Editorial: Hay que levantar a Puerto Rico

La Administración federal debe demostrar que está del lado de la isla

Puerto Rico está en crisis. Un huracán devastó la isla, destruyó la infraestructura eléctrica, millones de personas viven en condiciones precarias y su dramática situación no recibe la misma prioridad que otros estadounidenses en situaciones similares.

El anuncio de la visita del presidente Donald Trump a Puerto Rico para el próximo martes es una buena señal de que finalmente la Casa Blanca está dedicándole la atención necesaria.

Hasta ahora el mandatario estaba absorbido en su pelea con la NFL por el himno nacional. Y cuando recordó a Puerto Rico en su Twitter, hizo una ensalada con el paso del huracán María, la ya frágil infraestructura previa al fenómeno natural y la necesidad de cumplir con la gigantesca deuda financiera con Wall Street.

En resumen, lo que debería haber sido un simple mensaje de solidaridad y esperanza pareció culpar a la isla de su destino actual, refregándole que hay que pagar las cuentas.

Esta fue una reacción inhumana inicial ante un drama humano de magnitud monumental.

Se necesita comida y agua potable. No hay electricidad ni sintonía celular en gran parte de la isla. Hay poblaciones aisladas, el sistema de salud está colapsado. La reconexión eléctrica va a demorar meses y perdura la amenaza de inundaciones por los diques dañados.

La ayuda urgente es solo el principio, es para poner en pie al que está caído. Para hacerlo caminar se necesita mucho más.

El huracán destruyó la economía de Puerto Rico. No queda prácticamente nada de la agricultura y el turismo se verá seriamente perjudicado, no habrá inversiones sin una infraestructura adecuada. Esto perjudica las oportunidades laborales locales, lo que aumentará el éxodo humano hacia el continente, reduciendo la base impositiva para el erario isleño.

Es necesario un esfuerzo especial para esta recuperación.

Es urgente aliviar la presión de la deuda con Wall Street que pesa sobre las finanzas de la isla. La prioridad tiene que ser la inversión productiva que estimule la economía para que llegue a la autosuficiencia.

No es auspicioso que la administración Trump se niegue a levantar la Ley Jones que obliga a que la ayuda federal se mueva en barcos estadounidenses. Esto encarece los costos y fue suspendida en el caso reciente del huracán en Texas.

En el caso de Puerto Rico, el interés de la industria naval estadounidense está por arriba de la necesidad de Puerto Rico. La ayuda contribuye al negocio en el gobierno de Trump.

Cada vez que Trump habla de Puerto Rico dice que su gobierno está haciendo buena labor que es reconocida por las autoridades puertorriqueñas. Llegó la hora demostrarlo.

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