteligencia con el entrenamiento y la actitud adecuada.