La próxima inversión magnética de los polos de la Tierra y sus efectos en la humanidad

Se conoce más del Universo en sí que del centro de la Tierra

Conocemos mejor el espacio que el centro de la Tierra.

Conocemos mejor el espacio que el centro de la Tierra. Crédito: Getty Images

Los polos magnéticos de la Tierra vienen de su núcleo de hierro líquido. Como el hierro es magnético, actúa como un imán gigantesco que apunta casi exactamente de norte a sur.

Pero eso no es permanente. Excavando las rocas sedimentarias, los expertos han comprobado que ese campo magnético se ha invertido unas 170 veces en los últimos 75 millones de años.

Eso quiere decir que en algunos momentos de la historia de la Tierra, una brújula habría apuntado en direcciones completamente distintas.

“Nadie sabe porqué sucede”, afirma el geofísico Phil Livermore.

“El campo magnético normalmente es muy estable, pero de tanto en tanto hay una suerte de tormenta en el núcleo de la Tierra que lo desestabiliza de tal manera que se invierte”.

Todo eso suena rápido pero el tiempo, como nos enseñó Albert Einstein, es relativo y cuando se trata de tiempo planetario, que el polo negativo se vuelva positivo y viceversa “tomaría unos mil… quizás 10.000 años”.

Así que no hay razón para preocuparse todavía. A menos de que… ¿cuándo fue la última inversión de polaridad?

La última vez que hubo una inversión completa fue hace unos 780,000 años y se la conoce como Brunhes-Matuyuma.

Después, hace unos 41,000 años, durante la más reciente glaciación, ocurrió una excursión geomagnética, que es como una inversión sólo que es temporal. Se llamó el evento de Laschamp y los polos volvieron a su posición original después de 250 años.

Desde que hemos estado en el planeta, el polo norte magnético ha estado en el polo norte geográfico. FOTO: GETTY IMAGES

¿Y la próxima?

Mmm… nadie sabe. Son muy difíciles de predecir.

“Piensa cuán difícil es predecir el clima, a pesar de que vivimos en la atmósfera y medimos en tiempo real. Hacer pronósticos de más de 5 días es todo un reto para los meteorólogos”, señala Livermore.

“Ahora, imagínate predecir algo cuando para medir cualquier cosa tienes que atravesar 3,000 kilómetros de roca sólida. Tenemos muy pocas mediciones del núcleo de la Tierra y gran parte de nuestro conocimiento se basa en simulaciones numéricas”.

“Por eso las inversiones magnéticas son tan difíciles de pronosticar: sencillamente no entendemos bien qué pasa dentro del planeta“, añade el geofísico.

Pero ¿no tenemos ni siquiera una pista?

“Lo que sí sabemos es que el campo magnético se está debilitando un 5% por siglo, de manera que si lo proyectas al futuro, dentro de 2.000 años se invertirá”.

“La estructura del campo magnético durante la inversión se verá muy distinta”, advierte Livermore, y con razón.

¿Qué pasaría si se invierten los polos de manera que en el polo norte magnético quede en el hemisferio sur? / FOTO: GETTY IMAGES

Imagínate:

“Con campos magnéticos más débiles el polo norte podría estar en el Ecuador o múltiples polos norte y múltiples polos sur; sería más complicado”.

Entonces: si el campo magnético se fortalece, el polo norte estando donde estamos acostumbrados que esté.

Pero si se sigue debilitando ocurriría una inversión magnética, que tomaría muchos años, por lo que cabe preguntar, ¿que le pasaría a los humanos durante el cambio?

“El campo geomagnético es tremendamente importante porque actúa como una barrera que nos protege de la radiación del Sol”, explica la física solar Lucie Green.

“El campo magnético del Sol irradia el Sistema Solar llevado por el viento solar y sin nuestro campo magnético que interrumpe su camino, llegaría a la superficie de la Tierra”.

De manera que, para los que somos aficionados a la ciencia ficción, nuestro campo magnético es como un escudo protector que lucha contra la radiación mortal que nos llueve del espacio.

Y la razón del tono del párrafo anterior es lo que vamos a descubrir ahora.

¡Feliz de que los polos queden en el Ecuador! / FOTO: GETTY IMAGES

El Triángulo de las Bermudas del espacio

En este momento, hay un “problema técnico” en el campo magnético de la Tierra, a unos cuantos kilómetros sobre el planeta, que se extiende desde el sur de Brasil a lo largo del Atlántico hacia la costa oeste de África, que algunos llaman El Triángulo de las Bermudas del espacio.

Durante su carrera como astronauta con NASA, el astronauta Terry Verts estuvo más de 7 meses en la Estación Espacial Internacional y, cuando pasaban sobre esa región, sucedían cosas extrañas.

“En mi quinta noche, cuando me metí en mi saco de dormir que estaba pegado a la pared. Cerré mis ojos y ¡BUM! Un flash gigante blanco cegador se metió en mis ojos. Inmediatamente pensé: ‘¡ahí está! Es la Anomalía del Atlántico Sur. Es radiación'”.

Debido a que el escudo magnético de la Tierra es más débil en esa región, partículas minúsculas de radiación solar se cuelan y llegan más cerca de lo normal.

Los astronautas como Terry reportan ver flashes cuando sus ojos están cerrados y una explicación posible es que son causados porque la radiación del espacio incita las neuronas.

Pero ese no es el único efecto.

“No sólo nuestros cuerpos sino también nuestras computadoras se ven afectadas: de repente se apagan o se prenden solas y cosas por el estilo”.

Y ese Triangulo de las Bermudas espacial es todo un problema para los científicos.

“Desde muy temprano en mi carrera aprendí a no hacer mediciones cuando iba a pasar por la Anomalía pues te arruina todo: las partículas bombardean la nave y hacen que nuestros detectores muestren una especie de tormenta de nieve”.

Anomalía del Atlántico Sur. / IMAGEN: NASA

Volviendo a la inversión geomagnética…

Esa Anomalía del Atlántico Sur podría darnos una pista de lo que pasaría en la Tierra durante una inversión de polaridad completa, pues es una especie de zona de prueba del futuro.

“Los efectos”, dice el geofísico Phil Livermore, “probablemente los notaríamos en la infraestructura eléctrica pero también en los satélites, que son susceptibles a la radiación del Sol. Potencialmente podría ser catastrófico pues dependemos tanto de ellos”.

La última inversión sucedió hace mucho pero “sabemos que la vida no se acabó“, apunta Livermore. Respecto al efecto en la naturaleza, como la migración de animales, “el proceso es tan largo que probablemente se adaptarían”.

Y los animales que somos los seres humanos, tenemos unos 2,000 años para prepararnos.

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